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El capital extranjero irrumpe en los clubes cannábicos de Barcelona

Consultores buscan inversores mientras los turistas son captados para fumar en asociaciones

Club canábico en el distrito barcelonés de Ciutat Vella.
Club canábico en el distrito barcelonés de Ciutat Vella.Joan Sánchez

“¿Coffee shop?”, ofrece un hombre a una pareja en la calle de Sant Pere Mes Alt. La escena se repite en el mismo momento en La Rambla, en el Born o en cualquier lugar céntrico de la capital catalana. Son los captadores de turistas, que cobran una comisión de entre 5 y 10 euros por cada persona que lleven a un club cannábico. Solo tienen que seguirles, y acabarán sin mayor dificultad fumando en alguna de las 46 asociaciones cannábicas legalmente constituidas que existen en el distrito de Ciutat Vella, el centro de Barcelona. Allí podrán comprar y probar distintas variedades de esta droga considerada blanda e incluso comer gominolas con THC, que es el principio activo de la marihuana. La mayoría de los administradores de esas asociaciones suelen ser extranjeros, según denuncia la policía.

Con una ciudad con más de ocho millones de turistas al año, el negocio del cannabis se ha convertido en un objeto de deseo de inversores extranjeros. Entre los titulares de las asociaciones cannábicas de Ciutat Vella hay 15 españoles, 13 italianos, cinco argentinos, cuatro franceses, tres holandeses, y el resto son alemanes, británicos, serbios, nigerianos, suizos y chilenos.

“Saben que a Barcelona llegan turistas jóvenes atraídos por el consumo de estas sustancias. Gracias a inscribirse como asociación [hay 120 en la ciudad] gozan de una apariencia legal y saben que van a disponer de casi un año para vender, sin problemas, mientras que los vecinos detectan la organización, avisan a la policía, se realizan los trámites administrativos, se judicializa el caso, se inspecciona el local y se precinta”, lamenta el intendente de la Guardia Urbana, jefe de Ciutat Vella, Benito Granados. Por ley, los clubes cannábicos no pueden tener fines lucrativos.

Clubes cannabicos en Barcelona

Número En total, hay alrededor de 120 asociaciones en la ciudad.

Ciutat Vella En el distrito se concentran 46 clubes.

Extranjeros De los 46 clubes de Ciutat Vella, solo 15 son españoles. Destacan 13 italianos, cinco argentinos, cuatro franceses o tres holandeses.

La policía de la capital catalana y la Guardia Civil actuaron en septiembre contra una de estas asociaciones, en la calle de Notariat. Tenía 16.000 socios –requisito imprescindible para poder entrar en un club- y el 95% eran turistas. Las asociaciones se anuncian muchas veces en webs extranjeras, y los “turistas llegan a la ciudad creyendo que el consumo en España es legal”, añade Granados. Webs especializadas explican qué proceso hay que seguir para entrar en un club, y ofrecen formularios online para que los turistas puedan inscribirse como socios antes de aterrizar en Barcelona.

“Hola, mi nombre es Russ Hudson, fundador y editor jefe de marijuanagames.org. Vivo en Barcelona y soy miembro de diversos clubes privados profesionales de cannabis. Actúo como afiliado de Webehigh [una página web] en Cataluña y en España, y estaré encantado de avalarte, valiéndome de mi status como miembro activo de un club”. Esa es la respuesta a una petición online para poder fumar marihuana en un club en Barcelona, donde teóricamente solo se puede entrar con la recomendación de un socio ya existente. “Por favor, escríbeme 24 horas de antes de tu llegada para cerrar una encuentro”, añade.

