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De fantasmas japoneses, monstruos occidentales y seres del espacio

Una exposición en Matadero Madrid presenta la fascinación del 'manga' por las mezclas imposibles de lo cotidiano y lo sobrenatural

Ilustraciones de la exposición Un planeta enloquecido en Matadero sobre dibujos y arte manga japonés.
Ilustraciones de la exposición Un planeta enloquecido en Matadero sobre dibujos y arte manga japonés. CARLOS ROSILLO

El paso por Madrid de Un planeta enloquecido: fantasmas, monstruos locales y alienígenas en el manga, será fulgurante. Se inauguró ayer en la Nave 16 de Matadero Madrid y estará solo hasta el 31 de enero. Apenas dos semanas para ver una exposición que gira sobre una de las particularidades conceptuales del manga, el cómic japonés: su interés en combinar lo atávico y lo futurista, lo local y lo ajeno, como si fuera un todo surgido en el mismo lugar y al mismo tiempo.

Es lo que la comisaria de la exposición, Kodama Kanazawa, resume en “sincretismo”. “A pesar de su historia insular, Japón ha estado en contacto con conceptos culturales extranjeros desde hace muchos siglos. Posiblemente, el primer gran caso fuera el del budismo, que llega alrededor del año 550”, afirma.

La historia de Japón está marcada por su complicada relación con el exterior. Tras la aparición de los primeros viajeros europeos se decreta un cierre casi total que dura 251 años, hasta 1854. Después llegaría la expansión imperial y el trauma de la II Guerra Mundial, que concluye con la ocupación estadounidense. Hoy, la porosidad es absoluta gracias a Internet. “El arte japonés en general, y el manga en particular, ha sido capaz de incluir todos estos factores en su producción artística”, concluye Kanazawa, curadora independiente especializada en el análisis de las formas de creación que entrelazan la vida y el folclore nipón con las influencias externas; fenómenos ajenos que van de apariciones sobrenaturales a extraterrestres.

Urusei Yatsura
Urusei Yatsura

La exposición está dividida en dos partes. La primera presenta reproducciones de mangas que se han ocupado especialmente de la interacción entre las diferentes dimensiones de lo cotidiano y lo extraordinario. Llevada al mundo del cómic japonés esta peculiaridad de la narrativa se inicia en la década de 1970.

Por eso el recorrido empieza en Urusei yatsura, de la autora Rumiro Takashaki. El cómic, nacido en 1978, contaba las aventuras de un estudiante de secundaria elegido para representar a la humanidad en una desquiciada competición galáctica. La muestra recorre obras de los años ochenta o noventa y termina con La casa y las vías del tren, de Natsujikei Miyazaki, de 2013.

La segunda parte está dedicada a Ryo Hirano, joven artista audiovisual japonés seleccionado en el Japan Media Arts Festival, un certamen organizado por el gobierno japonés para premiar a los nuevos talentos del manga y las artes visuales. La de 2015 fue su edición número 19, y muestras como esta de Matadero sirven para dar a conocer su trabajo en el exterior.

Hirano, nacido en 1988, y licenciado en diseño, colabora habitualmente ilustrando los vídeos de Omodaka, un colectivo musical que combina voces tradicionales con la denominada 8-bits Music, música realizada con Gameboys y otras antiguas consolas de videojuegos. El resultado es anticuado y futurista al tiempo.“Encaja perfectamente porque aunque no es estrictamente un dibujante de manga, sus obras son de estética pop y abarcan desde la antropología cultural o el folclore hasta la cultura alternativa”, concluye la comisaria. Entre la selección presente en Matadero está su obra más reciente, Mirror Ball chan, un webcómic hecho con GIFs.

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