“Aprendí el catalán antes que el español y el francés”
Manuel Valls habla con orgullo de sus raíces para reivindicar una sociedad inclusiva
El primer ministro francés, Manuel Valls, el que hoy enarbola con orgullo el estandarte de la identidad francesa y se duele por la deriva de su país, cada día un poco más amante de la ultraderecha del Frente Nacional, no tuvo al francés como lengua materna. Nacido en Barcelona, de un padre español y una madre suiza italohablante, las lenguas de su infancia fueron el catalán y el italiano. Solo más adelante aprendió el español y el francés. En realidad, añade ahora en la revista del periódico Le Parisien, aprendió de mayor a ser francés.
En una entrevista concedida a esa revista y que está hoy viernes en los quioscos, Manuel Valls habla con franqueza y orgullo de sus orígenes. Siempre lo ha hecho. Nació en Barcelona en el verano de 1962 y, aunque siempre ha vivido en Francia, jamás ha renunciado a su condición de hijo de inmigrantes, lo que ahora le vale desde el Gobierno para hacer el contradiscurso al Frente Nacional.
El padre del primer ministro, Xavier Valls, no era un pintor de brocha gorda, como sospechó alguna de sus maestras en la escuela, sino un pintor de prestigio. Ahora, dos de sus cuadros adornan las paredes del despacho del palacio de Matignon que en su día ocupó André Léon Blum, primer ministro antes y justo después de la II Guerra Mundial. Valls los muestra con orgullo a algunos de los que le visitan.
En la entrevista que ha concedido a Le Parisien explica que hasta los dieciséis años vivía plenamente su “triple cultura española —y catalana—, italiana y francesa. Más adelante, por necesidades meramente burocráticas comprendió que debía nacionalizarse francés.
Manuel Valls acude a menudo a Cataluña. Allí, en el barrio barcelonés de Horta, vive ahora su hermana Giovanna. Es el mismo lugar donde nació el primer ministro y donde la familia solía disfrutar de las vacaciones de verano. Giovanna Valls ha escrito recientemente un libro sobre su proceso de desintoxicación de las drogas y a su hermano no le molesta en absoluto que le pregunten por ello fuera de micrófono, sino todo lo contrario.
El catalanismo de Manuel Valls no incluye, sin embargo, veleidades nacionalistas, siempre difíciles de entender en la mente de un francés. A la pregunta de cómo ve el proceso independentista suele responder con una idea fuerza: “Todo lo que une, refuerza y todo lo que divide, debilita”…”Como socios y vecinos, deseamos una España fuerte y estable”. Así respondió a las preguntas de El País cuando se le preguntó por este asunto hace ocho meses.
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