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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sin nombre, sin ideas, sin plan

Artur Mas pudo ser Urkullu y decidió ser Ibarretxe. Ahora su partido ni siquiera tiene nombre. Y tampoco sabe qué hacer con la hoja de ruta soberanista

Francesc de Carreras

Pompeu Gener, un atrabiliario escritor catalanista, republicano y racista (aquí se puede ser de todo a la vez y te siguen publicando), afirmaba hace un siglo, según testimonio del gran editor y humanista Jaume Vallcorba, lamentablemente fallecido hace dos años, que su estrategia política se condensaba en la frase: “Endavant, endavant, sense idea i sense plan”. He recordado alguna vez que esta consigna parecía cuadrarle al reciente independentismo catalán. Sin ideas y sin plan: exacto. Pero ahora hay que añadirle algo inesperado: también sin nombre. En efecto, CDC, el gran partido nacionalista liderado por Jordi Pujol, que sí sabía hacia dónde iba, se ha quedado sin nombre y la situación está alcanzando ribetes cómicos.

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Habrá que estudiar un día con detenimiento las repercusiones de la confesión de Pujol sobre su dinero oculto en el extranjero. Mi impresión es que ha resultado un hecho decisivo para entender lo que pasa: la antigua Convergència (ya no sé como nombrarla) ha quedado no sólo descabezada sino también descerebrada. Allí todo es confusión.

Artur Mas pudo ser Urkullu y decidió ser Ibarretxe. Error mayúsculo. Pero no ha ido durante una temporada a una universidad americana como el ex-lendakari vasco sino que vaga por ahí como un fantasma en pena, como una reina madre que todavía no sabe cuál es su lugar. Lo demás, en el partido sin nombre, es amateurismo, indecisión y contradicciones. Con Pujol en forma, no castigado al rincón de pensar, eso no hubiera ocurrido.

Pero volvamos a la cuestión del nombre porque tiene su miga. En el reciente congreso de refundación —malo cuando los partidos se refundan, ¡cuidado amigos del PSC!— la reina madre propuso nuevos nombres para el partido que no le fueron aceptados. En realidad no se le aceptó casi nada. Ya se vio entonces que aquello, más que una refundación, era un enorme cacao sin rumbo.

Bien, improvisaron otro nombre. Pero con tan mala fortuna que era demasiado parecido ¡al del partido que acaban de fundar los que habían abandonado la Unió de Duran Lleida por ser independentistas y formaban parte de la coalición Junts pel Si! He dicho mala fortuna y me he equivocado porque esto es mala suerte sino incompetencia, algo propio de aficionados a la política, no de profesionales. Si lo fueran, sabrían que existe un Registro de Partidos que, entre otras funciones, vela para que no se confundan los nombres. Para colmo, ahora le quieren añadir el término Europeo y salen a protestar los Maragall porque Pasqual, en tiempos, registró el nombre de Partido Demócrata Europeo con la intención de cambiar el del PSC. Y encima, un conocido columnista de La Vanguardia atribuye este jaleo a que España se parece cada vez más a la Rusia de Putin. Los delirantes también opinan.

Total: el partido del Presidente de la Generalitat aún no tiene nombre. Refundado pero sin nombre. ¿Tiene, al menos, ideas o algún plan? Es difícil averiguar si tiene ideas aunque la impresión es que muy pocas. Pero plan no tiene: unos quieren que se cumpla la hoja de ruta acordada hace un año en el Parlamento (lo de las estructuras de Estado y el proceso constituyente), otros quieren un referéndum. El cacao, no me lo nieguen.

En el entretanto, Raül Romeva, consejero de Asuntos Exteriores de la Generalitat viaja a Estados Unidos (¿para qué?) y concede el pasado día 24 una entrevista a la CNN en la que no saca a relucir la palabra independencia. Es más, la niega. Dice así Romeva: “Nosotros nunca hablamos de separación, hablamos de normalización de una situación (…) Tarde o temprano la realidad se va a imponer y va a descubrir que ni hay una voluntad secesionista, sino al revés, de aumentar todavía mucho más la interconexión, ni hay una voluntad de conflicto, al revés, hay una voluntad de entendimiento y de diálogo, y el primer actor con el que nos queremos entender es con el Estado español”. Más cacao.

Estas sorprendentes declaraciones no las ha difundido, según creo, el servicio de comunicación de la Generalitat sino que las he podido leer en el digital Crónica Global, que tan bien informa de política catalana. Quizás se le podría preguntar hoy a Puigdemont si está de acuerdo con ellas. Además de preguntarle por el nombre de su partido, sus ideas y, sobre todo, su plan. Ah! Y si quiere derribar la estatua de Colón.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.

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