Intermediarios en compraventas

Hudson se publicita como consultor y testador de marihuana, ofrece sus servicios en un “mercado candente” como el de la marihuana y anima a los inversores a “moverse hacia delante”. “Los beneficios en la industria de la marihuana son altos pero no están exentos de riesgo, dependiendo de la región donde quieras operar”, avisa. Otras webs, como cannabisclubforsale.com, se publicitan como intermediarias en la compra y venta de asociaciones cannábicas en Barcelona. “Tenemos la mejor selección de clubs de cannabis en venta en la ciudad”, anuncia, en inglés.

De nuevo, a través de un formulario online se puede hacer una petición tanto si se quiere vender como si se busca comprar. El precio medio oscila entre los 150.000 y 1,3 millones de euros, informa la web, que ofrece una selección con fotos de cuatro asociaciones, dos de ellas ubicadas en el Eixample y en Ciutat Vella, supuestamente a la venta. Sus servicios de consultoría cuestan 200 euros la hora. Ya de antemano, avisan que harán falta tres personas con DNI o NIE españoles, y sin antecedentes, para poder hacer la compra: el presidente, el secretario y el tesorero.

El espíritu con el que nacieron las asociaciones cannábicas y el código de buenas prácticas que firmaron con Salud chocan frontalmente con estas prácticas. “Hay quien se ha aprovechado de las asociaciones cannábicas para hacer un negocio lucrativo, y eso es algo completamente ilegal”, denuncia Gabriela Sierra, activista de la Federación de Asociaciones Cannábicas de Cataluña, que insiste en que quienes lo hacen son una minoría. Sierra achaca la situación a la tardanza en tener un marco legal claro: “Si no se regula, las mafias se aprovechan”.

“La asociación es de sus socios, no se puede vender ni comprar, eso es una estafa, se vende humo”, añade Sierra, que sostiene que ante casos así, hay que cerrarlas. “Lo legal sería traspasar la licencia, ese registro que se hace en el Ayuntamiento, con unos fines y objetivos no lucrativos”, ahonda el abogado Martí Cànaves, implicado en la defensa de las asociaciones cannábicas tradicionales, que luchan por el consumo colectivo. Y en todo caso, subraya, todo lo que se gane se tiene que invertir en sueldos y en mejoras de la propia asociación. “No se pueden repartir dividendos”, insiste, porque sería blanqueo de capitales proveniente del tráfico de drogas.

Barcelona, capital europea del cannabis

La comparación de Barcelona con Ámsterdam es inevitable. Esas mismas webs que ofrecen formularios online a los turistas, sitúan a Barcelona entre las mejores ciudades para fumar maría, incluso por delante de la capital holandesa. No solo por la calidad de la droga o el precio, también por el buen clima, las ofertas de ocio o el buen carácter de los lugareños. En la capital holandesa ya hubo un intento de prohibir el acceso de los turistas a los cafés, pero finalmente se descartó esa iniciativa, aunque se restringieron las facilidades a los coffeeshops.

Desde octubre, Ámsterdam vive una oleada de tiroteos en varios clubs, que la policía atribuye a guerras por el control del negocio. El Ayuntamiento responde cerrando cualquier coffeeshop en el que se produce un altercado de ese tipo. Además, los agentes han identificado también que las mafias están ofreciendo a ganaderos de cerdos elevadas cantidades de dinero a cambio de que transformen sus granjas en campos de cultivo de marihuana. Los que se niegan, pueden acabar siendo extorsionados.

En Cataluña, el tráfico de marihuana está creciendo exponencialmente. En lo que va de año, los Mossos han intervenido 8,38 toneladas, un 50% más que el año pasado. Y junto a esos datos crece también la violencia alrededor. La policía investiga un doble homicidio en La Mina, donde una de las principales hipótesis es que se trate de un enfrentamiento vinculado al tráfico de marihuana. Algo que también pasó con la muerte de dos personas degolladas en Santa Coloma de Gramenet. “No hay piso en el que entremos por cualquier tema y no te encuentres una plantación”, lamentan fuentes policiales. Y en varias operaciones han constatado que parte de esa marihuana va destinada a los clubs, señalan otras fuentes.

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