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Manuel Foraster, al final de la escapada

Muere a los 67 años el escritor de Sabadell justo cuando estaba fraguando su tercera novela

Justo cuando estaba fraguando su tercera novela y se estaba convirtiendo en un interesante escritor, moría el pasado domingo Manuel Foraster Giravent (Sabadell, 1949-Barcelona, 2016). Su perfil de Facebook sigue abierto, aunque las últimas entradas son del 3 de julio de 2015, con las felicitaciones de cumpleaños que le mandaron, entonces, sus amigos. Hacía tiempo que un cáncer le devoraba la existencia, pero él seguía adelante, con su mirada socarrona al mundo, ladeado siempre un poco hacia atrás, observando su entorno con una invariable y peculiar sonrisa, hierática y permanente.

"No es que no entendamos nada, es que no hay nada que entender" decía, parafraseando al cantautor Quimi Portet hace cuatro años, en una entrevista realizada cuando apareció su primera novela, Factures pagades (Tusquets, 2012). Con este relato en el que campaba el humor sabadellense, rayando lo absurdo, de Pere Quart o Francesc Trabal, irrumpió en la escena literaria catalana. Una novela en la que el desorden y el vaivén de sensaciones y situaciones, descritas con detalle y en las que la música tenía un papel destacado, construían un universo propio, el de los hijos de la pequeña burguesía industrial de finales de los años sesenta que abandonaban el caparazón local para conocer mundo.

A veces parece planteada como un film, con indicaciones de la música que debe acompañar algunas escenas. No en vano el cine y los viajes eran una de sus pasiones. Le siguió Lisboa direcció París que consolidó el camino iniciado. Con un cierto carácter autobiográfico se sirvió de sus vivencias como lector en la Université Michel de Montaigne, de Burdeos, y la Università degli Studi-L’Orientale, de Nápoles, después de licenciarse en Filología Hispánica en la Universitat Autònoma de Barcelona. Una combinación de lo culto y lo de estar por casa, muy made in Sabadell. De lo tierno a lo cínico, de lo fluido a lo inconexo. Su tercera novela, en la que estaba trabajando, apunta en esa misma dirección.

El primer libro que publicó fue un encargo y estuvo dedicado al primer alcalde democrático de Sabadell después del franquismo, Antoni Farrés i Sabater, tal com l’hem conegut, y quizás ello le animó a dedicarse de lleno a la literatura. Como escritor se consolidó una vez dejó su cargo como jefe de gabinete de prensa en La Pedrera, Fundació Caixa Catalunya advirtiendo, entonces, del peligro de banalización cultural que estaba invadiendo la entidad. Mientras estuvo en La Pedrera dirigió la revista Nexus. También había sido el responsable de comunicación y prensa del Col·legi Oficial d’Arquitectes de Catalunya, y de la Olimpíada Cultural del COOB’92. Así mismo fue subdirector de El Món, y ha colaborado en revistas y publicaciones como Bonart, o Núvol, entre otras. Era, además, vicepresidente de la Fundació La Mirada, dedicada a la ediciones de la obra de la Colla de Sabadell, formada por los escritores Joan Oliver (Pere Quart), Francesc Trabal y Armand Obiols. Como activista cultural organizó con la Galeria Fidel Balaguer una serie de encuentros memorables entre intelectuales y políticos, faceta que pudo continuar, justo hasta ahora, desde el Cercle de Cultura del Cercle d’Economia, al que pertenecía.

En About de souffle (Al final de la escapada) de Jean Luc Godard, con guion de François Truffaut, un film mítico que Foraster adoraba, en la penúltima escena, Jean Seberg pone un disco, el concierto para clarinete y orquesta de Mozart; mientras suena la música, melancólica, el plano se detiene fijo en su rostro hermoso y ella le dice a Jean Paul Belmondo “Vamos a dormir?”, “Sí” le dice él fuera de plano, y ella continúa “Es triste dormir. Al dormir estamos forzados a separarnos. Se habla de dormir juntos, pero no es verdad…” baja los ojos y gira la cabeza mirando hacia la cámara mientras se funde en negro.

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