Vidas ajenas, vidas propias
Cristóbal Tabares y Rocío Quillahuaman coinciden en su simpatía hacia protagonistas de la cultura pop en dos exposiciones llenas de humor
De las revistas y los programas de televisión más trash salen las protagonistas de sus obras. Folclóricas y tonadilleras, misses y starlettes, duquesas y baronesas. Nacido en 1984, Cristóbal Tabares era un crío cuando veía programas como Esta noche cruzamos el Mississippi o ¡Qué me dices!, en los que salían personajes que le marcaron para siempre. Dientes, dientes es su primera exposición individual en Madrid. Dieciocho óleos sobre lienzos llenan las paredes en rosa de La Fresh Gallery (Conde de Aranda, 5). “Es un catálogo de momentos que han llegado a nosotros a través de los medios y que forman parte de nuestras vidas. Todo empezó cuando decidí pintar a Chenoa con el chándal después de la ruptura con Bisbal. A partir de ahí, empecé a reunir imágenes de momentos ajenos que sentimos nuestros”.
Licenciado en Bellas Artes, cuando estudiaba la carrera ya iba a su rollo. “Mientras muchos de mis compañeros trataban temas como el territorio y la identidad, yo pintaba cuadros de Marisol. El profesor me dijo que tiraba la toalla conmigo. Ahí entendí que lo mío era un camino en paralelo, pero libre”. Las redes sociales le han ayudado a seguir su propio camino. “Son un escaparate global, gratuito e instantáneo. Durante muchos años, Instagram ha sido mi galerista. Allí me han contactado comisarios y compradores”. Pasa completamente de los detractores. “Nunca he pretendido gustar a todo el mundo. En el arte pasa como en el cine, el Oscar se lo llevan los dramas”.
Vive en Tenerife, donde nació, pero no descarta instalarse en Madrid. “Creo que hay más posibilidades y facilidades para desarrollar una carrera artística. Ser artista ultraperiférico suena muy exótico, pero no es práctico”. No hay vez que pase por aquí y no visite El Prado. “Me gusta reencontrarme con Velázquez, Goya y Sorolla, mis pintores favoritos”. Siempre que visita la capital va al Toni2 para cantar canciones de Rocío Jurado y a El Rastro para conseguir cisnes de porcelana, que colecciona. El Thyssen es otra parada obligatoria. A la Baronesa que salvó los árboles frente al museo la ha pintado como a Beyoncé con la bata de estampado floral de Palomo Spain. “Creo que todos debemos repetir como un mantra su ‘No a la tala’. Es un himno. Gracias, Tita”.
"Durante muchos años, Instagram ha sido mi galerista. Allí me han contactado comisarios y compradores"
Otros momentos que recrea en Dientes, dientes son Alaska como fallera, Amparo Muñoz coronada como Miss Universo muchos años antes de que Fernando León de Aranoa la dirigiese en ‘Familia’, Nina en Eurovisión, Ágatha Ruiz de la Prada con un burka, las bodas de Lolita Flores y la Duquesa de Alba, Pedro Almodóvar y Madonna en una fiesta en Madrid o Isabel Pantoja y Encarna Sánchez de incógnito en Barajas. “Encarna, rubia y poderosa; Isabel, morena y vulnerable. Un ying yang de poder y copla”, comenta. Hay cuadros de 20 x 20 centímetros y de 2 x 3 metros, cuyos precios van de 300 euros a 4.000. “Esta exposición está dedicada a los que trasnochaban cada noche para ver a La Veneno cruzar el Mississippi”. A ella la ha pintado perfectamente integrada en una particular versión del ‘Almuerzo sobre la hierba’ de Manet.
Dibujar mal
Rocío Quillahuaman también debuta en Madrid con su primera exposición. En uno de los saloncitos de El Imparcial (Duque de Alba, 4) están sus dibujos de Gloria Fuertes, Joe Crepúsculo, Baccara, Aitana Ocaña y Ana Guerra, Bonnie Tyler o Adam Driver. “Es gente o que me gusta mucho o que sus caras me parecen dibujables”, dice. “El concepto fan art me encanta. Se hace desde todo el amor, pero el resultado suele ser penoso. Hay fanarts muy bien hechos, pero a mí me gustan los mal hechos. Siempre me ha hecho gracia dibujar mal”.
Es la primera en reírse de sí misma. Se llama @rocionoseque en Twitter. Bromea sobre su apellido, sus miserias y las de los demás. Sus vídeos animados empezaron a compartirse por todas partes hace tres meses. “El primero lo hice para mis cuatro amigos como terapia para reírnos. El éxito que tuvo fue una verdadera sorpresa”. Esa primera pieza acumula cientos de miles de visionados, un desahogo tras soportar a quienes siempre están buscando sacar tajada, que saludan o dejan de saludar en función del momento laboral que se viva. “Si piensan que pueden conseguir algo de ti es cuando te tratan bien”, señala. “Yo había dejado de trabajar hacía un año. Me hacían sentir que apestaba. Necesitaba sacar eso que me hacía sentir tan mal”.
Ella lo hace todo en sus vídeos: el guión, los dibujos, las voces, la animación y el montaje. “Me lo paso bastante bien. Cuando me lo deje de pasar bien o se me acaben las ideas lo dejaré”. Animaciones llenas de humor que señalan a quienes no paran de hablar en los conciertos o a quienes sólo reconocen ciertos placeres desde la distancia. “Odio el concepto guilty pleasure. Si algo te gusta, ¿por qué te tienes que sentir culpable?”. Sus personalísimos trazos tienen seguidores como C. Tangana. “La verdad es que me hizo gracia que me empezara a seguir. Jamás lo imaginé con su móvil viendo mis cosas”.
Para la exposición también ha llevado a su terreno carteles de películas como Harold y Maude y Pickpocket. Estudió Comunicación Audiovisual y empezó a dibujar por pura diversión. En la inauguración, entre cervezas y frutos secos, toma nota para futuros vídeos y dibujos. Junto a Nestor F. lleva Bemba Ediciones, una pequeña editorial de fanzines. ‘Autoestima’, una colección de fanarts propios, está a la venta online por 3’50 euros. Nacida en Lima en 1994, vive en Barcelona desde los 13 años. ¿Se vendría a Madrid? “No. Mi sueño es vivir en una aldea gallega y que me dejen en paz”.
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