Ángela de la Cruz expone por primera vez en Barcelona
La célebre artista elige Bombon Projects, una galería dirigida por uno de sus asistentes más emblemáticos
Es una de las artistas vivas más cotizadas del mundo y la única española (también entre los artistas hombres) nominada para el prestigioso Premio Turner, el Nobel del arte. En poco más de una década Ángela de la Cruz (A Coruña, 1965) ha pasado de ser una casi desconocida a convertirse en un fenómeno planetario. Sus apariciones en España han sido contadas y siempre de la mano de pesos pesados del galerismo patrio como Helga de Alvear o CarrerasMugica. En cambio para Barcelona, donde nunca ha expuesto antes, ha elegido Bombon Projects, una galería que acaba de cumplir su primer año de vida, dirigida por una pareja de treintañeros, Joana Roda y Bernat Daviu, uno de los asistentes más emblemáticos de la artista gallega afincada en Londres desde 1987.
Como es conocido, en 2010 De la Cruz sufrió un derrame cerebral, que tras una dura rehabilitación la dejó en silla de ruedas y con serias dificultades para hablar, pero sin quitarle un ápice de su inteligencia, lucidez y anhelo creativo. “Ángela siempre trabajó con asistentes, pero tras el incidente su colaboración se ha hecho imprescindible para que pueda continuar a desplegar su personalísimo universo artístico”, explica Bernat Daviu. “Ahora se siente como una directora de cine. Además interviene de muchas formas en la obra, con la silla de ruedas pasa encima de las telas colocadas en el suelo o se las hace apoyar en la pared a su altura para poderlas rallar”, continúa, el artista, codirector de Bombon, que tras haber trabajando varios años en el estudio londinense de De la Cruz ahora colabora en proyectos puntuales.
Es el caso de esta muestra bautizada Apaño, un nombre muy vinculado a su lenguaje artístico, en la cual comparte espacio con Daviu y otro de sus asistentes más veteranos, el griego Vasili Asimakopoulos. “Las obras de Ángela, que siempre responden a las medidas y proporciones de su propio cuerpo, se sitúan a caballo entre la pintura y la escultura, desafiando con aguda ironía los límites de las dos disciplinas. En este caso las piezas, que evocan la piel o la ropa, son despojadas de su majestuosidad para aparecer como prendas de vestir en una tienda”, explica Joana Roda, apuntando que antes de convertirse en galería el espacio de la calle Trafalgar acogía una tienda de ropa al por mayor. “De ese modo las obras desafían también el espacio cuasi sagrado de la galería, cuestionando su concepto y su papel, para abrirse al público sin reservas como cualquier tienda a pie de calle”, continúa Roda, cuya imagen se multiplica gracias a la famosa, pero ya pasada de moda forma del espejo Ikea intervenido por Daviu con olas de colores. "Es una obra modular que se puede montar generando infinitas combinaciones", explica el autor.
Las chaquetas petrificadas con polvo de mármol de Asimakopoulos contribuyen a dar al conjunto un aspecto fantasmal. “Las obras de Ángela dejan en el espacio la sensación de que algo violento y visceral ha pasado. Sus superficies minimalistas perfectamente pintadas han sido dobladas, pegadas y enrolladas para finalmente ser colgadas en la pared o abandonadas en el suelo como un eco, una huella de lo que fue”, indica Roda. Es el caso de Extensión, una forma icónica en la obra de de la Cruz que plasma el mestizaje entre pintura y escultura, como la tela pintada de blanco inmaculado que reposa enrollada contra una pared o la gran bola de tela pintada, arrugada y amasada como si fuera un viejo papel para tirar. La muestra se podrá visitar hasta el 19 de mayo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.