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Una velada con aroma a gran festival

El Canet Rock reúne en el escenario a grandes figuras del rock y el 'indie' catalán

Gossos durante su actuación en el festival Canet Rock 2017.
Gossos durante su actuación en el festival Canet Rock 2017.Vicens Tomas

Canet de Mar emana aroma a festival en cada esquina. En las terrazas no cabe un alfiler y las tradicionales paradas de embutidos y bisutería a lado y lado de la riera Sant Doménec, se tiñeron este sábado de camisetas de grupos y de referencias al festival Canet Rock. En una de las mesas, unos jóvenes venden pulseras hechas a mano mientras tararean la letra de Una lluna a l’aigua, una de las canciones que abanderan el último disco de Txarango, sin duda uno de los cabeza de cartel.

Se acercan las seis y empiezan las procesiones de asistentes que enfilan la cuesta hasta la explanada donde se celebra la cuarta edición del festival des de que se recuperó. A las puertas del recinto, Lola y Míriam esperan sentadas en un lado para reunirse con el resto del grupo. Es el primer año para estas dos pequeñas seguidoras de los valencianos Zoo. Enfrente se encuentra el grupo de Alex, cerveza en mano. “Es un festival diferente. Lo pueden disfrutar jóvenes y familias por igual” asegura.

En el interior, el público se dispersa en pequeños grupos que ocupan la gran explanada de césped. En uno de los puntos más altos del recinto, con vistas al mar y sobre un pareo esperan Marc y Marina. Este joven ha venido expresamente de Tàrrega (Lérida) enfundado en una típica barretina catalana para asistir al Canet Rock. “Al caer en sábado y durar solo un día he podido escaparme del trabajo”, explica Marc. La concentración de grupos en una única velada también es una de las razones que han convencido a María para estrenarse en el festival. “Es económico, una noche de desenfreno y diversión. Este año tocaba apuntarse”, señala.

Los primeros curiosos se acercan a las numerosas paradas de comida. La oferta va desde smothies y batidos hasta churros y cocina mexicana. Incluso hay una parada donde sirven tostadas de jamón con tomate. Una de las más concurridas es el puesto de raviolis. Mariona y Jordi hacen cola mientras sus dos hijas pequeñas, Bruna y Elna, corretean al ritmo de la música. “Es un festival más para público adolescente y no está del todo adaptado para niños”, asegura Jordi. Aun así, esta pareja celebra un programa que promueve la “cultura catalana” y esperan poder aguantar hasta el concierto de Sopa de Cabra.

El ritmo de la percusión y la batucada del grupo Hora de joglar parece surgir un efecto imán en el público que poco a poco se empieza a congregar a los pies del escenario. Los sobreros de paja se multiplican por momentos y las banderas empiezan a ondear, celebrando quizás que la lluvia aún no ha hecho acto de presencia a pesar de los pronósticos.

La atmósfera cambia completamente con la salida al escenario de La iaia. Al compás de una guitarra acústica y con una delicadeza especial, el trío de Manresa ha mostrado el repertorio de su último trabajo Tornar a ser u. El sonido orgánico marca de la casa fusionada con ritmos eléctricos especialmente bailables hacen las delicias de un público especialmente entregado. Les sigue Gossos que repasan los temas de su trabajo Oxigen. Un buen inicio para una velada que promete ser intensa.

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