Hedonismo en la sala
Electrónica en Abril, el festival más veterano de la capital, celebra este fin de semana su decimocuarta edición expandiéndose a nuevos espacios y con una programación que busca la cara más festiva de la música sintética
Electrónica en Abril (EEA) cumple en 2016 catorce ediciones. Es el único festival consolidado en una ciudad que si se caracteriza por algo en lo musical es por su espíritu volátil. Es casi una maldición, ningún certamen parece capaz de mantenerse en el tiempo excepto este minúsculo oasis que lo ha conseguido gracias a carecer de ambiciones económicas. Vinculado desde su inicio a La Casa Encendida su objetivo no es crecer. “El festival en todas sus ediciones ha cumplido el mismo cometido: ofrecer la posibilidad a los madrileños de ver a artistas que hasta ese momento no habían pasado nunca por la capital y que están haciendo algo realmente interesante dentro del mundo de la electrónica. La idea principal es ofrecer a la gente de Madrid algo que no hayan visto antes”, explica Abraham Rivera, colaborador de estas páginas y programador de EEA. Aunque, para dejar claro que el festival tiene más de artístico que de comercial se usa el término comisario para referirse a sus funciones.
Con un presupuesto ridículo para lo que se estila en este tipo de convocatorias, “30.000 euros, incluidos impuestos”, explica Rivera, la presente edición de EEA gira alrededor de un concepto: el hedonismo. Los artistas que han sido convocados se caracterizan por haber buscado otros caminos dentro de la cara más festiva de las músicas sintéticas. Porque la electrónica tiene dos vías principales: La experimental y la de baile. La primera, se usa, digamos, para escuchar. La segunda, para salir de noche.
Lorenzo Senni
Esta última es la más popular, pero quizás también la menos valorada artísticamente. Pero hay un camino intermedio: aquel que combina el espíritu vanguardista con el festivo. “Cuando se habla de relecturas dentro de la música de baile se refieren al trabajo de artistas como Theo Burt o Lorenzo Senni. Senni, por ejemplo, en su primer disco, Quantum Jelly, tomaba pequeñas muestras de temas de trance y hardcore para descomponerlas y ofrecer un acercamiento muy diferente a lo que entendemos por música de baile. Por otro lado hay productores como Hieroglyphic Being que lo que hacen es aproximarse a géneros ya consolidados, como el acid o el techno, para darles una nueva vuelta y poder ofrecer algo novedoso a día de hoy”, explica Rivera usando como ejemplo artistas que participan en el festival. Podría haber puesto más. Hoy cierra la noche otro italiano, Not Waving, que juega con los ritmos y para actualizar géneros como el electro o el techno.
Este acercamiento de EEA a la fiesta es el causante de la principal novedad de esta edición. El festival abandona por una noche, —la del sábado— su recinto habitual en el edificio de la ronda de Atocha y cruza la calle, para ocupar, a unos cien metros, la Sala Caracol. “Por varios factores. Por un lado hay muchos artistas electrónicos que solo ofrecen sesiones en formato Dj, por lo que el contexto más adecuado es el de un club. Por otro lado es algo que el publico de La Casa Encendida venía pidiendo desde hace tiempo, sesiones de dos horas o mas de duración en un ambiente más acorde para su disfrute”.
Una sesión de Trevor Jackson para la web Boiler Room.
En la Sala Caracol actuarán, entre las 12 de la noche y las seis de la mañana del domingo, Ron Morelli y Trevor Jackson. El primero es un joven neoyorquino, que publicó su debut en solitario hace solo tres años. Jackson, asentado en Londres, es un británico que combina el diseño gráfico y el arte visual con una trayectoria musical que se remonta a los ochenta, cuando empezó a producir bajo el seudónimo The Underdog. Especializado en reinventarse una y otra vez, su impresionante currículo parece abarcarlo todo. Fue remezclador de U2 o Massive Attack. Fundó un sello, Output, en el que editó cien referencias en 10 años de nombres hoy indiscutibles como LCD Soundsystem. “Trevor Jackson es uno de los selectores más importantes que hay ahora mismo en el mundo. Los recopilatorios que llevan su firma han acaparado los puestos de honor en las listas de los principales medios mundiales”, dice el comisario.
No es el único nombre reseñable de esta edición, asegura Rivera. “Me gustaría destacar el directo de Theo Burt, un artista ingles con una trayectoria muy corta pero que dará mucho que hablar. Su trabajo se centra en la reinterpretacion de sonidos cercanos a la música de baile, para generar otro tipo de escucha, jugando con la velocidad y la repetición, buscando que el oyente reaccione ante pequeños cambios. Es una experiencia acudir a sus conciertos”.
Al haber aforos tan dispares —140 entradas para el auditorio, 500 para el patio y unas 800 para la Sala Caracol—, no se venden abonos para todo el festival. En total pasarán por Electrónica en Abril, unas 3000 personas. “Se venden entradas por cada espacio. En el auditorio se paga cinco euros por poder ver a un artista, mientras que en el patio son 10 por dos artistas. Lo mismo ocurre con la Caracol, que ofrece las sesiones de dos Djs de renombre internacional por 10 euros”.
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