Mi vecino el chantajista
Un chantaje, un inmigrante sin papeles y un ciudadano extorsionador. Con estos elementos, juega 'Animales nocturnos', obra escrita por Juan Mayorga
Cada mañana, el Hombre Alto y el Hombre Bajo se encuentran en las escaleras de su edificio y se desean buenos días. Uno de ellos, el Alto, regresa de su trabajo nocturno, el otro, el Bajo, sale hacia su trabajo diurno. Un domingo, tras aprobarse una Ley de Extranjería que persigue a los inmigrantes irregulares, el Hombre Bajo aborda al Hombre Alto en una cafetería. Le propone un chantaje: como se ha dado cuenta de que el Alto es un inmigrante sin papeles tendrá que plegarse a sus deseos, a condición de que no le denuncie a las autoridades y le deporten.
Este es el punto de partida del texto Animales nocturnos, de Juan Mayorga (quizás el dramaturgo español vivo más traducido y representado) que levanta en tres dimensiones la compañía El Aedo hasta el 5 de junio en el Teatro Fernán Gómez. Lo curioso del asunto es que el Hombre Bajo no le pide al Alto nada extraordinario, nada que considere humillante: simplemente su compañía, su disponibilidad para hacer cosas sencillas e inocentes como tomarse una botella de vino, celebrar un cumpleaños o visitar a los animales nocturnos del zoo. En definitiva, su amistad.
“Esta Ley generaba una asimetría, ciudadanos con derechos y ciudadanos sin derechos. En la obra se habla de las relaciones de dominación que pueden ejercer unas personas sobre otras, de las que ninguno estamos exentos”, dice el director de la compañía, Carlos Tuñón. Porque la asimetría de la relación entre estos dos vecinos se extiende a sus respectivas relaciones de pareja, donde también se dan desequilibrios de poder. Así todo el montaje se construye sobre un extraordinario artefacto escénico (una gran caja de madera giratoria, llena de recursos y espacios móviles, en la que se encuentran los pequeños pisos de los protagonistas) y en las decididas interpretaciones de los actores: Jesús Torres, Pablo Gómez-Pando y Jerónimo Salas (que se turnan en el papel del Hombre Alto), Irene Serrano y Viveka Rytzner.
La historia sucede en un clima de inquietud, de incomodidad moral, casi, por momentos, de un ligero terror psicológico. No hay aquí grandes abusos, violencias o humillaciones, pero es esa sutileza de la manipulación lo que más revuelve al espectador. “Todo sucede en una especie de zona gris”, dice el director, “con la particularidad de que los sometidos, son personas de cultura elevada, mientras que los dominadores son unos mediocres, pero que detentan el poder”.
El texto tiene origen en el año 2002 cuando el teatro Royal Court encarga a varios dramaturgos de diferentes nacionalidades textos de diez minutos sobre la situación política en sus paises. Mayorga decide escribir sobre la entonces reciente Ley de Extranjería española, un microteatro titulado El buen vecino, que fue el germen de lo que ahora, de manera extendida, es Animales nocturnos, y que sirvió para inaugurar la madrileña sala La Guindalera en 2003, en un montaje dirigido por Juan Pastor. Desde entonces, sobre el texto ya se han hecho alrededor de 18 versiones profesionales diferentes.
Un texto que, a pesar del tiempo, sigue de actualidad: todos somos susceptibles de vivir en relaciones personales asimétricas, pero además la inmigración continúa llegando a las fronteras de Europa, aumentada por la llegada de los refugiados. “También se puede ver en la obra, aunque no de manera aleccionadora, una conexión con el drama de los refugiados, sobre todo con esa actitud de condenarlo pero no actuar para mejorar las cosas”, concluye el director.
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