¿Pero había que pedir permiso para apoyar la paz?
La comunidad musulmana anula una manifestación contra el terrorismo tras olvidarse de la autorización gubernativa
Cargados con un centenar de pancartas y dispuestos a concentrarse contra el terrorismo, unos 300 miembros de la comunidad musulmana de Madrid se vieron obligados ayer a anular la manifestación que habían convocado en la plaza de Lavapiés. El motivo de la cancelación fue que no habían solicitado permiso a la Delegación de Gobierno, entidad que se encarga de este tipo de trámites. Después de asistir al rezo en la mezquita de Bangladés (calle del Amparo), varios centenares de musulmanes de todas las edades comenzaron a bajar por la calle del Tribulete en dirección a la plaza, cuando otros compañeros pararon la marcha. Dos hombres subieron sobre sus hombros a otro que comenzó a gritar en bengalí: “La manifestación se ha suspendido. Se aplaza al viernes que viene”.
Las primeras hipótesis que comenzaron a escucharse entre el reducido grupo que permaneció en el lugar —la gran mayoría se disolvió sin llegar a pisar la plaza— hablaban de que el atentado de Londres de esa misma mañana había provocado que la organización cancelase el evento. Finalmente, resultó que el responsable de solicitar la marcha no había entregado la documentación debida a la Delegación. “Siempre hemos pedido permiso al Ayuntamiento cuando hemos realizado cualquier evento, y no ha habido problema”, señaló Ahlahi.
A la manifestación estaban invitadas varias mezquitas de Madrid. El secretario de la Comisión Islámica de España, que acudió al encuentro, Mohamed Ajana Elouafi, se lamentó de que por un pequeño error no se hubiese podido realizar la manifestación en favor de la paz. “Siempre creemos que hacer este tipo de cosas es fácil, y se nos olvida que hay que realizar trámites para que salga bien”, comentó. Ajana imparte el rezo como imán en otra mezquita del barrio. Explica que la principal causa de la islamofobia es el miedo irracional del ser humano ante lo desconocido. “Vemos a un extraño y antes de conocerlo pensamos que es mala persona. Después, cuando pasas tiempo con ese hombre, te das cuenta de que es como tú”, relató.
Alam, que es de Bangladés, lleva viviendo 17 años con su familia en España y manifiesta estar contento. Por ese motivo, aseguró, quiere salir a la calle y demostrar que los musulmanes no son terroristas. “El sufrimiento de España es mi sufrimiento. Misma sangre, mismo dolor. Lo sentimos como nuestro país”, explicó. Normalmente acude a la mezquita y colabora en actividades sociales en el barrio.
Algunas asociaciones del barrio destacaron los esfuerzos de integración que lleva a cabo la comunidad musulmana. “Los conocemos desde siempre. Solemos acudir a los actos que organizan”, afirmó una vecina mientras sostiene una pancarta.
El próximo viernes, la mezquita de Bangladés volverá a abrir sus puertas al rezo. Los niños vestirán ropas coloridas y sus padres les cogerán de la mano y sostendrán pancartas: “El Islam es paz”, “No en mi nombre” o “El islam prohíbe asesinar a cualquier persona”, entre otras. El próximo viernes, si todos los papeles están en regla, la comunidad musulmana saldrá a la calle para reivindicar la paz y su rechazo al terrorismo.
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