_
_
_
_

La historia de una defunción

Berasaluze II y Zubieta, unos títeres en manos de un pletórico Bengoetxea VI y el resolutivo Untoria

El riojano Álvaro Untoria golpea la pelota durante la final de este domingo, en el frontón Bizkaia.
El riojano Álvaro Untoria golpea la pelota durante la final de este domingo, en el frontón Bizkaia.Miguel Toña (EFE)

Frontón Bizkaia. Final campeonato de parejas. 26 de abril. Bengoetxea VI-Untoria, 22-Berasaluze II-Zubieta, 7. La historia de una defunción.

La Bizkaia pelotazale está deprimida. Es el resultado lógico después del descalabro sufrido por el ídolo al que habían entregado todas sus ilusiones, Berasaluze II, y que ha sido una caricatura de delantero en un frontón enfervorecido, entregado a su causa y que sigue añorando más de tres décadas después a Iñaki Gorostiza y a la zaga de los García Ariño como sus únicos campeones. Hasta el lehendakari Iñigo Urkullu, presente en el frontón, lo deseaba.

Por encima del territorio hostil, los vencedores han venido a Bilbao a aplicar la lógica. Es la que resulta de su superioridad, basada en una compenetración donde el excelente momento de Bengoetxea VI se ha conjugado con el temple de Untoria, más allá del dato puntual de que entregó tres fallos entre los cinco primeros tantos del contrario.

En una final de parejas quedarse en 7 es un ridículo. Después de tantas líneas y voces apelando al día de Berasaluze II, la cancha ha puesto a cada uno en su sitio. Y por ahí ha entrado la depresión a la afición local, incrédula por el acelerado desenlace de un partido con algunos tantos discutidos pero sin la salsa suficiente para interesar siquiera a un par de apostantes. A partir del 9-6, se han ido a un 21-6 que evita comentarios.

No hubo partido en medio del griterío volcado con el pelotari de Berriz. Se ha adivinado, además, con inusitada rapidez. En realidad, todo se reducía a resolver una incógnita. Si en la parte trasera del frontón la inexperiencia de Untoria ante las emociones fuertes no se quebraba con fragilidad pasmosa, el partido era de Bengoetxea VI porque en los cuadros de la pillería es ahora mismo muy superior a Berasaluze II. Por lo tanto, al no quebrarse el chaval riojano -el auténtico descubrimiento del campeonato- todo fue rodado hasta el hilarante marcador final.

Berasaluze se ha disuelto como un azucarillo. Sin generales, Bengoetxea VI tiene mando en plaza
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El primer síntoma del desequilibrio ha llegado con rapidez. Consistía la táctica en un saque largo de pelota botona que Zubieta devolvía más de una vez como alma en pena desde el cuadro diez, librando apuradamente apenas unos centímetros del precioso rebote de cristal. A partir de ahí, la pelota llegaba con docilidad a las manos de Bengoetxea para acabar convertida en un misil por encima de la txapa que suponía otro tanto. Y así, casi una decena de veces.

Berasaluze II se ha visto impotente. No le ha superado la presión sino los rivales. Apenas combativo en los primeros tantos de las engañosas igualadas a 3 y 4, se ha disuelto como un azucarillo.  Incluso, el último tanto del partido ha sido un error suyo como reflejo de su desatino y desolación. Quizá la adversidad comenzó hace dos años en el mismo Bizkaia con aquella dañina lesión que siempre acaba pasando factura cuando se exige más esfuerzo. Además, Zubieta poco ha podido hacer mientras sufría con el desparpajo de un Untoria centrado en su oficio con garrotazos y colocación de un veterano.

Sin los generales Irujo y Olaizola II, Bengoetxea VI tiene mando en plaza. Se ha mostrado insultante. Aquel pelotari capaz de maravillas con actuaciones deslucidas se ha mostrado resolutivo, esforzado en defensa y con un saque demoledor, haciendo oídos sordos a un público que le ha acabado reconociendo el mérito. Toda una tareja de presentación para el manomanista que asoma por la puerta.

Mientras, Bizkaia digiere su desolación. En la ilusión colectiva, estaba todo preparado para que Gorostiza y Jesús García Ariño confirmaran el relevo entregando a Berasaluze II la txapela de campeón. Al final, todo un espejismo. Quizá la afición vizcaína, entre quienes se ha visto a varios jugadores del Athletic, tenga que esperar a la definitiva explosión de Urrutikoetxea, ganador por cierto en el primer partido de una tarde que se prometía feliz y que ha acabado en defunción.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_