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La alcaldía de Barcelona se le atraganta al independentismo

El movimiento se presenta dividido en cinco partidos: PDeCAT, ERC, la CUP y los proyectos de Graupera y Mascarell

Clara Blanchar
Fachada del Ayuntamiento de Barcelona en una imagen de archivo.
Fachada del Ayuntamiento de Barcelona en una imagen de archivo.Joan Sánchez

El independentismo considera Barcelona una plaza básica para afianzar su proyecto. Unos, para convertirla en la capital de una eventual república catalana. Los otros, para que sea su punta de lanza y proyecte su plan al exterior. Pero esta fervor contrasta con la atomización de la oferta de partidos soberanistas en vistas a las elecciones de mayo. La división campa a sus anchas entre las diferentes familias hasta el punto que el independentismo se presenta dividido en cinco partidos: PDeCAT, ERC, la CUP y los proyectos personales del filósofo Jordi Graupera y del actual delegado de la Generalitat en Madrid, Ferran Mascarell.

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Unos dicen que la fragmentación es por diferencias sobre el modelo de ciudad, otros lamentan que han pesado los personalismos, otros que el divorcio actual podría recomponerse si se tratara de gobernar la capital... Al politólogo experto en comportamiento electoral Lluís Orriols le parece “contraintuitivo” lo que está pasando. “En un momento de máxima fragmentación en el consistorio lo lógico sería ver grandes tentaciones de coordinarse y, en cambio, ni el independentismo ni el unionismo han conseguido aglutinarse”, explica. El profesor admite que en cada uno de los extremos “hay muchas sensibilidades conviviendo” y que el “fracaso” de que haya más candidaturas se debe a varios factores: desde la irrupción de “emprendedores” que han fraccionado más la oferta, hasta a la fragmentación del propio movimiento independentista desde el 1-O. Porque recuerda Orriols que hubo otros momentos en los que sí fue posible la coordinación del soberanismo. “El independentismo tenía una agenda común en Cataluña y mancomunada y compartida con agentes sociales, pero todo aquello desapareció hace un año, y la expresión máxima de la fragmentación y la ausencia de agenda compartida es la emergencia de los CDR”.

El socio director de la consultora Public Affairs, Joan Roselló, atribuye la fragmentación al hecho de que en los últimos años a los dos ejes tradicionales (derecha/izquierda y centralismo/autonomismo o ahora independentismo/unionismo), se han sumado otros dos. “Ha aflorado un tercer eje entre oferta nueva o tradicional y un cuarto, entre mayor o menor radicalidad, sin que la radicalidad se refiera a un comportamiento negativo”. “A mayor afloramiento de ejes, mayores son los espacios demoscópicos o electorales”, concluye. Un ejemplo fácil de entender: ERC es un partido de izquierdas, independentista, tradicional y pragmático.

Los propios protagonistas de la fragmentación señalan motivos distintos. Neus Munté, candidata del PDeCAT, que pese a haber ganado unas primarias ha manifestado que está dispuesta a renunciar a encabezar la lista si se consigue una lista unitaria, no tiene duda en atribuirla a los personalismos: “Si no vamos juntos es porque hay quien antepone otras cosas que no son el interés general y el clamor ciudadano. Si la situación fuera de normalidad competiríamos por un espacio político cada uno con su modelo de ciudad. Ahora, en circunstancias durísimas para el independentismo, cuando nos jugamos el gobierno más próximo a los vecinos, estos mismos nos piden unidad”.

El alcaldable de ERC, Ernest Maragall, mostró el pasado lunes en la presentación de su candidatura el viraje que representa su elección por parte de la dirección del partido, que apartó a Alfred Bosch pese a haber ganado unas primarias. Maragall afirmó que intentará un gobierno de fuerzas soberanistas, “unidad de acción en el camino hacia la República”; pero su discurso dedicó más de la mitad del tiempo a hablar de ciudad y tuvo un marcado acento social con el que también se podría acercar a la alcaldesa Ada Colau. “No podemos negar el debate sobre la ciudad, tenemos diferencias que hay que poder discutir”, afirma. Los republicanos, que han aguantado fuertes tensiones para participar en una lista unitaria, reconocen que tanta fragmentación no es buena, pero reivindican poder hablar de ciudad. También están a la expectativa de quien acaba siendo el candidato del PDeCAT.

Maria Rovira, de la CUP, deja claro que la imposibilidad de trabar alianzas preelectorales se debe a las enormes divergencias en el modelo de ciudad. Defiende “un proyecto que apueste por un nuevo modelo de ciudad que ponga los intereses de las clases populares en el centro” y apunta: “Para nosotros la independencia es un instrumento para conquistar soberanías, para dar la vuelta a las condiciones de vida de las vecinas de la ciudad y esto se contrapone a los proyectos que los partidos independentistas del consistorio nos han mostrado”.

Quien sí defendió una lista unitaria que recuperara el espíritu del 1-O y elaborada con unas primarias abiertas es Jordi Graupera. Con poco éxito, porque ningún partido, y tampoco Ferran Mascarell, han comprado la propuesta, que este fin de semana celebra la primera vuelta. “La idea de la unidad tiene sentido para quedar primeros, pero la unidad anula la pluralidad interna del independentismo: de ahí que propusiéramos primarias, para trabajar sobre la diferencia” al elaborar la lista. Pero lamenta: “El resto de formaciones independentistas han preferido no someterse a escrutinio ni mantener el espíritu de unidad”. El filósofo asegura rotundamente que la candidatura que salga de las primarias no irá en ninguna otra lista.

También ante el fracaso de una lista unitaria el exconsejero y exconcejal Ferran Mascarell decidió no esperar más y presentó hace dos semanas su candidatura al margen de partidos, lo que causó un gran malestar en el PDeCAT, que le había puesto alfombra roja. Con todo, aseguró que trabajará “hasta el último minuto” para una lista unitaria. Mascarell tampoco aclaró si es el candidato del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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