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Un bigote torrencial

El arrollador músico y cantante de Terrassa aúna poesía y ‘soul’ de la mejor escuela en el repertorio de ‘Miércoles 14’

Litus, el pasado sábado en la sala Clamores.
Litus, el pasado sábado en la sala Clamores.Iván Martínez Segovia

Proclama Carlos Bosch en Me gusta ser el malo una fe mucho mayor “en Lennon que en Jesucristo Superstar”, y no resultaría comprometido tomarle la palabra. Hay abundancia de beatlemanía, efectivamente, en el reguero sanguíneo de este tarrasense de 37 años que apela a la parte más negroide de los de Liverpool, desde Come together hasta Got to get you into my life (por aquello de integrar también a McCartney). Litus reflotó este sábado en Clamores el repertorio de Miércoles 14, uno de los más extraordinarios discos que la piel de toro alumbró durante 2015, y la solidez de ese repertorio nos parece tan manifiesta que su popularización solo será cuestión de tiempo y justicia. Aunque, por parafrasear otro de los versos de su torrencial producción, seguiremos acordándonos de él incluso si no se hiciera famoso jamás.

El tipo del bigote inglés ha aprovechado este rasgo facial para acentuar su faceta más histriónica, expansiva y vodevilesca, pero detrás de la pose hay una inmensa catarata de grandes canciones. Y eso es lo que cuenta. Litus tiene madera de actor y hambre de escenario, pero nos encontramos, ante todo, ante un cantante de voz abrumadora y un músico magnífico tanto al piano como con la guitarra acústica. Añadamos un sugerente mundo poético, en el que hay hueco para resiliencias, budismo, Roberto Bolaño e imágenes muy hermosas (“Las cebras se salen de los pasos, las brujas se peinan”), y descubriremos a uno de los tipos más arrolladores que pueden hoy encontrarse en el menú de conciertos de la ciudad.

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La presencia en escena de un brillante trío de metales, encabezado por el trompetista y cantante Alejandro Serrano (Dummie), apuntala un sonido ya de por sí arrebatador. Abrió Litus su tempranera comparecencia con una pieza muy pegadiza, Sudamericana, pero el catalán no necesita recurrir siempre al soul para resultar adictivo. Ahí está el ejemplo de Eureka, una balada bellísima con armonías vocales que parecen escritas hace 45 años; o el de ese arrebato campestre, danzarín y autobiográfico que lleva por título Hipermetropía.

Bosch está adquiriendo ahora cierta notoriedad como jefe de la banda de Late motiv, la presente aventura televisiva de Andreu Buenafuente, pero bien merece ya que le conozcamos por sus méritos propios. Los de un creador sagaz, verborreico, amigo del espectáculo y, sobre todo, inequívocamente inspirado. Después de cada martes y 13, el universo de este Miércoles 14 deja un regusto a eclosión, a antídoto.

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