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FESTIVAL JARDINS DE PEDRALBES

Tom Jones desmonta la nostalgia a base de ritmo en Pedralbes

El 'Tigre', en plena forma, conquistó con su banda al público del Festival

Tom Jones en un momento de su actuación en el festival Jardins de Pedralbes.
Tom Jones en un momento de su actuación en el festival Jardins de Pedralbes.Calvera García Paramès

El festival Jardins de Pedralbes prosigue su andadura con notable éxito de público. Un público relativamente maduro que valora, probablemente por igual, tanto el atractivo artístico que discurre sobre el escenario como el encanto del recinto. Además, los responsables del certamen se empeñan en ir añadiendo pequeños alicientes a ese encanto natural del jardín. Este año a los dos Gaudís escondidos en el parque, la sugerente alfombra roja que te recibe en la misma Diagonal o las docenas de hamacas en las que (a condición de llegar temprano pues se acaban enseguida) puedes esperar plácidamente el inicio del evento se han sumado receptáculos con llave para cargar el móvil, carritos de golf para aligerar la caminata a quien lo necesite, obsequio de cremas de belleza (previa cola), exposición de oleos de temática musical,... Y el domingo, como la estrella de la noche era Sir Tom Jones, un fotocall a la entrada con la imagen del Tigre a tamaño natural ante la que ningún móvil se resistía.

Sorteadas todas esas tentaciones la velada se inició con un penetrante riff de guitarra abriéndose paso entre fuegos artificiales (en pantalla de vídeo) como si de un concierto de heavy metal se tratara. Y no fue un concierto de heavy metal pero el ritmo a menudo danzante marcó su ley (con escasas excepciones) durante noventa minutos. No hay duda de que un concierto de Tom Jones es pura nostalgia pero el galés no ha cedido ante lo que podía ser una aparente facilidad y ofreció una actuación de sorprendente contundencia que, ya parece una norma en este festival, puso a todos los presentes a bailar entusiasmados.

Y no había para menos. Tom Jones ofreció en Pedralbes un concierto rotundo, sin apenas concesiones a la mencionada nostalgia y cuando lo hizo fue para desmontarla a base de ritmo. Acompañado de nueve músicos, incluyendo esporádicamente un acordeón y un sousáfono que hasta hizo solos, Jones se mostró en perfectas condiciones vocales. Su voz sigue siendo un cañonazo y no ha mermado con el paso de los años (y ya van 78 en su cuenta personal).

FESTIVAL JARDINS DE PEDRALBES

Tom Jones.

Palacio real, 24 de junio.

MIQUEL JURADO

Con un magnífico acompañamiento pagó diversos tributos, de Elvis Presley a Prince, de diversos y poco conocido bluesmen (Blind Willie Johnson, Billy Boy Arnold, Little Willie John) a Louis Armstrong, Salomon Burke, Leonard Cohen, Randy Newman. Fue del country con reminiscencias sureñas al rock más potente, mezcló los espirituales negros con el rhythm and blues, eludió las baladas acarameladas pero no pudo evitar (nadie esperaba que lo hiciera, más bien al contrario) sus clásicos Sex Bomb, It’s Not Unusual, What’s New Pussicat y esa increíble Delilah que sigue levantando al personal que canta desaforadamente ese himno a la violencia de género probablemente sin saber lo que está cantando. Si alguien publicara hoy una canción como Delilah seguro que lo crucificaban pero Sir Tom la sigue cantando desde 1965 como si nada y su público se sigue entusiasmando con la exaltación de ese crimen machista que ni el poético y repetido choque de rosas en la pantalla puede ocultar.

Un concierto de los que, olvidando el mensaje de Delilah, te levantan el ánimo, cerrado además con el apabulle de una soberbia revisión del Strange Things Happen Everyday nada menos que de Sister Rosetta Tharpe.

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Bailando en las butacas

Tom Jones está en forma, seguro que el próximo año repetiremos con gusto la experiencia, a esperar.

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