Pintar sin pintura
El Museo Can Framis expone 40 obras matéricas y minimalistas de Jordi Alcaraz
No es metapintura, pero casi. Las obras recientes de Jordi Alcaraz (Calella, 1963) tienen mucho de autorrepresentación ya que los elementos, materiales e incluso títulos que utiliza este sutil y sugerente creador potencian la idea de obra de arte, pese a que si hay algo que caracteriza las cuarenta obras que presenta en la exposición Esborradís en el Museo Can Framis de Barcelona (hasta el 11 de junio) es la ausencia de pintura. Sus marcos, muchas veces idea primigenia de la obra, son contundentes, muchos antiguos, otros creados por el propio artista. El cristal manipulado (en este caso metacrilato) juega un papel activo dentro de la obra. Nada de superficies planas que protegen óleos o acuarelas; casi todos están agujereados, se ondulan hacia el interior o se enroscan hacia afuera y acaban siendo parte de la materia para crear.
Y como elemento de color, solo tinta negra que mancha el marco, el lienzo y el papel o elementos como los libros que tanto le gusta usar a Alcaraz en estas obras que se mueven entre el expresionismo matérico el minimalismo.
“Leo más que miro cuadros de pintura y en cambio soy incapaz de escribir y de hablar de lo mío”, señala el artista, parco, en efecto, en palabras, durante la presentación de sus últimos trabajos, después de estar ausente en Barcelona cuatro años, quizá por su apretada agenda internacional. En Estados Unidos, Italia, Francia, Eslovenia, Bélgica y Alemania, han visto sus últimas obras. Ahora prepara su participación (en varias galerías) en Arco, dentro de un mes. “La exposición es una biblioteca de errores, todos los cuadros que podría hacer y todos los que no podría, quedan aquí guardados; reducidos a tinta”, explica.
Las obras de Alcaraz, creadas, muchas de ellas, mediante procesos violentos: los agujeros del cartón se producen tras lanzar piedras y los del metacrilato aplicando fuego, tienen, también, mucho de sensual, por su extraña delicadeza. Como Historia de la pintura: apenas el material plástico deformado en una de sus esquinas enmarcado en negro; Autorretrato, un óvalo recortado que simula un rostro en el metacrilato sobre el fondo de cartón; Partitura, unos alambres que parecen volteados por el aire unidos al elemento transparente o Ideas de pintura, una obra en la que el elemento plástico se ha convertido en pequeñas cavidades en las que la tinta depositada se ha escapado dejando unos pequeños regueros, finos como hojas de espadas.
En algunas de sus creaciones el artista, que ha sido grabador y escultor, ha colocado espejos escondidos para ilustrar “un diálogo interior”, como en Historia de una pintura, que habla de “todas las pinturas figurativas posibles” ya que el espectador se refleja en ella, mínimamente distorsionado por la película del metacrilato, por lo que acaba formando, sin querer, parte de ella.
A Alcaraz le gustan los libros antiguos, incluso centenarios, que utiliza como un objeto para crear que manipula (otra vez) o muestra como si fueran objetos religiosos y sagrados enmarcados; como en Libro de relojería, Libro de Plegarias o Pequeño libro erótico, o cubiertos por una enorme mancha de tinta que parece estar líquida y fresca como en Desaparición de una novela, o en Proyecto para un ejercicio de desaparición, en los que las letras parecen haberse diluido para pasar a formar parte de la enorme mancha de tinta que se ha colado por el orificio del libro.
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