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Un chorreo de frescura

El grupo 'Sidonie' ha dado vida al escenario de la madrileña sala But

El grupo Sidonie durante su actuación en la Sala But.
El grupo Sidonie durante su actuación en la Sala But.Óscar Lafox

Pueden cotejarlo con su psiquiatra: la chulería es maquillaje para los complejos, y algún caso ilustre en el rock español bien que lo corrobora. Los chicos listos recurren más a la ironía, y erigirse en 'El peor grupo del mundo' desde el título de un octavo álbum encierra mucha listeza. No digamos ya si la banda irrumpe bailoteando 'Loser' ('Perdedor'), el himno de Beck para los calamitosos. Sidonie acumulan sabiduría y trienios, pero su repertorio nuevo chorrea frescura, encanto, empatía. Encuentra la bisectriz entre el humor y la ternura, un equilibrio adorable. Y contagia un entusiasmo documentado y generoso al público que anoche abarrotaba la Sala But en el primero de los dos llenazos consecutivos.

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Tras el chute psicodélico de 'El fluido Garcia' y el viaje temático algo obtuso de 'Sierra y Canadá', el cancionero de estreno propicia un reencuentro exuberante, todo un estallido de himnos. Lo de ayer fue el gran festín del tarareo, el apogeo del pop como entretenimiento lúdico y lúcido. Los barceloneses operan a la manera clásica, como una ametralladora de 'singles'. Ejercen de 'tocones' a la manera que Xavi Hernández patentó el 'tici taca'. Y no se resisten ni un ápice a la zalamería, en particular el vocalista Marc Ros, seductor en 'Siglo XX' y abiertamente procaz en una muy mejorada 'Yo soy la crema'.

Ros se erige en la sonrisa del cuarentón pilluelo, ese tipo documentado que tan pronto proclama su fe en Morrissey ('Atragantarnos') como remeda los papelitos volanderos de Dylan ('No sé dibujar un perro') u homenajea a sus compañeros de generación ('Carreteras secundarias') con una generosidad hasta ahora desconocida. La seducción es otro indicio manifiesto de inteligencia. Y estos chicos, o señores, hablan de "un cantante perdedor" solo para acentuar su pedigrí como inmensos embaucadores

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