Núñez alquilará la Casa Lleó i Morera tras no poder abrirla al público
La Generalitat aún ve posible que se abra, mientras que el Ayuntamiento asegura que la empresa no ha presentado una propuesta en firme
Ocho escalones separan a Núñez y Navarro y al Ayuntamiento de Barcelona. Los mismos que impiden acceder a todo el mundo a la Casa Lleó i Morera, la joya modernista construida por Lluís Domènech i Montaner en la esquina de Passeig de Gràcia y Consell de Cent. Al no encontrar una solución pactada entre los técnicos de patrimonio municipal y los propietarios para salvar los escalones o buscar un acceso alternativo y para todos por otro lugar de este edificio singular que estuvo abierto al público desde 2014 hasta mitad de 2016 y así cumplir la normativa de accesibilidad de la Generalitat, ha llevado a la empresa constructora a tomar la decisión de cerrarla definitivamente y alquilarla a una empresa para que instale allí sus oficinas.
Los peores augurios se han cumplido. La Casa Lleó i Morera una de las joyas modernistas de Barcelona, obra de Lluís Doménech i Montaner situada en la llamada Manzana de la Discordia, volverá a ser patrimonio solo de unos pocos, en concreto de la empresa o grupo empresarial que la pueda alquilar para instalar sus oficinas y desarrollar su actividad. Así lo aseguran fuentes de la empresa Núñez y Navarro, propietaria del edificio desde 2006 que, tras cerrar sus puertas a las visitas en verano por expirar el permiso provisional de apertura con el que abrió en 2014, recibió el pasado 21 de diciembre una notificación del Ayuntamiento en la que se asegura que carece de permiso para abrir al público el piso noble de este edificio, como ha venido haciendo en los dos últimos años.
El cierre se produce tras no llegar a un acuerdo entre las administraciones y los propietarios de la vivienda por problemas de accesibilidad, en concreto por los ocho escalones situados a la entrada de la casa, insalvables para personas con movilidad reducida sin la instalación de algún mecanismo automático, algo que no se ha permitido porque afectaría a los importantes elementos decorativos. La no accesibilidad incumple, a ojos de la Generalitat el Código Técnico de Edificación de obligado cumplimiento para todos los edificios abiertos al público por lo que la vivienda se cerrará a partir de ahora al público.
Las propuestas que en su día presentó el Ayuntamiento a la inmobiliaria eran, fundamentalmente, dos: la posibilidad de construir un ascensor desde la planta baja del edificio, ocupada por la marca de lujo Loewe desde 1943 y, la segunda, construir una enorme pasarela (de más de 200 metros) por el interior de la manzana de viviendas desde la calle Aragón hasta la casa Lleó i Morera; plataforma que utilizarían, además, la Casa Batlló de Antoni Gaudí y la Casa Amatller, de Josep Puig i Cadafalch que también están abiertas al público y así poder descongestionar el Passeig de Gràcia de las enormes colas de los que esperan para visitar sobre todo el edificio de Gaudí.
“Estas propuestas son inviables. La primera porque el inquilino de la planta baja, con contrato indefinido, no permitiría que pasen por su tienda las 60.000 personas que nos visitaron el año pasado. Y la segunda, por la complejidad de la propuesta que además afectaría a otros edificios y muchos vecinos ajenos a la casa. Es imposible”, aseguran fuentes autorizadas de Núñez y Navarro, que explican lo que ellos han propuesto para salvar los ocho escalones y llegar al ascensor: “Instalar una estructura que se pega con ventosas a los escalones de mármol, pero no ha sido aprobada, porque afecta a los materiales que están protegidos, aunque nosotros consideramos que no es así”, aseguran estas fuentes.
En junio de 2013, antes de comenzar la rehabilitación del piso noble de la Casa Lleó i Morera, Núñez y Navarro realizó una consulta al Área de Promoció de l’Accesibilitat i de Supressió de Barreres del Departament de Bienestar Social de la Generalitat con el fin de saber qué había que modificar para ajustarse a la normativa. Pese a las cinco deficiencias localizadas, entre las que se encontraban los ocho escalones de la entrada, la Generalitat concedió una autorización provisional de seis meses, con el compromiso de que se estudiarían cómo mejorar la accesibilidad sin perjudicar los elementos con valor artístico, y cuando se identificara la opción más adecuada se ejecutara la intervención. Pero han pasado los meses y la solución no han llegado.
“La competencia para dar las licencias es del Ayuntamiento, nosotros podemos asesorar”, explica Mireia Mata, directora general d’Igualtat de la Generalitat, que asegura que han participado en alguna de las reuniones junto a propietarios y Ayuntamiento y que han intentado conciliar las dos posturas “porque el mercado ofrece soluciones a situaciones muy complicadas y esta lo es, pero la solución que ha encontrado la propiedad no le gusta al Ayuntamiento porque considera que no se protege suficiente el patrimonio de este bien”, explica Mata.
Un alquiler difícil por los requisitos
El alquiler de la vivienda, en la que destacan las marqueterías de Gaspar Homar, los trabajos escultóricos en piedra de Eusebi Arnau, los mosaicos policromados de Mario Maragliano o las vidrieras de Antoni Rigalt; todos primeros espadas de la artesanía modernista catalana, no será fácil, explican desde Núñez y Navarro, que aseguran que todavía no han ofertado el alquiler de este privilegiado y único piso de 400 metros cuadrados. “Será siempre una firma empresarial, nunca un privado porque es más difícil controlar el respeto del patrimonio necesario para esta vivienda si es una familia con hijos. Por ejemplo, el parqué no acepta tacones, las paredes no se pueden perforar, ni empotrar nada en ellas”, aseguran.
En los tres pisos superiores de esta casa construida entre 1902 y 1906 en una de las mejores esquinas de la ciudad están instaladas las oficinas de la marca Swarovski, un bufete de abogados y una empresa financiera. Antes de abrir la vivienda a las visitas públicas en este piso principal tuvo sus oficinas la marca de ropa y complementos Guess.
“La normativa se ha de cumplir, pero no hemos sido estrictos con la propiedad, y de hecho los seis meses de permiso provisional para la apertura han sido dos años”, aseguran desde Patrimonio del Ayuntamiento, que explican que se ha ofrecido siempre para asesorar a los dueños. También que la propiedad nunca les ha presentado ninguna de las propuestas, sino que simplemente las han comentado de forma informal durante las reuniones.
“Las dos partes tienen razón. No se cumple la ley y no se puede dar la licencia, pero hay soluciones tecnológicas; por lo tanto hablamos de dinero. Hemos pedido al Ayuntamiento y a la propiedad que continúan buscando soluciones que pensamos existen en el mercado”, prosigue Mata, convencida de que más allá de pasarelas, la solución pasa por salvar estos escalones sin que se produzca un impacto, “porque la ley también habla de que cuando las entradas son muy segregadas y pueden generar daños colaterales no son soluciones recomendables. Que tengan que entrar por otro lado tampoco era una gran solución a ojos de la ley”. Para la directora “No es un tema cerrado, esperemos que se encuentre una solución”.
Los ocho escalones que impiden acceder a todos a la Casa Lleó i Morera tienen la huella de mármol y el frontal de trencadís decorado con flores, como la mayor parte de esta bella entrada modernista. En esa misma escalera sorprende ver, en su lado izquierdo, una barandilla de acero fijada en los mamperlanes del tres de los escalones. “Está instalada allí desde los tiempos en los que en el primer piso estaba ocupada por la oficina de Turismo de Barcelona”, explican desde la propiedad del edificio.
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