Fábrica de antigüedades
¿Alguien otorga crédito a la versión de que Francisco Camps se dispone a defenderse a sí mismo por carecer de recursos económicos?
A.- Ahora mismo se diría que la crónica política en los medios de información podría fusionarse sin pegas con la de sucesos y tribunales. Ahí es nada. Cientos de causas abiertas a gerifaltes políticos y sus compinches a resolver en este bonito año electoral, entre las que abundan las que atañen a políticos valencianos, siempre en vanguardia en esta clase de enredos, y allegados. La ventaja de haber leído con atención a Roberto Saviano, sobre todo su Cerocerocero, es que en cuanto es atrapado un narco de cierto nombre en México sabes de inmediato de quién se trata y los momentos más brillantes de su historia, porque Saviano lo tiene fichado desde hace años. No existe, que yo sepa, un repertorio de esas perspectivas en nuestro país ni sobre los narcos ni sobre los políticos lesivos. ¿Alguien sabía quién era Blesa antes de destaparse como Blesa? O bien: ¿alguien otorga crédito a la versión de que Francisco Camps se dispone a defenderse a sí mismo por carecer de recursos económicos? Como Luis Bárcenas, al que solo le llega la pela para pasar un par de semanas en Baqueira; en ese caso, ya puede ir mendigando entre sus amigos para hacerse con los 88 millones de euros que se le piden como fianza en su próximo proceso. Y ¿a santo de qué sigue en libertad Rita Barberá?
B.- Bien está que a algunos lectores no les guste nada un escritor como Félix de Azúa. Podría decirse que, en algunos casos, ellos se lo pierden. Pero de ahí a intentar machacarlo por un artículo publicado en este periódico hablando de antigüedades y falsos modernismos, a cuenta de la actitud de algunos políticos en campaña, hay un abismo. Que haya tildado al Lluís Llach de L´estaca de la Sarita Montiel del radicalismo catalán no es necesariamente un insulto, ni mucho menos parece aludir a las preferencias eróticas del cansautor más que a un cierto estilo un tanto llorón. Sin ir más lejos, no es nada fácil compartir el entusiasmo por Raimon, fuera de sus versiones de Salvador Espriu, ya que algunas o casi todas de sus letras propias tienden a resultar más bien insoportables, antes y ahora. Considere el lector con calma y cierta distancia algunas de esas letras y tal vez se percate de su sentida y gritona inconsistencia. Y lo mismo con Ovidi Montllor, donde La fera ferotge ni siquiera alcanzaría el estatuto de cancioncilla infantil de izquierdas. Antes de recurrir al insulto, ruego al lector que cuente hasta cien y repare en el arte que contienen esas letras, que son, en efecto, para no olvidar. ¿Dónde está el estudio que las descarte como emblema de nuestra cultura? Ni está, ni se lo espera. Y espero que no respondan como los falleros: si no te gusta, te largas.
C.- Con todo esto se quiere sugerir que en ocasiones ocurre que no solo el infierno está empedrado de buenas intenciones, sino que esas buenas intenciones constituyen ya el mismo infierno. Es lo que empieza a pasar en Grecia, tan amada por revolucionarios de mesa camilla. Parece que las nuevas autoridades se disponen a crear una especie de comité (de voluntarios, supongo) a cargo de estudiantes, amas de casa, parados y turistas, que vigilarán si los comercios pagan el IVA o no. Feo asunto. Se empieza así y se acaba convirtiendo a los ciudadanos en un nutrido pelotón de delatores. Y estas barbaridades empiezan así, con voluntarios, que acaban denunciando a los no voluntarios, por si las moscas. Los griegos, que tan al tanto están de lo que ocurre en España, no habrán olvidado que Franco convirtió a este país en un territorio de chivatos, lo mismo que Stalin en la Unión Soviética, Hitler en Alemania y, algo después, Castro en Cuba, con sus Comités de Defensa de la Revolución entregados a delatar a sus vecinos por cualquier cosa, ya que va de sí que los cubanos que no engrosaban sus filas eran naturalmente sospechosos, de lo que fuera.
Pero no se inquiete el paciente lector. No vamos a llegar ahora hasta la tediosa zeta.
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