Alejandra Acosta: “Hemos normalizado la esclavitud en las ciudades”
La fundadora de Break the Silence cree que en Madrid hay prostitución en las calles y en pisos de Atocha y Delicias
La sonrisa de Alejandra Acosta es contagiosa. Ríe sin tregua a pesar de haber visto “cosas del ser humano que dan ganas de vomitar negro”. La vida de esta estudiante de Trabajo Social de 22 años cambió radicalmente hace cuatro. La casualidad le llevó hasta un congreso y allí conoció a una chica nigeriana de su misma edad a la que habían rescatado de una red de explotación sexual. Después de muchas noches sin dormir y muchas lágrimas fundó Break the Silencie, un proyecto altruista para concienciar a los jóvenes sobre la trata de personas. Ahora da charlas en institutos y universidades.
Pregunta. ¿Por qué nace Break the Silence?
Respuesta. No tenía herramientas para intervenir, pero sí información. Se me ocurrió compartirla con chicos antes de que tuvieran edad para pagar por sexo con mujeres. No hay un perfil del putero; solo hay que ser hombre. Por eso tenemos que educar, para que cuando decidan consumir sepan que existe una alta probabilidad de que estén pagando por una persona forzada.
P. ¿Existe esclavitud en Madrid?
R. Hemos normalizado la esclavitud en nuestras ciudades. En Madrid, hay esclavitud laboral, mendicidad forzada y trata de mujeres. Hay explotación sexual, esto es: detrás de la prostitución hay un alto porcentaje de mujeres obligadas. Las tenemos en Montera, en Marconi, en La Castellana y en pisos clandestinos de Atocha y Delicias.
P. Los datos dicen que esta es una ciudad segura.
R. Es segura porque la percepción que se tiene de las prostitutas es que son mujeres de segunda. Las ciudadanas de primera categoría, las españolas, creemos que no nos va a pasar, que no somos vulnerables. Pensamos que entrar en una red de postitución solo les sucede a las inmigrantes, que se han dejado engañar. Necesitamos romper esa barrera.
P. ¿El riesgo está siempre presente?
R. Las españolas también podemos ser captadas. No es lo normal; la mayoría de las víctimas son migrantes, que son más vulnerables, pero los proxenetas tienen estrategias muy sofisticadas para engañar. Lo hacen mediante ofertas falsas de trabajo o a través de relaciones amorosas. La vulnerabilidad no siempre es económica, también puede ser emocional. La gente se enamora y sin darse cuenta de quien le pone en el mercado es su pareja. Hemos normalizado conductas machistas y eso nos puede hacer caer en relaciones abusivas.
P. ¿Nuestra sociedad está incentivando la trata?
R. No estamos dando el mensaje contrario. Muchas veces el problema es el silencio. La ignorancia lleva a la indiferencia y esta a pagar por sexo y a que te dé igual quien esté detrás.
P. ¿Y cómo se termina con ella?
R. Con conciencia social. Hasta que no nos parezca un problema real no vamos a hacer nada para acabar con ella. Por eso educamos.
P. ¿Nota que ha cambiado algo?
R. Noto que he tocado vidas. No puedo garantizar que gracias a una charla de 45 minutos un chico no vaya a pagar por sexo o que ellas no sean abusadas el día de mañana, pero explicárselo les hace ser conscientes de la realidad. Cuanto más información se tenga más difícil sera cerrar los ojos.
P. ¿Cómo ayuda su organización?
R. Con prevención, no solo en trata de personas, también en violencia sexual. Hemos identificado situaciones de prostitución, chicas abusadas por su familia o que han sufrido una violación grupal que no verbalizan.
P. ¿Cuál es la historia que más le ha impactado?
R. Un hombre me escribió hace poco para contarme que su familia tenía un burdel, aunque a él le decían que era una discoteca. Me contó que ojalá de niño alguien le hubiese explicado lo que yo cuento en los institutos porque habría tenido mecanismos para denunciar.
P. ¿Habría que legalizar la prostitución?
R. Estoy en contra. No he escuchado todavía una propuesta que implique protección de los derechos de las víctimas de trata. Si legalizas, conviertes al proxeneta en empresario del sexo. Lo que sí hay que hacer es descriminalizar la prostitución: no podemos seguir poniendo el estigma sobre las mujeres. Ellas no son criminales, el problema lo tiene quien vende sexo y quien paga por él.
P. ¿Por qué existe un auge de la trata de mujeres?
R. Desgraciadamente es un negocio muy lucrativo. Una bolsa de droga la vendes una vez, pero el cuerpo de una mujer puedes venderlo una y otra vez. Si no te educan en igualdad, el privilegio masculino de la prostitución está legitimado. Hay más demanda, pero los proxenetas van donde la ley es débil. En España les sale rentable.
P. ¿Sanan las heridas de la esclavitud sexual?
R. En el tiempo que llevo trabajando en estos temas me he dado cuenta de que es algo que te acompaña toda la vida. Conozco historias de esperanza, de mujeres que han logrado rehacer su vida, pero solo son el 1%. Para que puedan hacerlo se necesita de una sociedad comprometida y eso aquí no pasa. En Madrid solo hay 19 plazas públicas en casas refugio. Sin embargo, en España 45.000 mujeres ejercen la prostitución forzadas.
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