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Abuelas coreanas en el Grec

Eun-Me Ahn convierte el Mercat de les Flors en una pista de baile

Un momento de 'Dancing Grandmothers', en el Mercat.
Un momento de 'Dancing Grandmothers', en el Mercat.

Una de las perlas de la presente edición del Festival Grec era el espectáculo de la bailarina y coreógrafa coreana Eun-Me Ahn, Dancing Grandmothers interpretado por los jóvenes bailarines de su compañía pero también por una decena de abuelas. Es una pieza vital y dinámica en que tradición y modernidad se entrelazan con imaginación a través de un baile acrobático y fluido en que las frases coreográficas son sencillas e ingenuas. Al final de la función Eun-Me Ahn, que parece una monja budista más que una bailarina contemporánea, tras agradecer los calurosos aplausos, invitó al público que llenaba el Mercat de les Flors de Barcelona, a que subiera al escenario a bailar junto a su compañía, invitación que rápidamente fue aceptada con gran entusiasmo. Con Dancing Grandmothers el público se entretiene y se lo pasa bien, y no hay que entrar en consideraciones sobre la trascendencia de su vocabulario coreográfico.

Este montaje tiene su origen en un viaje que su creadora realizó por las provincias rurales de Corea del Sur, conociendo y filmando a mujeres mayores algunas campesinas pero también farmacéuticas, modistas, carniceras, amas de casa y algunas sin hogar. A todas ellas les dijo que bailaran para ella y recordaran sus canciones de juventud. Eun-Me Ahn comprobó que a estas ancianas, que iban de los 60 a 90 años, el bailar las hacía feliz y de ahí surgió la idea de incluir a algunas de ellas en su espectáculo. Además, las grabaciones de estos videos forman un interesante documental que está presente siempre en escena durante el desarrollo del espectáculo. Sus gestos reflejan la dureza de sus vidas, sus cuerpos hablan del ayer y hoy de Corea.

La primera parte de este montaje está interpretado por nueve excelentes jóvenes intérpretes, que se mueven a una gran velocidad desafiando las leyes de gravedad. Danza urbana, gimnasia y danza acrobática esculpen los cuerpos de estos jóvenes. Su baile lo mece una acertada partitura tecno y a veces reiterativa de Young-Gyu-Jang. Desde los primeros minutos del espectáculo hay que destacar la vistosidad y buen gusto de los vestidos que lucen los bailarines, diseños muy actuales que firma la propia Eun-Me Ahn. Pantalones y blusas estampadas y vestidos multicolores combinados con gusto y elegancia.

Tras este fragmento trepidante y veloz salen a escena las abuelas, unas entrañables mujeres, muy bien arregladas, que bailarán sus temas de juventud y que en todo momento exhibirán una contagiosa alegría. Así las veremos moverse al son del célebre tema de Adamo, Cae la nieve, cantado en coreano entre otros temas, incluso se atreven con un tango. Hay un fragmento muy poético cuando las abuelas bailan un lento en paraje abrazadas a los bailarines de la compañía. Mientras que en la pantalla se forma un bello mosaico con cada una de las abuelas filmadas o se proyectan escenas del fondo de mar, todo el montaje respira una estética naif y es lo que sorprende al espectador que esperaba un baile más fértil e innovador por parte de los miembros jóvenes de la compañía, pues conocía el currículo de Eun-Me Ahn como estudiante de danza contemporánea en Nueva York. Su relación con Pina Bausch, sus trabajos como coreógrafa de la Copa del Mundo de Futbol de su país y otros eventos en el extranjero concretamente en París. Al final del espectáculo abuelas y jóvenes se entregan a una alocada danza en un ambiente discotequero en la que más tarde se unirá el público. Un feliz fin de fiesta.

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