La Cañada Real se inventa un festival de cine
Desde el martes y durante seis días el asentamiento acoge ‘16 kilómetros’, un certamen con cinco sedes
Antonio Maya quiere ser actor. Tiene 13 años y ya ha rodado su primer corto: Superhéroes de Cañada. Interpreta a un superhéroe “con mucha gracia” que se enfrenta a un villano vestido de científico cuyo plan es construir pisos “de alto standing” en La Cañada Real. Y la historia es así de simple: unos adolescentes que se lanzan a rodar.
Pero esa no es la película. Él y sus vecinos viven en el punto de España donde más droga se vende, y cambiar ese estigma demanda un giro de guion más complejo. El martes, sin embargo, ganarán los buenos. Ocurrirá a las 21.00, justo cuando se proyecte su corto para inaugurar 16 kilómetros, el primer festival de cine en La Cañada Real, del 6 al 11 de septiembre.
“La Cañada tiene 8.000 vecinos y 16 kilómetros. Solo un kilómetro y medio es conflictivo. ¿Por qué estigmatizar a todos?”, se pregunta Ana Isabel González, de la Fundación Voces y codirectora del festival. “Hay escultores, grafiteros, músicos y cineastas que pueden ser nuestro altavoz”, señala. La fundación trabaja en la zona junto a otras ONG, y juntas ayudan a 2.500 familias. Los talleres que han enseñado cine a 120 chicos de entre 9 y 15 años exhiben el resultado en la sección Nuestra mirada. Además, se proyectarán títulos familiares y sociales y un ciclo con música en directo sobre Chaplin, “una figura inspiradora de orígenes humildes”. La ganadora del Goya a la mejor actriz Natalia Molina presentará el primer largo, Techo y comida.
“La gente quiere el reconocimiento de una vida normal, que sus hijos vayan al colegio y no oculten dónde viven”, explica Pedro Navarrete, representante del Ayuntamiento en la zona. El Consistorio ve los talleres como “la alternativa para poder salir de la situación de vulnerabilidad” que sufren los habitantes de este lugar desde los años sesenta. La formación se extiende a actividades profesionales como peluquería, que se imparte como módulo en la Antigua Fábrica de Muebles, donde, por cierto, durante el festival se proyectarán los cortos de los chavales y títulos como Cinema Paradiso.
La muestra está inspirada en proyectos de éxito como el Slum Film Festival de Nairobi, que sirvió para acabar con la marginación del suburbio chabolista de Kibera. Pasó lo mismo en Paraguay con el Camba Cuá, que sacó del gueto a los afrodescendientes a través de la danza. Ese es el modelo y este, el propósito: “Ser un referente dentro del panorama cultural de Madrid”, explica el director del festival, Juan Merín. “La cultura puede transformar la sociedad”. Él y sus compañeros aspiran a tener más ediciones y, además, “contenidos exclusivos que acerquen Madrid a La Cañada”. Además, existe un proyecto sobre la mesa para construir allí una escuela de cine.
Cinco sedes proyectarán cine de verano y talleres de grafiti hasta el domingo: la Fábrica de Muebles, en el sector 6; La Casita para el Pueblo y la Asociación de vecinos, en el 5, y la Peña Rociera, en el 3. Intermediae, además, presta su plató de Cineteca, en Matadero.
“Hacía falta algo así, porque aquí se hacen muchas cosas, pero nunca pasa nada”, dice tímidamente Antonio Maya. “Yo ya estoy pensando en mi siguiente proyecto, un corto de suspense, pero fuera de aquí… Por ejemplo, en Vallecas. Pero si no se puede, pues en La Cañada también está bien”.
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