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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sacudida en el mapa municipal

La aparición de nuevos competidores pone en jaque la polarización bipartidista que rige en los municipios

Enric Company

Las dos fuerzas que desde 1979 han hegemonizado ampliamente el poder municipal en Cataluña concurren a las elecciones locales del 24 de mayo en condiciones particularmente difíciles, incluso críticas. Convergència i Unió (CiU), que aglutina al centro-derecha nacionalista, y el socialismo catalán viven, por diversos motivos, momentos de cambio e incertidumbre ante su futuro inmediato, ambos a la defensiva ante competidores que se hallan en fase expansiva.

La federación de CiU que dirige Artur Mas afronta un conjunto de retos entre los que es difícil adivinar cuál puede resultar más dañino para su hegemonía. Estas elecciones municipales serán las primeras que se lleven a cabo después de la súbita, espectacular e inesperada volatilización a finales de julio del prestigio del fundador del partido, Jordi Pujol. Serán también las elecciones en las que, a pesar de los equilibrios, los dos partidos que forman CiU se presenten en un ambiente de desacuerdo político profundo, público y notorio, con el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, dedicado a promover y lanzar una alternativa no independentista a Convergència, bautizada con el nombre de Construïm. Y ya se sabe que la mejor astilla es la salida de la misma madera.

Al mismo tiempo, la conversión de Convergència Democràtica (CDC) al independentismo ha convertido a Esquerra Republicana (ERC), su principal aliado en esta aventura, en opción prácticamente intercambiable en buena parte de Cataluña, sobre todo a los ojos de los electores sensibles a los argumentos del soberanismo. Los diputados de Esquerra son el sostén de CiU en el Parlament y su líder, Oriol Junqueras, es pese a todas las dificultades de un trayecto plagado de obstáculos inmensos el acompañante de Mas en la apuesta independentista. El salto de un partido al otro es muy fácil para muchos votantes.

Estos factores se suman al desgaste provocado por una acción de gobierno al frente de la Generalitat con la que el ejecutivo de Artur Mas no ha conseguido superar los estragos sociales de la crisis económica y ya ha provocado que CiU perdiera votos en todas las elecciones celebradas desde 2011. La crisis y el malestar social y político que provoca siguen ahí y todo apunta a que seguirán alimentando una recomposición del mapa político de alcance difícil de prever, como ya sucedió en las elecciones europeas y, en parte, en las autonómicas de Andalucía.

Hay nuevos actores políticos en el escenario, surgidos de la lucha contra las políticas de recortes en las prestaciones sociales y las reformas laborales que han precarizado el empleo, y uno de ellos aspira directamente a arrebatar a CiU la alcaldía de Barcelona. Si lo lograra, el previsible desgaste de CiU en el resto del país adquiriría un valor político mayúsculo. La alianza encabezada en la capital catalana por Ada Colau al frente de varias fuerzas de izquierda, entre ellas una con fuerte tradición local, ICV-EUiA, y otra, Podemos, con la potencia que la ha convertido en toda España en amenaza para el esquema del bipartidismo PP-PSOE, trastoca la correlación de fuerzas en el Ayuntamiento de Barcelona, desplazando al PSC.

Es una seria amenaza para CiU, pero también para el otro partido antaño hegemónico en la ciudad y, en general, en el municipalismo catalán, el socialista. En las anteriores elecciones municipales, CiU y PSC sumaron casi 6.000 de los cerca de 9.000 concejales que se eligen en cada convocatoria. CiU obtuvo 3.860, el PSC logró 2.117. Estas cifras dan una idea bastante aproximada de la potencia del bipartidismo municipal catalán, especialmente si además se tiene en cuenta que los concejales socialistas se concentran sobre todo en ciudades grandes, lo que en la práctica supone gobernar ayuntamientos muy importantes, como los del área metropolitana de Barcelona.

Es precisamente este esquema de polarización bipartidista el que está en jaque por la aparición de nuevos competidores también en el ámbito de la izquierda. Los socialistas hacen frente en estas elecciones al asalto de sus posiciones municipales en el área metropolitana de Barcelona desde varios frentes. Uno es el abierto por las plataformas de izquierdas a las que se suma Podemos, como la de la propia Barcelona y muchas otras. Otro frente es el abierto por Ciutadans, el partido que acusa a los socialistas de haberse rendido al soberanismo.

Ciutadans sufrió un descalabro en las elecciones municipales de 2011, en las que logró sólo el 1,22% de los votos y siete concejales en toda Cataluña. Pero desde las elecciones europeas de este año pretende configurarse como alternativa de derecha moderada al PP, lo que ha incrementado fuertemente sus expectativas de voto en las franjas de electores que, en Cataluña, oscilan entre el voto entre los dos grandes partidos españoles.

Para el PSC, la otra cara de este desafío es que al mismo tiempo ha sufrido en los dos últimos años el abandono de afiliados y cuadros por el flanco del catalanismo, muchos de los cuales han formado coaliciones locales con ERC. El conjunto de estos factores apunta a que dentro de seis semanas el mapa político municipal sufrirá una sacudida notable.

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