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Del cencerro a la música, así suena la ciudad

Una exposición en CentroCentro reflexiona sobre el sonido como elemento de construcción social a lo largo de los siglos

'Taking a Life for a Walk. Retrato de la compositora Caroline Kraabel', incluido en la muestra.
'Taking a Life for a Walk. Retrato de la compositora Caroline Kraabel', incluido en la muestra.GRAHAM TURNER

A menudo, tendemos a ignorar aquello que no vemos y olvidamos que hay otro tipo de elementos, como el sonido, imprescindibles en la construcción de nuestra identidad social. La exposición Charivaria (en CentroCentro —plaza de Cibeles, s/n; hasta el 28 de enero) aborda el posicionamiento de las personas en el espacio público a partir de relatos centrados en los sonidos de herreros, campanas, sirenas, cencerradas, celebraciones, música y protestas. “Un homenaje a la cultura de la escucha”, apunta José Luis Espejo, comisario de la muestra junto a Andrea Zarza.

Charivaria es una experiencia auditiva que se apoya en otro tipo de recursos (visual, documental, de archivo y plásticos) para contar una serie de relatos sincrónicos que abarcan desde los inicios de la Edad Moderna en Europa hasta la actualidad. “Nos centramos en el sonido como elemento del espacio público y analizamos su impacto en distintas épocas”, explica Espejo. Y añade: “En el caso de los músicos callejeros, su representación va desde ilustraciones del siglo XVI hasta vídeos actuales, y todos ellos simbolizan la misma idea: sentir la calle a través del sonido”.

El nombre de la exposición hace referencia a la cencerrada (en francés, charivari), una costumbre popular que utilizaba el ruido de estas pequeñas campanas de metal para humillar y que acabó convirtiéndose en una forma de protesta y desobediencia civil. De esta práctica nació la revista francesa de sátira política Charivari. “En este caso vemos cómo otro uso del sonido puede construir un mensaje diferente e influir en aspectos políticos”, explica Espejo.

La muestra —en la que han participado más de 90 personas entre artistas, escritores, periodistas y compositores— también aborda el papel de los primeros oficios (caldereros, herreros, latoneros, cuchilleros y chisperos) expulsados de las ciudades por el sonido que emitía su trabajo.

Carros de bueyes

La cultura sonora desarrollada en torno al carro de bueyes también tiene un papel importante en la creación del sonido. “Los ejes de aquellos carros eran afinados de manera intencionada, convirtiéndose en un sonido muy identificativo de la época”, cuenta el comisario de Charivaria. Y prosigue: “Representa un antecedente del diseño sonoro actual, presente, por ejemplo, en las botellas de plástico, cuyo sonido evoca la imagen de hielo, o los cierres de los perfumes que transmiten la idea de frescura; detrás de estos sonidos hay siempre un diseñador”.

La exposición cuenta además con un programa de visitas y actividades paralelas. El 11 de noviembre tendrá lugar Cosmoaudición urbana y escucha profunda en la Villa de Madrid, un recorrido por el paseo del Prado a cargo del artista Rafael Sánchez-Mateos Paniagua, que propone un ejercicio de escucha, no solo de lo que hay actualmente en la ciudad, sino también de aquello que hubo y de lo que podría haber. “Habrá varias paradas en las que los participantes intentarán escuchar, por ejemplo, el arroyo de Prado Viejo, que pasaba antiguamente por allí, o el puente que cruzaba la plaza de Cibeles”, cuenta Sánchez-Mateos.

Un paseo anómalo en el que, a diferencia de otras visitas guiadas, predomina el silencio. “Es un trabajo de atención profunda en el que se interpreta la ciudad y su historia a partir de los sonidos”, añade el artista, quien ha creado esta pieza exclusivamente para la exposición. Aquellos interesados pueden inscribirse enviando un correo a coordinacion.centrocentro@madrid-destino.com. “Será una especie de revista caminada en la que también participarán varios personajes relacionados con la cosmoaudición y la importancia de la escucha activa”, concluye.

“El ruido es indelimitable”

Según el escritor Pascal Quignard, el sonido es “indelimitable, no entiende ni de paredes ni de tapices” y atraviesa lo público para introducirse en lo privado, y viceversa. De esta premisa parte la exposición.

Una sección está dedicada a mostrar el trabajo de músicos y artistas que toman la calle como escenario para construir identidades subalternas, históricamente asociadas a la pobreza. Otro apartado se centra en el sonido como medio fundamental de carnavales, festividades invernales, solsticios y procesiones.

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