¿Un patrimonio para todos?
El cierre al público de la casa Lleó i Morera visualiza lo difícil que es conseguir hacer accesibles al 100% los bienes culturales
“Este museo no es accesible”, reza un cartel a la entrada de la Casa de Ana Frank en Ámsterdam, la angosta vivienda convertida en museo donde la niña judía se refugió dos años de los nazis. Pese a eso, en 2015 la visitaron 1,2 millones de personas estableciendo por sexto año un récord de afluencia. El año pasado el MNAC recibió 500.000 personas menos.
A finales de julio cerró sus puertas al público la Casa Lleó i Morera, el edificio de Lluís Domènech i Montaner situado en pleno paseo de Gràcia, que había abierto en 2014 mostrando su piso noble de 400 metros cuadrados donde los artesanos modernistas se lucieron con uno de sus mejores trabajos. El motivo: ocho escalones que impiden que visite todo el mundo esta joya arquitectónica que ha llevado al Ayuntamiento a no renovar la licencia de apertura que concedió, provisionalmente, con la condición de solucionarlo para cumplir el Código Técnico de Edificación necesario para abrir al público cualquier edificio.
Desde Nuñez y Navarro, propietaria del inmueble desde 2006, aseguran que durante este tiempo se ha intentado encontrar una solución y que su propuesta era colocar una plataforma en la entrada que el Ayuntamiento ha desestimado por ser incompatible con el bien al afectar a baldosas y escalones protegidos. También se pensó en la posibilidad, apuntada en 2014, de acceder por la fachada posterior aprovechando la tienda del piso inferior. Después de dos años y medio la solución no ha llegado y, por ahora, la casa está cerrada. Los responsables de la misma aseguran que siguen buscando posibles soluciones y que pedirán un permiso especial, como el que tienen otros edificios. Y es que la accesibilidad al patrimonio en Cataluña y en España es un auténtico problema para sus dueños y responsables.
“Los 114 museos registrados son accesibles físicamente porque la Ley de Museos obliga. Otra cosa son los yacimientos y monumentos. Se ha hecho mucho y la situación ha dado un giro radical en los últimos años, pero si tuviéramos que cerrar los monumentos que no son accesibles al 100% cerrarían casi todos. Es un tema complicado”, explica Magda Gassó, responsable de Museos y Bienes Muebles de la Generalitat, que asegura que siempre se habla de la accesibilidad física pero que hay que tener en cuenta la visual, auditiva y psíquica. “Hay monumentos como el castillo de Cardona o el de Miravet o la iglesia de San Pere de Rodes, en los que el acceso para todos es imposible, y están abiertos”, prosigue Gassó, que recuerda que durante la celebración del festival de música que acoge el monasterio del Alt Empordà hay que “llevar en volandas hasta la iglesia a las personas que acuden en sillas de ruedas”. También que “la cátedra de Accesibilidad de la Autònoma ha colaborado con los museos de Girona creando una hoja de ruta para solucionar estos problemas. Pronto se hará lo mismo con Tarragona y Lleida. Pero es un tema lento”, explica.
Tere Pérez, del CCCB, se reúne con una veintena de expertos en patrimonio cada primer martes de mes en el Museo Marítimo de Barcelona en la mesa para la accesibilidad. “Todos estamos por la accesibilidad pero no es fácil ya que hay que ver caso por caso”. En cuanto al cierre de la Lleó i Morera asegura que no es partidaria de que “si no pueden entrar todos se cierre y no entré nadie”.
Lo mismo defiende Àngels Solé, directora del Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya (CRBMC): “Me parece un error cerrar la visita de un bien patrimonial con el argumento de que no se puede resolver su accesibilidad”. Solé coincide con Pérez en que “hay que trabajar por la accesibilidad, contemplando la excepcionalidad y analizando caso por caso. Si se puede resolver sin perjudicar ni afectar al bien adelante, pero si no es posible, que se quede como está y que lo visite quien pueda. Y eso no es ir contra nadie”. Y recuerda que todos los edificios construidos en el último tercio del siglo XX son accesibles, pero no los monumentos y edificios anteriores, “porque son fruto de su época”.
Para minorías
En 2009 la Generalitat y La Caixa firmaron un convenio para revalorizar el románico (Romànic Obert) que permitió intervenir en 77 edificios y bienes, tras invertir 18 millones de euros. Una de las críticas que se realizó fue que estos edificios se llenaron de rampas para hacerlos accesibles. “No se ha hecho nada anormal que atente a la iglesias. Se ha trabajado para facilitar su lectura, pero sin dañarlas. Además, la mayoría de rampas son reversibles”, remarca Solé, que recuerda que el tema determinante es el económico. “La mayoría de las veces no hay recursos. Primero es la seguridad y la conservación. Conseguirlas al 100% requiere un esfuerzo muy grande. Luego se hacen accesibles en la medida que es posible, teniendo en cuenta que la sociedad siempre cuestiona los presupuestos para cultura que además son los primeros de los que se prescinde”.
Por su parte, Jordi Tresserras, gestor de patrimonio cultural y consultor de organismos como la Unesco, asegura que “desgraciadamente el patrimonio no puede ser accesible 100% para todos y por eso se han de buscar criterios de excepcionalidad que la Comisión de Patrimonio ha de valorar en cada caso, pero siempre hay que buscar alternativas antes de cerrar. Núñez y Navarro ha hecho un giro brutal. De no haber diálogo con el patrimonio con temas como la casa Golferichs que se quería derribar, a abrir al público la casa Lleó i Morera, pese a que con las visitas el rendimiento económico es menor que si se dedicara a apartamentos de lujo”, explica el experto que concluye que si un bien se cierra por ser excluyente puede acabar siendo solo accesible y pudiéndolo disfrutar una minoría en eventos privados.
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