Cuando la arquitectura era dibujar y dibujar
Una exposición del COAC repasa la trayectoria conjunta de Òscar Tusquets y Lluís Clotet que han cedido su fondo documental al archivo histórico del colegio
Un notario de Barcelona tenía tal lío para describir en las actas cómo y con qué lindaban los pisos de un edificio que no tuvo otro remedio que pedir auxilio a los arquitectos que lo diseñaron. Esos dos arquitectos eran Òscar Tusquets y Lluís Clotet y el edificio en cuestión era la Casa Fullà que levantaron en el barrio del Guinardó, de Barcelona, en 1967 y a la que ellos bautizaron con el nombre Construyendo la libertad.Una idea que casaba perfectamente con el espíritu de los dos de entender la arquitectura, bastante disidente de los cánones al uso: “Era una casa un poco loca, todos los pisos eran diferentes, lo único que compartían era la ubicación de las cocinas y los lavabos que estaban en el centro de las viviendas”, explicaba Tusquets ante los dibujos y fotografías de ese edificio. Viviendas que fueron ocupadas por no pocos artistas y gente de la cultura barcelonesa, entre ellos el poeta Joan Brossa que les dedicó un poema jugando con retazos de los informes de construcción de la casa. Una poesía que se puede leer en la exposición Clotet-Tusquets (1960-1980) en el Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC) que han organizado y diseñado conjuntamente los dos arquitectos que iniciaron su andadura profesional en 1964 al fundar el Studio Per. Después de 20 años juntos, cada uno continuó con su exitosa trayectoria por su lado con premios y obras reconocidas, entre ellas la Vila Olímpica o la ampliación del Palau de la Música.
El fondo documental de esa etapa común —y el conjunto de la trayectoria de Tusquets— lo han cedido al COAC, una institución que atesora un completísimo fondo de documentos y proyectos en su archivo, considerado uno de los más importantes de Europa.
Aquella complicidad se notaba en sus explicaciones en un paseo comentado por la exposición que ocupará hasta abril dos plantas de la sede del COAC. “Le pusimos el nombre de Banc catalano como ironía por la Banca Catalana”, decía riéndo Tusquets ante el modelo de banco que diseñaron en 1975 y que se sigue haciendo en la actualidad. Tiempos en los que eran arquitectos y diseñadores de todo, desde lo más elemental a un edificio: “dibujabas igual una tienda de alta fidelidad, una peluquería, unas estanterías, —como la Hypóstila—, un extractor de humos o lo que hiciera falta. Entonces el instrumento fundamental de la arquitectura era el dibujo. A dibujar dedicábamos el 90% del tiempo y el 10% a la gestión. Luego empezó a cambiar esa proporción y ahora es casi a la inversa. Fueron años difíciles pero también muy optimistas”, apuntaba Clotet ante uno de los múltiples dibujos de la muestra que incluye fotografías y libros publicados por ambos.
Los dos fueron los autores del proyecto urbanístico del Liceu al Seminari que les encargó Narcís Serra, entonces alcalde de Barcelona. La idea era trazar un eje cultural entre las instituciones y edificios ya existentes y esponjar Ciutat Vella: “de aquel proyecto más o menos se hizo un 20%”, reconoce irónico Tusquets ante su propuesta de reforma del mercado de la Boquería que reculaba hacia la Gardunya generando una plaza junto a La Rambla.
Sin problemas con Millet
Proyectos con historias. Como el Belvedere Georgina en Llofriu que levantó una considerable polvareda cuando plantaron una estructura de columnas para ocultar una vivienda que se asomaba en medio del monte: “era arquitectura de protesta y paradoja”, resumía Tusquets. Los dos se presentaban a concursos. Algunos los perdían, como el de la ampliación de la sede del colegio de arquitectos en 1976 y otros los ganaban, como el de la Facultad de Medicina del Clínico en 1979. Un proyecto que dejaron dos años después: “nos expulsaron de la obra después de que nos quejáramos de que no se estaba siguiendo el proyecto”, apuntaba Clotet. La constructora a la que se le adjudicó el proyecto fue Fomento y tuvo tanto poder de convicción — los arquitectos sospechan que algo más— que impuso a sus arquitectos y su propuesta.
También fueron los autores de la ampliación del Palau de la Música que acabó en solitario Tusquets: “tengo que decir que Millet y Montull nunca nos hicieron firmar nada extraño. Aunque también reconozco que algunos constructores sí explicaban cosas raras con las facturas”, aclaraba Tusquets que no se libró de declarar en la causa del saqueo.
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