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La reforma de la plaza de España peatonalizará la calle de Bailén

Los madrileños apuestan en una consulta popular por convertir este espacio en "un lugar más verde, diáfano y abierto, con menos aparcamientos y más espacios de sombra”

La plaza España de Madrid.Vídeo: ALBERTO FERRERAS | EL PAÍS VÍDEO

Madrid invirtió 10.000 millones de euros en inversiones (túneles, plazas, polideportivos, etcétera) durante el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón (Partido Popular). La deuda bancaria generada por estas inversiones paralizó durante años las obras municipales en la capital. Ahora, con Manuela Carmena (Ahora Madrid) en la alcaldía, el Ayuntamiento prepara su primera gran actuación en casi una década: la reforma de la plaza de España. Y hará según los dictados de los madrileños, que, mediante una consulta popular, han indicado que la reforma es necesaria, y que quieren más árboles, menos coches y que la calle de Bailén se peatonalice.

Los 26.961 madrileños que participaron entre el 28 de enero y el 8 de marzo en la consulta organizada por el Ayuntamiento (a través de la web municipal, el teléfono 010 o por escrito en las Juntas de Distrito) respondieron a un cuestionario de 18 preguntas. La primera predominaba sobre las demás: “¿Crees necesario reformar la plaza de España?”. El 63% votó a favor, y el 27% en contra (el resto, “no sabe”).

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Una vez validada la reforma, el resto de respuestas se usarán como directrices para elaborar las bases del concurso internacional de arquitectura que se convocará en abril y en el que también participarán los ciudadanos (su voto será un puesto en el jurado, junto al Ayuntamiento y otras asociaciones). Los cinco proyectos finalistas se desarrollarán más en profundidad para elegir dos, entre los que decidirá en exclusiva el voto ciudadano mediante otra consulta.

El resultado de la encuesta, presentado esta mañana en rueda de prensa, ha sido validado en algunos casos por el Ayuntamiento (señalando en verde las respuestas que se tomarán en cuenta). Proyecta una plaza abierta y diáfana, principalmente verde y con sombra, y de permanencia y ocio. El monumento a Miguel de Cervantes (y su reverso quijotesco) se mantendrá donde está, y se ampliará el número de árboles.

Las plazas de aparcamiento se ampliarán bajo tierra (para residentes y de rotación) y se reducirán en superficie, sustituidas por zonas peatonales y áreas verdes.

Obras acabadas en 2019

En general, los coches saldrán perdiendo: “Sobra tráfico, humos y ruidos”, concluyen los consultados. Por ello, se hará “una reforma profunda que permita reordenar completamente los usos de la plaza y su entorno (tráfico, accesos y equipamientos)”. Y será “reduciendo al máximo el impacto ambiental aunque eso suponga un incremento de costes”.

La actuación más importante afectará al paso elevado de la calle de Bailén, que se peatonalizará para unir la plaza con el parque del Oeste y los jardines de Sabatini. Ésta era la intención del anterior gobierno municipal, presidido por Ana Botella (PP), que pretendía canalizar el tráfico por túneles: de salida de la calle de la Princesa y de Gran Vía hacia Bailén y la cuesta de San Vicente, y de entrada de la cuesta de San Vicente en dirección opuesta. Así, el paso elevado entre las calles de Ferraz y Bailén sería peatonal.

Los ediles de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, y de Participación, Pablo Soto, no explicaron esta mañana los detalles de la futura reforma, supedita al concurso de ideas. Está previsto que las obras estén listas en 2019, pero no se conoce el presupuesto de la obra (Botella calculó que la suya costaría 89 millones).

El proyecto frustrado de Botella

El gobierno municipal de Manuela Carmena (Ahora Madrid)  ha retomado  una reforma que propuso Alberto Ruiz-Gallardón (PP) antes de las elecciones municipales de 2011. Consciente de que no tendría dinero para llevarla a cabo durante ese mandato, se comprometió únicamente a elaborar el proyecto para llevarlo a cabo a partir de 2015. Ana Botella (PP), que le relevó en diciembre de 2011, aplazó la reforma durante los peores años de la crisis. En 2014 inició al fin la elaboración del proyecto, pero se quedó sin tiempo antes de las elecciones de mayo de 2015 para llevarlo a cabo.

Botella había definido un presupuesto de 89 millones de euros de coste de ejecución material, que se cubrirían a partes iguales con la nueva concesión del aparcamiento subterráneo de la plaza, y con las aportaciones de las empresas del entorno. Su plan inicial preveía crear un espacio sin coches de 41.000 metros cuadrados: a los 36.900 actuales se sumaría el paso elevado de la calle de Bailén, que se convertiría en peatonal. El tráfico se canalizaría por túneles. Además, preveía construir un espacio cultural dedicado a Miguel de Cervantes bajo la plaza, en una zona con uso también comercial junto al aparcamiento.

Carmena, elegida alcaldesa en los comicios municipales de mayo, decidió retomar la idea desde cero y volver a plantear el proyecto con la máxima participación ciudadana. El cuestionario que presentó a los madrileños comenzaba por preguntar si es necesario reformar la plaza de España. Una respuesta negativa hubiera finiquitado el proyecto. Se preguntaba además si se debe actuar en zonas colindantes como Conde Duque y la plaza de los Cubos; mejorar la conexión peatonal con la plaza de Oriente y el templo de Debod; o crear un corredor verde que comunique la Casa de Campo y el parque del Oeste. En cuanto al tráfico, se cuestionaba incluso soterrar el tráfico en Gran Vía y Princesa, “teniendo en cuenta el elevado coste”, o todas las calles que pasan por la plaza. También se planteaba convertir en peatonal el paso elevado de la calle de Bailén; y se preguntaba sobre las plazas de aparcamiento.

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