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Conductores de la EMT denuncian un aumento de las agresiones en los últimos meses

Varios afectados afirman que también reciben insultos y protestan por la falta de respaldo de la empresa

De izq a dcha: Manolo Martin, Felipe Arias y Fernando Carrasco, conductores de la EMT agredidos
De izq a dcha: Manolo Martin, Felipe Arias y Fernando Carrasco, conductores de la EMT agredidosJaime Villanueva

La UGT de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT) denuncia que las agresiones físicas a los conductores son frecuentes. Según el secretario de comunicación del sindicato, Javier Jesús Herranz, y varios empleados que fueron agredidos, en los últimos meses aumentaron los incidentes (el año pasado hubo 104 incidentes según la EMT, 15 más que en 2015). Además, los conductores denuncian que los insultos que reciben "ya son una costumbre diaria" y que la EMT  les niega la asistencia psicológica cuando se producen altercados. Por su parte, la empresa municipal manifiesta que "todos los trabajadores agredidos son atendidos óptimamente por la empresa" y aseguran que disponen de un servicio médico propio, además de un sistema de prevención de riesgos laborales a disposición de los empleados. 

"La realidad de las agresiones no se refleja en las estadísticas porque los conductores que son insultados o maltratados ni siquiera redactan el parte de incidencia", critica el Secretario General de la UGT en la EMT, Juan José Castañeda Soriano. Esta versión es compartida por Manolo Martín, que lleva 17 años en la empresa y trabaja como conductor en la línea 36, que cubre el trayecto desde Campamento hasta Santa María de la Cabeza. El madrileño asegura que lleva alrededor de 600 viajeros cada día en su autobús.

La agresión más grave que sufrió fue en junio de 2015, cuando un conductor con el que chocó levemente le dio un puñetazo en el tabique nasal a través de la ventanilla del autobús, lo que le produjo una lesión en el propio tabique además de un traumatismo cervical severo. "Al día siguiente del suceso fui al gabinete médico y jurídico de la EMT para contar la agresión. Me dieron unos 10 días de baja por accidente laboral y solicité un psicólogo pero me lo denegaron", protesta. Tuvo que recurrir a un profesional de la Seguridad Social y su baja se prolongó durante nueve meses. 

Felipe Arias, lleva una década trabajando como conductor de la EMT en la línea 66, que va desde Cuatro Caminos a Fuencarral. Arias ha sufrido dos agresiones físicas desde que comenzó en la EMT pero asegura que los insultos son constantes. "Que se acuerden de nuestros familiares los viajeros que se suben al bus cada día es habitual. Incluso la empresa pone nuestra palabra en entredicho por si hemos sido nosotros los que hemos generado el conflicto", cuenta.

Arias sufrió la última agresión el pasado 23 de mayo, cuando una mujer entró en el bus y empezó a golpearle por la espalda por haberle recriminado a su hijo, de unos 12 años, que le hubiera increpado al dejarles cruzar en un paso de peatones. "Me di la vuelta para que me pegara en la espalda y los hombros y no en la cara, golpes por los que tuve una contractura en el trapecio izquierdo, además de varios arañazos y moratones. Después me negué a llevar el autobús a la cochera, me temblaban las piernas", explica. El conductor está de baja con anseolíticos. "En el gabinete médico de la EMT recibí un trato horrible. Te hacen contar lo que sucedió de 50 maneras diferentes porque buscan dirimir la parte de responsabilidad que a ellos les corresponde", afirma. Además, según el afectado, la empresa le obligó a coger la baja alegando "enfermedad común".

"Ha habido agresiones de arma blanca a conductores, incluso un ciudadano un día la emprendió a palos con un conductor. En Carabanchel u Orcasitas por ejemplo, en ocasiones nos tiran piedras a las ventanas del autobús", se queja Fernando Carrasco, un conductor que lleva 17 años conduciendo en la línea H, que llega el campus universitario de Somosaguas.

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El último enfrentamiento que ha sufrido ha sido con dos estudiantes de unos 22 años que le increparon y le dieron golpes leves en el hombro, supuestamente por no haberse detenido en una parada. "Al día siguiente entregué el parte de incidencias explicando la situación y en la EMT me dijeron que había que tener paciencia. Estamos totalmente desprotegidos por la empresa", comenta. Hace un par de años ha estado de baja por ansiedad y reconoce que en muchas ocasiones ha trabajado con tensión e incertidumbre sobre lo que podría pasarle en el autobús cada día. 

"Si me vuelve a ocurrir un episodio parecido igual me doy de baja porque la empresa solo me lo va a poner difícil", manifiesta Carrasco. Martín mantiene una postura similar. "Si llego a saber lo que sé ahora no hubiera entrado en la empresa. Como conductor no tengo ningún tipo de calidad de vida, y tengo que aguantar porque con 53 años no me queda más remedio que jubilarme aquí", reconoce.

Numerosas contradicciones

Por su parte, la EMT se defiende y explica que " cuando un empleado sufre una agresión física se pone en marcha "un protocolo perfectamente definido". Según la empresa, los pasos a seguir son: asistencia al conductor en el lugar por un miembro del servicio jurídico de la EMT (además de que se alerta a la policía y al SAMUR), acto seguido, el responsable de Relaciones Laborales del Centro de Trabajo al que está adscrito el empleado contacta con la persona para conocer su estado y el alcance de la lesión.

A continuación, según la EMT, al lugar del incidente acude un inspector de la EMT "que asiste en todo momento al trabajador", después se elabora un parte de lesiones (y se hace un traslado al hospital si es necesario), se toma declaración y se hace denuncia si es necesario, a parte de comunicar la agresión al Comité de Seguridad y Salud de la empresa. Además, "en caso de necesitarse se proporciona asistencia psicológica al trabajador" y por último, "desde el centro de operaciones se envía un conductor sustituto para continuar con el servicio que desarrolla el conductor afectado".

La empresa afirma que "cuando el trabajador está apto para volver, pero esto puede tener connotaciones psicológicas, se le ofrece un cambio de línea o de puesto". Este protocolo se contradice con la versión de Carrasco, Martín y Arias. Los afectados comentan que algunos compañeros fueron obligados a seguir conduciendo después de sufrir una agresión. "Solucionaron estas situaciones poniendo un escolta detrás del asiento del conductor para proteger al empleado, pero el conductor siguió en el mismo autobús", critican.

Sobre la supuesta obligación de la EMT a los conductores de coger la baja alegando "enfermedad común", la EMT sostiene que "es absolutamente falso que se haya presionado a ningún trabajador para modificar el tipo de baja laboral", Un portavoz asegura que si hay lesiones físicas, la agresión se tramita como "accidente de trabajo", y si no hay lesiones físicas, el incidente se registra como "enfermedad común" por tener resultados "meramente psicosomáticos". 

A pesar de las normas que la empresa manifiesta que desarrollan, los conductores agredidos denuncian que "se sientes solos en su trabajo". "No somos personas, para la EMT solo somos números", concluye Carrasco.

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