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Crónica
Texto informativo con interpretación

Las personas sin verbo

A la consellera Bassa, maestra de la UGT de Girona, le ha tocado una triple cartera cuyo nombre recuerda los tercios de las Cortes preconstitucionales

El diputado popular Alejandro Fernández en el Parlament.
El diputado popular Alejandro Fernández en el Parlament.JOAN SÁNCHEZ

Lo cantan por los festivales los Hermanos Cubero: si a los de dulzaina y caja se les llama dulzaineros, nosotros tañendo cuerda tal vez seamos cordaineros. Las palabras son madres de las palabras, y en vez de guarderías tienen diccionarios. Dos veces invocaron los diputados al diccionario en la sesión de control de este miércoles. Primero fue el popular Alejandro Fernández, politólogo de Tarragona con barba. Desde tiempos del Popular 1, ser popular ha sido siempre un estilo de vida. Fernández reclamó “una Cataluña libre de peajes” y acto seguido le soltó al conseller de Territorio y Sostenibilidad que, si se buscaba en el diccionario la palabra cinismo, saldría su foto junto a la definición. El conseller Rull le recomendó mirase qué fotografía aparecía al lado del término demagogia. No hay nada mejor que los diccionarios ilustrados con personalidades. Las autopistas, los peajes, la carretera C-31, el Corredor Mediterráneo..., todos estos asuntos viales salieron a debate durante la mañana como si el Parlament estuviese buscando su camino. ¿Cómo será ese camino? El de los Beatles era largo y tortuoso, y había otro de los Talking Heads que llevaba a Ninguna parte, al menos eso se leía en el Popular 1.

Hace siglos lo dijo Coscubiela, y es cosa verdadera, que el Govern por dos cosas trabaja, la primera por el sustentamiento, y la segunda era por tener una imagen chupiguay, y una tarde placentera. En tres ocasiones interpelaron los parlamentarios a Dolors Bassa, la consellera más chupiguay en dura competencia con Raül Romeva. Pero como a éste nadie le pregunta nada nunca durante las sesiones de control, de modo que siempre se queda sentado con su camisa negra como si no existiese, es la consellera de Trabajo, Familias y Asuntos Sociales, quien tiene que apechugar con un rol que está más cerca de la pegatina del Super Pop que de la portada del Popu. Incluso hoy, cuando la diputada de la CUP Mireia Vehí interpeló al conseller Romeva por el asunto de los refugiados, fue Dolors Bassa quién dio respuesta alegando que ese tema lo llevaba ella.

A la consellera Bassa, maestra de la UGT de Girona, le ha tocado una triple cartera cuyo nombre recuerda los tercios de las Cortes preconstitucionales (por decirlo de una manera chupiguay). Vive en la emoción simbólica de las palabras. Refiriéndose al conflicto laboral de los trabajadores (y trabajadoras) de los mataderos de Osona, ha traído a cuento que el 14 de abril es el día de la República. Hay cosas que sólo pasan una vez en la Historia, pero se repiten en forma de atributo. También fue inquirida por los problemas de las personas discapacitadas. A menudo, se cree que por llamarle persona a alguien se le está dignificando, pero en realidad se le enmascara, pues dice el diccionario que persona era el término latino con que se nombraba la máscara teatral. Decir personas a la gente es ocultar en un campo, en un bosque semántico, ese pudor chupiguay, esa hipocresía que recorre Europa, por ejemplo, cuando se encuentra ante una foto del sufrimiento de los refugiados, y que enseguida se desvanece como los fantasmas después de vistos. El neo lenguaje ha cambiado la semántica por los sentimientos. Y a fuerza de sentir, las palabras pierden su sentido. Y ya nada de lo que se dice parece verdadero.

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