Vivir en Sabadell, morir en Utrecht
La hermana de una mujer asesinada en Holanda reclama las hijas de la fallecida a los padres del acusado
La vecina de Sabadell Rosa García Geraldino vivió el pasado mes de agosto los peores días de su vida. El 16 de agosto apareció el cuerpo de su hermana Sandra, también vecina de la cocapital del Vallès, enterrado en un bosque de Utrecht (Holanda). Días antes, la policía holandesa había detenido a Silvestre Lamsá —el excompañero sentimental de Sandra— acusado de la desaparición de esta mujer vecina de Sabadell y originaria de República Dominicana. Ahora, se acusa a Lamsa de la muerte de Sandra, pero Rosa sospecha que las autoridades holandesas pueden dejarlo en libertad tras declarar el próximo 19 de noviembre hasta que se celebre la vista por el homicidio.
“No sabemos si ha confesado el crimen o no”, lamenta la hermana de la fallecida. Para García Geraldino la pesadilla de perder a un familiar como consecuencia de una muerte violenta se agrava con el hecho de que el crimen tuvo lugar en otro país. “Nadie nos informa absolutamente de nada y estamos viviendo una verdadera injusticia”, lamenta. Rosa se ha hecho cargo de uno de los hijos de Sandra, pero quiere recuperar a las dos mellizas que su hermana tuvo con su presunto asesino. “Ahora las dos niñas viven con los padres de Silvestre; los padres ancianos del asesino de mi hermana son los que cuidan de sus hijas, la memoria de Sandra no merece esto”, afirma. Rosa anuncia que va a hacer todo lo posible para que los hijos de Sandra puedan estar juntos e incluso va a solicitar ayuda al Ayuntamiento de Sabadell para reclamar a las niñas.
Sandra tenía 45 años cuando fue vista con vida, por última vez, el pasado 31 de julio muy cerca de la casa de su expareja en Utrecht. Sandra conoció a Silvestre Lamsá en 2009 e iniciaron un noviazgo. Rosa asegura que esa relación fue un verdadero vía crucis de malos tratos “físicos y psicológicos motivados por los celos enfermizos de Silvestre”. Pese a ello, en 2010 la pareja tuvo dos hijas mellizas y tres años después se separaron tras un episodio de violencia doméstica.
A mediados del pasado año, Silvestre se desplazó desde Holanda hasta Sabadell para visitar a sus hijas. Rosa recuerda bien aquella visita. “Mi hermana no quería privar al padre de las mellizas de verlas y confió en él. Silvestre pidió que fuera a comprar comida y aprovechó para secuestrar a las niñas, las metió en un coche y se las llevó a Holanda. Sandra denunció el secuestro pero nadie la ayudó”, lamenta.
Fue entonces cuando comenzó una nueva lucha para recuperar a las menores. La madre contrató un letrado que consiguió la custodia compartida. De poco sirvió, las peleas entre ellos seguían y cada uno vivía en un país diferente. El pasado 31 de julio Sandra volvió a Holanda, contrató a otro abogado y convenció a Silvestre para que le dejara ver a las niñas. La última vez que se la vio con vida fue cerca de la casa de su expareja. Su cuerpo apareció dos eemans después.
Silvestre permanece desde entonces privado de libertad acusado de la muerte de Sandra. Dentro de su apartamento se encontró la documentación de la fallecida. El próximo 19 de noviembre volverá a declarar.
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