“El Best Party de Reikiavik podría servir en Barcelona”
Jón Gnarr, humorista, ex alcalde y autor de la serie 'The Mayor'
La casualidad ha querido que la presencia del actor, humorista y político islandés Jón Gnarr —alcalde de Reikiavik entre 2010 y 2014— en el Serializados Fest coincidiera con un tablero político municipal de Barcelona con todas las fichas en movimiento. Gnarr está convencido de que el experimento que impulsó con un grupo de amigos y le aupó a la alcaldía de la capital de Islandia con el Best Party sería perfectamente exportable a Barcelona: “puede funcionar en Barcelona y en cualquier sitio porque se trata de ilusionar a la gente, que está cansada de la política”.
El humorista ironizó en las redes sociales, incluso, con una hipotética candidatura que encabezaría, con el nombre Partido del Bacalao, en las municipales de Barcelona. Lo cierto es que Gnarr, en su vertiente de actor y humorista, ha sabido sacar punta de su paso por la política con el documental Gnarr, que recoge la curiosa campaña que protagonizó para las municipales de Reikiavik en 2011, y después con la serie televisiva The Mayor, que protagoniza para ridiculizar el papel de un alcalde. Ambos trabajos se proyectaron en Serializados Fest que cerró su quinta edición el domingo.
Gnarr explica, en una entrevista con este periódico, que la idea de crear el Best Party surgió en uno de los peores momentos de la historia reciente de Islandia, cuando estaba sumida en las consecuencias de la crisis económica. “En realidad estaba escribiendo una obra de teatro contra la depresión generalizada de la gente. Somos por naturaleza tranquilos y alegres y todo el mundo estaba muy mal”, apunta. “Mis espectáculos pretendían hacer feliz a la gente en un momento duro. La idea de transformar lo que pasaba en los escenarios en política lo comenté con un círculo de amigos y conocidos y reunimos 3.000 euros para empezar la campaña”, cuenta. Contaba a su favor que era un personaje popular en Islandia por sus trabajos en teatro — en torno al absurdo y al surrealismo— y los shows televisivos.
El documental 'Gnarr' explica la campaña electoral que hizo en 2011
No se alejó de su idea y su campaña giró en torno a eso: intentar hacer feliz a la gente con promesas y mensajes que nada tenían que ver con los programas políticos al uso. Mientras sus rivales hablaban de escuelas, guarderías y hacían propuestas para mejorar las cuentas municipales, Gnarr no hacía mítines sino que se paseaba por Reikiavic regalando bolígrafos, globos y haciendo reír a la gente con sus curiosas “promesas electorales”, entre ellas conseguir una especie de dinosaurios que aguantara el gélido clima de Islandia, colocar en el centro de la ciudad un Disneypark, o asegurar entradas gratuitas a los menores de 18 años en las piscinas. “Todo empezó como una broma, luego la cosa cambió”, recuerda. A cinco semanas de las elecciones de Reikiavic, el Best Party tenía un 13% de apoyos en las encuestas, poco después alcanzó el 23% y los pronósticos se dispararon después de que el equipo de Gnarr —algunos son músicos de grupos punk, como lo fue él mismo— grabara una canción, uno de los momentos más delirantes del documental Gnarr, y a partir del cual el humorista/alcaldable se dio cuenta de que ya no había posible marcha atrás.
“En ese momento me entró pánico y estuve a punto de desaparecer, de irme a Costa Rica y estar allí unos meses. No lo hice por responsabilidad, no podía defraudar a los que confiaban en mí”, lo dice en tono serio. Así que no tuvo otro remedio que acudir a debates con el resto de los candidatos en los que el humorista defendía la promoción del arte, la creatividad y los valores culturales —”los políticos solo valoran el arte según su precio”, critica— frente a la visión más pragmática de la política municipal. Y ganó con casi el 35% de los sufragios. “Entonces llegó lo complicado. Tengo que reconocer que no estaba preparado y tuvimos que aprender un montón de cosas, como las finanzas, algo que no nos interesaba nada y no entendíamos porque nos confundíamos entre los billones y los millones”, recuerda riendo. En otra de sus ocurrencias, Gnarr exigió a los concejales del partido Alianza Socialdemócrata, con quien se coaligó para gobernar la ciudad, que vieran íntegramente la serie The Wire.
El artista da vida a un alcalde histriónico en una serie de televisión
Fuera bromas —Gnarr se ríe con sonoras carcajadas de sus propias ocurrencias— el humorista recuerda que lo mejor de su paso por la política fue el conocer a la gente y trabajar para mejorar las condiciones de vida. Y lo peor? “Lo más terrible era ver la necesidad y los problemas económicos y vitales de muchas personas. Conocer los suicidios provocados por situaciones desesperadas. Y algo que me aterrorizó fue la agresividad y el grado de hostilidad de los políticos”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.