Pavana para una orquesta muy viva
La versatilidad de la Sinfónica junto al talento de su titular y de Alexéi Volodin redondean una brillante actuación en A Coruña
La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) ha celebrado en A Coruña sus conciertos de abono de viernes y sábado bajo la dirección de Dima Slobodeniouk. En programa, dos obras de Ravel, la Pavana para una infanta difunta y la música del ballet Daphnis et Chloé. Entre ambas, la Rapsodia sobre un tema de Paganini, op. 43 de Rajmáninov, con el pianista Alexéi Volodin como solista.
La del viernes era la primera actuación de su titular al frente de la orquesta gallega tras su primera y exitosa experiencia al frente de la Filarmónica de Berlín, con tres conciertos en su mítica sede de la Philharmonie. Algunos de los aficionados echaron en falta un mayor calor en el recibimiento dispensado por el público en el Palacio de la Ópera. Probablemente, la mayoría de los asistentes no había tenido constancia de la importancia real de esa actuación del maestro ruso al frente de una de las orquestas más prestigiosas del planeta.
Volodin es un pianista de impecable técnica, dotado de gran temperamento y sensibilidad. Su gran control del sonido, con una gama dinámica muy matizada, y su disposición de planos sonoros propician un fraseo de gran naturalidad e idónea adecuación estilística. Su fuerte temperamento lució especialmente en la expresión de los pasajes más contrastados dinámicamente, viajando desde la más vigorosa sensación de ascenso y marcha imparables a preciosos momentos del más sensible lirismo.
Por su inigualable talento como orquestador, Maurice Ravel es uno de los autores más propicios para la manifestación de las mejores cualidades de una orquesta. la Sinfónica mostró esa maleablidad que a caracteriza desde hace ya años, más allá del mero lucimiento. Desde la serenidad absoluta de la Pavana para una infanta difunta, Slobodeniouk obtuvo –más allá de un espléndido rendimiento sonoro- un brillante demostración de su musicalidad.
La música para ballet de Daphnis et Chloé era obra preferida de entre la suyas para el compositor vasco francés. No es extraño que el viernes se convirtiera en otro gozoso momento para músicos y público. Gran actuación de la orquesta en su conjunto y para cada una de las secciones y solistas. La gran ovación de despedida superó sin duda a la inicial de saludo. El público coruñés puede estar -y está- orgulloso de su orquesta y su director.
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