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INSPIRACIONEs

Pintando el cielo de colores

Los aficionados al vuelo de cometas se reúnen los fines de semana en el parque Juan Carlos I

Sergio C. Fanjul
Una niña ve volar cometas sobre el Parque Juan Carlos I.
Una niña ve volar cometas sobre el Parque Juan Carlos I. CARLOS ROSILLO

Si el cielo de Madrid es frecuentemente alabado, imagínense cuando sobre la impoluta esfera azul se pintan trazos de colores dibujados por el viento. “Y eso que el viento aquí es bastante complicado”, dice Armando Mateo, uno de los pilotos de cometas del equipo de vuelo sincronizado Imagina, mientras maneja su aparato, que describe cabriolas aéreas en perfecta combinación con sus cometas compañeras. “Es un viento que viene de diferentes direcciones y a rachas, no como el flujo continuo y laminar que hay en las playas. Pero así desarrollamos una técnica más depurada”. O sea, el cielo de Madrid, fetén; el viento, no tanto.

Una explanada elevada dentro del Parque Juan Carlos I es el punto caliente de las cometas madrileñas, uno de los pocos lugares donde las condiciones permiten volar estos pájaros en condiciones aceptables. Los cometeros se reúnen cada fin de semana para darse a esta práctica con más de 3.000 años de antigüedad, pero ayer lo hacían dentro de la programación de Los Veranos de la Villa, el festival municipal que trata este año de llevar la cultura a los diferentes distritos y también dar visibilidad a lo que allí se hace, como es el caso.

El Parque Juan Carlos I se inauguró en 1992, poco después de Ifema, y pronto los cometeros descubrieron este rincón apto para volar. “Venimos aquí desde hace más 20 años”, dice el veterano Domingo León, “si hay viento volamos, si no, charlamos”. Según explica, el lugar es adecuado porque no tiene cerca árboles ni edificios altos, ni hondonadas que produzcan turbulencias. “No es que este lugar sea una maravilla, pero es lo mejor que tenemos”, bromea. A su alrededor se desarrolla un taller en el que los niños fabrican sus propias cometas de cartón.

Aunque, contrariamente a lo que podría pensarse, esto no es (solo) un juego de niños. Para esta celebración han venido equipos de vuelo, que plasman coreografías en el cielo acompañadas por música, como el citado Imagina (Madrid), Mistral (Bilbao), Viento Sur (Málaga) o Bandits (Valencia). En España se celebran carios festivales, como el de Valencia, Alicante, A Coruña, Fuerteventura o Caravia (Asturias). En los alrededores, los madrileños echan el día refugiados a la sombra de algún árbol, almorzando el bocadillo o la tortilla mientras observan los cadenciosos giros multicolores.

Dentro del mundo de la cometa hay diferentes modalidades, las acrobáticas (que tienen dos, tres o cuatro hilos) o las estáticas (con una sola línea). “Hay quien se preocupa más por el preciso control de la cometa y otros prefieren hacer un espectáculo de color en el cielo”, dice León. También son bastante populares en estos tiempos las cometas de potencia, esas que tiran de fuera de uno y permiten practicar deportes como el kitesurf, es decir, el surf tirado por una cometa, o el kite skating, los mismo pero con patines. Las cometas, además, se pueden comprar en una tienda, pero también es tradicional que a los cometeros les guste fabricar sus propios aparatos (ayer volaba en el parque una adornada con un gran Super Coco, el famoso Teleñeco).

Y así pasa el día entre cometas, sin desdeñar las amplias vistas: los aviones que brincan desde el cercano aeropuerto, la obras del estadio de La Peineta, o los páramos lejanos que rodean la ciudad y que demuestran que, aunque no nos demos cuenta, en Madrid vivimos en mitad de un desierto.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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