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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un teatral hombre al piano

El menudo Ben Folds de Terrassa coquetea con el funk y el soul en un disco, ‘Miércoles 14', pletórico de vivacidad

Litus en su concierto de Madrid.
Litus en su concierto de Madrid.Iván Martínez Segovia.

Desciende Litus a la carrera por la escalinata del Teatro Bodevil y desde el primer instante queda claro que este hombre menudo, vivaracho, de sonrisa picaruela y modales circenses ha nacido para dedicarle sus mejores horas a los escenarios. Prende la complicidad entre las mesas, brota el swing desde las teclas del piano de pared y este insólito enclave en el barrio de Tetuán, antiguo lupanar para noches desvencijadas, parece transformarse en animado tugurio de Nueva Orleans. En un momento en que el pop de teclas blancas y negras que practica Tobias Jesso Jr. inspira (merecidos) kilómetros de palabras en medio mundo, estaría bien reparar en sorpresas como la de este treintañero de Terrassa, un tipo que cultiva el pop instantáneo, el soul de metales turgentes y el pálpito literario de unas letras que no renuncian a la ironía cotidiana ni las referencias cultas: desde el Macondo de García Márquez a ese personaje de Roberto Bolaño en 2666 que inspira Querido Hans, una preciosidad que habría podido escribir José María Guzmán en sus años más vigorosos.

 “Perdón que me ponga de perfil. Es una putada, porque mi físico me ha abierto siempre muchas puertas”, ironiza este pequeño gran hombre al piano, menos dado a sentarse en pose introspectiva que a retorcerse por todo el radio que abarca el cable de su micrófono. Hay teatralidad en sus movimientos, y no digamos ya en ocurrencias como regalarles aviones de papel a los espectadores para que los lancen durante ese estallido de vivacidad que se titula Pedalear. Pero hay, sobre todo, un gran gusto por las inflexiones negroides en la voz (Zarabanda) y por un pujante latido rítmico que le coloca cerca de nombres como Ben Folds o nuestro Señor Mostaza.

Algún que otro tema de pop-soul acelerado se antoja recurrente, pero Litus casi siempre sortea el peligro aportando otros acentos: el aliento vaquero y autobiográfico de la excelente Hipermetropía, ideal para un viaje iniciático por carreteras secundarias, o ese funk a lo Terence Trent d’Arby en Oportuna oportunidad. Casi nadie por la meseta le ha prestado atención hasta ahora a Carles Bosch; su recién horneado quinto disco, Miércoles 14, parece una gran ocasión para corregir este olvido clamoroso.

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