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El barroco madrileño se resiente en las Calatravas

Antonio María Rouco, sustituyó imágenes de la Virgen María por una de Juan Pablo II y otra de mártires de la Guerra Civil

 Retablo del templo de las Calatravas con sendos lienzos en las hornacinas que ocupaban las imágenes.
Retablo del templo de las Calatravas con sendos lienzos en las hornacinas que ocupaban las imágenes. Bernardo Perez

La iglesia-rectoría de las Calatravas, emblema señero del barroco madrileño, obra del tracista y tratadista de la arquitectura Lorenzo de San Nicolás, acaba de experimentar un sustancial cambio de aspecto. Dos imágenes de la Virgen María, que ocupaban sendos prominentes enclaves a ambos lados del altar mayor, han sido recientemente sustituidas por dos pinturas contemporáneas, firmadas en 2015 por la pintora turolense Nati Cañada.

Las dos nuevas pinturas incluyen un retrato de Juan Pablo II y un abigarrado conjunto de santos al que acompañan hasta 36 retratos correspondientes a religiosos de ambos sexos, muertos violentamente durante la Guerra Civil de 1936-1939. Así lo explica el prospecto a la venta al público titulado “El icono de los santos mártires del siglo XX en Madrid” dentro de la Guía de Mártires elaborada por el obispo Juan Antonio Martínez Camino. Este lienzo, de configuración coral, consta de un friso con santos como Isidro, Pedro y Pablo más otros como Tichón de Moscú o el mexicano Cristóbal de Magallanes; muestra, además, una fachada de la catedral de la Almudena y en la parte media-inferior, retratos de hasta 36 religiosos españoles beatificados bajo el pontificado de Juan Pablo II. El emplazamiento de los nuevos retablos ha disgustado a la Academia de San Dámaso, que entiende sobre asuntos artísticos relacionados con la Iglesia católica. Una fuente académica informó a este diario que la institución no ha sido consultada al respecto. “Una pintura de ese tipo es más propia de un templo contemporáneo, no de una iglesia barroca”, señala.

La iglesia de las Calatravas fue transformada durante la Guerra Civil en salón de baile. Su fachada fue entonces fotografiada con momias de religiosos difuntos. La ubicación del lienzoguarda relación con aquellos hechos a modo de expiación simbólica, 80 años después de aquellos sucesos.

El templo es Monumento Nacional , Bien de Interés Cultural, y fue restaurado con dinero público en su fachada, linterna, cúpula, pechinas, retablos y sala capitular, en una actuación a cargo de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno regional madrileño. Durante la restauración se halló, sobre un muro, la traza del alzado dibujada a mano por el arquitecto Lorenzo de San Nicolás.

“La inclusión de las dos pinturas para sustituir a las imágenes fue una decisión adoptada en Conferencia Episcopal presidida por monseñor Rouco hace dos años”, explica el Delegado episcopal para el Patrimonio eclesiástico, José Luis Montes. “La sustitución se hizo siguiendo instrucciones de Roma —bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI— donde se aplicó una medida semejante en el templo de San Bartolomé. Y, en alusión a la supuesta inapelabilidad de lo actuado, sentencia: “Roma locuta, causa finita”.

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