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El preciado trampolín catalán de Vox

El partido de extrema derecha trata de penetrar en la política catalana con dirigentes procedentes del PP, la Falange y Plataforma per Catalunya

Un monje pasa ante unas pintadas favorables a Vox, en Barcelona.
Un monje pasa ante unas pintadas favorables a Vox, en Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI

Más de un año después del referéndum de 2017 que el Tribunal Constitucional declaró ilegal, Sarrià y otras zonas de Barcelona y su cinturón se han convertido en un laboratorio para el partido de extrema derecha VOX, que aspira a reeditar en toda España en las elecciones de mayo su éxito en los comicios andaluces del 2 de diciembre. El auge del partido, fundado en 2014, no puede entenderse sin Cataluña. La crisis independentista ha catapultado a la formación, que ha abrazado una encendida defensa de la unidad de España y ha reclamado el fin del estado de las autonomías.

Son pequeñas pegatinas en farolas y paredes de la plaza Artós de Barcelona, en el acomodado barrio de Sarrià. Todas lanzan un mensaje similar. “Está entrando en zona nacional”, reza una de las Juventudes de la Falange. “España no se rinde”, clama otra de estética fascista sobre un fondo de espadas alzadas y llamas. A una calle, hay pintadas con las letras VOX sobrepuestas sobre lazos amarillos independentistas. La plaza ha sido en los últimos años epicentro de concentraciones de grupos españolistas. Tras el 1-O empezó allí una marcha a favor de la unidad de España y pidiendo el encarcelamiento de Carles Puigdemont. Participaba Santiago Abascal, el líder de Vox.

Vox ha conseguido un poderoso altavoz con el procés, al impulsar una agresiva estrategia de querellas contra los líderes separatistas y convirtiéndose en acusación popular en el juicio del 1-O. El partido —que se jacta de los corsés de la corrección política y emula el lenguaje de miedo y enfado de otros populistas de derechas— defiende suspender la autonomía catalana “hasta la derrota sin paliativos del golpismo” e ilegalizar a los partidos independentistas.

Con una estructura incipiente en Cataluña, la formación de ultraderecha ha multiplicado su presencia y tentáculos mientras se prepara para las municipales y europeas de mayo. Todavía no ha revelado en qué ciudades se presentará y cuáles serán sus candidatos. En 2015 fracasó al postularse en Barcelona (obtuvo un 0,22% de votos) y en Sant Cugat del Vallès (1,32%).

Diferencias con Plataforma per Catalunya

Xavier Casals, historiador especializado en extrema derecha, subraya que Vox no puede compararse con Plataforma per Catalunya (PxC), el partido xenófobo que irrumpió en algunos municipios catalanes en 2007 y 2011. “Son dos realidades muy diferentes”, dice. PxC, afirma, es un “nacionalpopulismo catalán” que se proclama autonomista, nacido en la Cataluña interior y que incluso apoyó el derecho a la autodeterminación. “La mayoría de votantes procedían de CiU o de la zona metropolitana que procedían al 50% del PP y el PSOE”, añade Joan López Alegre, que fue responsable de política municipal en el PP de Alejo Vidal-Quadras y también trabajó para él en el Parlamento Europeo.

“El mensaje de Vox va para todo el mundo. Estoy absolutamente convencido de que vamos a conseguir que personas que han votado a Podemos y que han votado al Partido Socialista en Cataluña nos voten a nosotros”, dice en una entrevista telefónica Jorge Buxadé, vocal en el comité ejecutivo nacional y uno de los rostros de Vox en Cataluña. Buxadé da por hecho que atraerán a electores de Ciudadanos, primera fuerza parlamentaria con 36 escaños, y del PP, que roza el ostracismo con solo cuatro diputados en el Parlament. Buscan movilizar a tres colectivos: abstencionistas “que se sienten al margen”, el “voto español” y el de críticos con la socialdemocracia.

Buxadé, de 43 años, fue en 2009 el abogado encargado de recurrir en nombre del Estado la consulta de autodeterminación en Arenys de Munt. En las elecciones catalanas de 1995, integró la lista en Tarragona de la ultraderechista Falange Española de las JONS. Y en las generales de un año después, formó parte de la candidatura en Barcelona de la Falange Española Auténtica. Preguntado por su pasado en esas formaciones fascistas, esgrime que "no es relevante" porque "entonces tenía 20 años". Buxadé critica que se califique a Vox de partido de extrema derecha o xenófobo. Argumenta que es un "partido patriota" y que su demonización de la inmigración irregular es una defensa de la ley.

Otra de las cabezas más visibles de Vox en Cataluña es Ignacio Garriga, portavoz en el comité nacional. Nacido en 1987 de madre de Guinea Ecuatorial, fue designado en 2015 presidente del partido en Sant Cugat, donde militó inicialmente en el PP.

Alejo Vidal-Quadras, que fue presidente provisional de Vox y su candidato a las europeas de 2014 en las que no logró representación, no cree que vaya a tener "demasiado recorrido" en Cataluña porque, aduce, el espacio de firmeza ante el independentismo lo ocupa Ciudadanos y el PP puede resistir gracias al giro a la derecha promovido por la nueva cúpula de Génova. "No creo en absoluto que Vox pueda en Cataluña hacerse un hueco tan grande como el que ha tenido en Andalucía", sostiene el exlíder del PP catalán en los noventa. Vidal-Quadras abandonó Vox tras las europeas por diferencias con el partido y dice renegar de su euroescepticismo y nacionalismo identitario.

Con una presencia activa en las redes sociales y las calles, Vox ha intentado penetrar en colectivos de jóvenes conservadores de barrios acomodados de Barcelona así como en zonas del cinturón metropolitano con su retórica de pulsiones ultranacionalistas y contraria a la inmigración, al feminismo y a buena parte del consenso constitucional. Algunos de sus encuentros en bares con jóvenes en Barcelona y sus concentraciones en Girona o Terrassa han propiciado protestas y choques violentos entre grupos independentistas y la policía.

La estrategia le está dando frutos en Cataluña. El pasado junio, logró reunir a alrededor de 2.000 personas en un hotel de Barcelona. Y el número de afiliados en esa provincia se ha disparado: de alrededor de 80 en enero de 2018 a más de 1.100 en diciembre, según cifras divulgadas por el partido. Vox dice tener presencia en todos los distritos de la capital catalana y se ha reforzado en el cinturón obrero. Un ejemplo es l'Hospitalet de Llobregat, históricamente un bastión del PSC pero donde ganó Ciudadanos en las elecciones al Parlament en 2017. Allí el líder de Vox es Daniel Clemente, que ocupó el mismo cargo para la xenófoba Plataforma per Catalunya.

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