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El peso del éxito pasa factura a Ivan Vasiliev en Terrassa

El bailarín ruso sí cumplió las expectativas en el paso a dos de ‘Don Quijote’

Vasiliev en uno de sus saltos, en una foto de promoción.
Vasiliev en uno de sus saltos, en una foto de promoción.Charles Thompson

El numeroso público que llenaba a rebosar el Centre Cultural de Terrassa y que recordaba la última actuación de Ivan Vasiliev en el Gran Teatro del Liceo en 2012, quedó perplejo cuando le vio salir a escena. El bailarín ruso ha engordado peligrosamente, su mirada simpática y picara se ha vuelto dura y su baile ha perdido disciplina. El peso del éxito le ha pasado factura y tras la actuación se duda que este intérprete se convierta en un mito de la danza como lo son Nureyev o Barishnikov.

La primera pieza que el artista interpretó en Terrassa fue el paso a dos Amadeus, un estreno mundial con música de Mozart del Andante del Concierto para piano núm. 21, que fue interpretada en directo por el compositor y músico catalán, Albert Guinovart. Vasiliev, que también firma la coreografía, bailó esta pieza con Oxana Bondareva, del Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Se trata de una pieza de estilo contemporáneo sin interés creativo, y que evidenció ciertos desajustes en la interpretación. En un afán de ser original, los bailarines abandonaron el escenario por el patio de butacas, bebiendo agua de una botella de plástico.

Donde realmente brilló Vasiliev, como era de esperar, fue en el paso a dos de Don Quijote, de nuevo con una correcta Bondareva, pieza con la que finalizó el programa. El bailarín hipnotizó al público con su gran salto alado y sus múltiples giros, no tan nítidos como en otras ocasiones. Su actuación pecó de afectada, pero no hay que escatimar elogios a sus grandes condiciones técnicas, que rozan lo sobrenatural, aunque últimamente se ha descuidado.

Sin embargo, lo mejor de esta Gala de estrellas rusas fue la calidad y virtuosismo de las cuatro parejas participantes, procedentes del Ballet Bolshoi, Ballet Mariinsky, Ballet Nacional de Polonia y Teatre Russian State Ballet y la agilidad con que se desarrolló. Una de las parejas más aplaudidas fue la formada por Diana Kosireva y Alexandr Smolianinov magníficos en Las llamas de París y en el Adagio de La Bayadera. Él fue el rey de la noche. Maria Mishina y Andrei Bolotin brillaron en El Corsario para rendir al público con su sublime interpretación en La Sílfide. Una delicada Anna Scherbakova junto a Dmitri Kotermin embelesaron en Palitra Zhizni y en la variación del Cisne negro del Lago, mientras que Chinara Alizade y Vldimir Yaroshenko mostraron una técnica matemática en La bella durmiente y La Tempestad.

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