Trámites judiciales retrasan la salida de la cárcel de Sito Miñanco
El narco espera destino en Andalucía para trabajar en una firma de seguridad
La salida de la cárcel del narcotraficante José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, acordada hace apenas dos semanas por el juez central de Vigilancia Penitenciara, puede retrasarse aún más de un mes. La Audiencia Nacional tiene que elevar a firme el auto, cuando el fiscal haya dado también su visto bueno, que ha autorizado a Miñanco a disfrutar de un régimen de semilibertad mientras trabaja, pero alejado de Galicia. La incorporación del famoso traficante a su empleo en una empresa de vigilancia de edificios públicos en la que desempeñará funciones de supervisor y comercial, también tendrá que esperar a que la prisión de Valladolid —que siempre se opuso a su salida— decida entre los centros penitenciarios de Jerez, Málaga o Algeciras el más idóneo para que Miñanco pase al menos un año de adaptación a su nueva vida.
El juez de Vigilancia Penitenciaria, José Luis Castro, de acuerdo con el fiscal, desestimó la concesión del tercer grado porque cree que antes Miñanco tiene que prepararse “para el fin principal, la reinserción social”, pese a que ya rebasó hace seis años las tres cuartas partes de una larga condena, “en la que se aprecia una evolución favorable”, señala en el auto el juez. “Se hace necesario”, añade Castro, “otorgar un régimen de autogobierno, como paso previo a la concesión de tercer grado, que permita en definitiva valorar su grado de responsabilidad y autonomía y su preparación para su vida en libertad”. El narco arousano irá a dormir todos los días al centro que le asignen, salvo que en tres meses pueda obtener un permiso de fin de semana.
El juez autorizó la nueva situación del interno cuando Miñanco presentó su contrato de trabajo, supervisado por el equipo técnico de la prisión, y firmó una carta de arrepentimiento y repudio a su actividad delictiva, al igual que lo hicieran otros grandes narcotraficantes para salir de la cárcel. “Es necesario evitar el daño que la presencia del interno pueda producir a las víctimas o a sus familiares que actualmente vivan en la zona de la que es oriundo, por ello, es coherente presentar una oferta laboral fuera de la Comunidad Autónoma Gallega, lo que permitirá evitar el encuentro del penado con aquellas familias que han sufrido como consecuencia de su actividad delictiva”, incide el magistrado. Y subraya que “aunque el bien jurídico protegido por el delito cometido por el interno es la salud pública, y por lo tanto las víctimas inicialmente son indeterminadas, es fácilmente reconocible que muchas de las personas que viven en la zona en donde residía y realizaba su actividad” han sufrido las secuelas del narcotráfico. “Basta reconocer la famosa generación perdida que en la zona de Vilanova y Vilagarcía de Arousa en la que se produjo la muerte de muchos jóvenes como consecuencia del consumo de droga”, apostilla el juez Castro.
Encarcelado por primera vez en enero de 1991, Prado Bugallo pasó diez años en prisión hasta que en 2001, cuando estaba en libertad condicional, fue detenido por otra operación de cocaína. En 2009 alcanzó la tercera parte de la condena actual, que no terminará de cumplir hasta 2018. En las numerosas cárceles por las que ha pasado durante todos estos años no se registró ningún incidente por mal comportamiento. Por el contrario, los informes penitenciarios valoran su actitud para cooperar en las labores generales de limpieza de las instalaciones que tienen que acometer todos los presos. En los últimos tiempos, Miñanco ha sido el encargado de supervisar el polideportivo de la prisión, además de haber asistido a un curso de alfarería y otro de cristalería que figuran en su expediente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.