Un arrepentido acusa a tres guardias civiles de estafar a un ‘narco’
Los policías afrontan una petición de ocho años de cárcel por estafar a un 'narco' colombiano con un montaje
Juan Pedro Lozano, un delincuente arrepentido, acusó ayer a tres guardias civiles de participar en la estafa a un narcotraficante para quedarse con 3,5 kilos de cocaína y repartirse los beneficios. Es la segunda vez que los tres guardias se sientan en el banquillo por integrar la llamada banda del puerto junto a delincuentes comunes. En la primera ocasión fueron absueltos. Ahora, el fiscal pide para los funcionarios ocho años de cárcel por tráfico de drogas.
“Me colocaste el marrón de los muertos de Terrassa y lo sabes, está grabado”, espetó Lozano a uno de los guardias acusados, Antonio S., en un receso de la vista celebrada ayer. La sesión estuvo plagada de miradas desafiantes, reproches y amenazas cruzadas. De un lado, Lozano, que detalló un presunto montaje para hacer creer a un traficante colombiano que la Guardia Civil había aprehendido la droga que les acababa de vender. Del otro, sus antiguos compañeros, que le insultaron e interrumpieron su declaración en la Audiencia de Barcelona.
Lozano explicó que, en 2001, el traficante les vendió cuatro kilos de cocaína para colocarla en el mercado. En vez de eso, afirmó, la banda puso en marcha un plan en connivencia con los guardias acusados —Roberto D., Antonio S. y Cristóbal R.— para quedarse con la droga. El arrepentido y su grupo mezclaron medio kilo con harina, colocaron los fardos en el maletero de un Audi A3 y lo dejaron en el cementerio de Parets del Vallès. De forma concertada, uno de los guardias alertó de la presencia de un vehículo abandonado. Los acusados explicaron al colombiano que tuvieron que dejar el coche allí tras una persecución de la Guardia Civil. El traficante acabó de creerles cuando, unos días después, la noticia del alijo apareció en una revista local. Según la versión de Lozano, los miembros de la banda y los guardias se repartieron los beneficios.
Lozano formó parte del grupo hasta 2002, cuando fue detenido por el asesinato de dos vigilantes de seguridad que custodiaban un furgón blindado en Terrassa. Fue condenado a 40 años de cárcel, que sigue cumpliendo. El arrepentido sigue manteniendo su inocencia y cree que sus excompañeros le tendieron “una trampa”. Por eso decidió colaborar con la Fiscalía y, en 2008, contó la presunta connivencia del grupo con mandos de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía. El mayor golpe conjunto fue el robo de un contenedor con 200 kilos de cocaína en el puerto de Barcelona. Los delincuentes comunes fueron condenados por esos hechos; los funcionarios policiales, absueltos.
En este segundo juicio, los acusados volvieron a negar su participación en los hechos y acusaron a Lozano de “inventarse” la historia para obtener beneficios penitenciarios.
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