El IVAM abre la puerta de atrás
Medio millar de viandantes se reúnen en el solar destinado a la ampliación como "primer paso" para su uso ciudadano y artístico
El medio millar de personas que tomaba a media mañana de ayer un tentempié en el solar de 2.800 metros cuadrados que ocupa la parte trasera del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) simbolizaban el cambio que el nuevo director, José Miguel G. Cortés, quiere imprimir en esa parte olvidada y vallada del museo, en sintonia con colectivos ciudadanos como Desayuno con Viandantes, responsable de esta convocatoria sabatina. Es solo “un primer paso”, reconoció Cortés en el almuerzo, para abrir al uso ciudadano esa parte del museo, inicialmente destinada a la ampliación que diseñó el equipo de arquitectos japoneses Sanaa hace más de una década, pero que ni la crisis ni los ajustes presupuestarios permiten abordar por ahora.
Este es el primer objetivo, ya decidido, “que la ciudad se asome al museo”, derribando “metafóricamente estos muros”. ¿Y el museo? Que “se asome también a la ciudad”, convino Cortés. ¿Cómo? No hay iniciativas museísticas decididas aún, pero sí “ideas”, algunas de las cuales no dependen solo del IVAM. ¿Podría comunicarse el IVAM con el solar? Cortés ni afirma ni niega, aunque rechaza por ahora cualquier “intervención fuerte”. Pero está claro que el acto lúdico de ayer "tendrá continuación" con otras iniciativas en la línea de abrir el museo al barrio de El Carme.
El arquitecto David Estal, del colectivo Desayuno con Viandantes subraya que el IVAM es seguramente el único museo con un espacio libre tan amplio, además de una medianera y un muro de tres metros de altura perfecto para un arte más espontáneo. “Se trata de perder el miedo al vacío, en lugar de que las instituciones decidan qué se debe hacer, dejar espacio libre para que los ciudadanos digamos qué queremos hacer”, añade el arquitecto y miembro del colectivo Boris Strzelczyk.
La idea fuerza global, el uso ciudadano del solar, ha sido objeto de reflexión y debate ya en reuniones con colectivos ciudadanos. Toni Cassola, portavoz de Amics del Carme, recuerda que al demoler los edificios de la calle Beneficencia para facilitar la ampliación del IVAM, la vía se convirtió en uno de tantos espacios muertos existentes en el barrio histórico. De lugar habitado pasó a enclave conflictivo (trifulcas, tráfico de drogas…), y, tras los derribos de viviendas, a páramo urbano. Por eso los vecinos se empeñan en que mientras llega la ampliación se dé vida a los solares para evitar la degradación de un entorno que está habitado.
Desde el punto de vista urbanístico, la manzana tiene puntos negros, con algún callejón sin salida que impide el tránsito fácil, la permeabilidad desde Guillem de Castro, una vía con mucho tráfico donde a la que da la fachada principal del IVAM. “El solar tiene una potencialidad brutal. Lo que queremos es que deje de ser un agujero negro y sea útil para el museo y los vecinos”, sostiene Cassola. Caben desde instalaciones de arte efímeras, una manifestación que el actual director ensayó con éxito en Castellón, hasta una ciudad a escala de los niños. El moderador de todo es el IVAM: el museo tiene la última palabra.
"Algo está cambiando en Valencia", afirma convencido el fotógrafo Luis Montolío, n este solar adyacente a una de las macrofotografías por él firmadas que se pueden ver en algunas paredes de El Carme. Algo está cambiando, como poco, en ese "solar longitudinal que contiene 2.800 metros cuadrados de oportunidades", como lo consideraba el colectivo Desayuno con viandantes en un folleto que repartían tres de sus miembros subidos en zancos que les permitían asomarse a ese muro que, al menos "metafóricamente" la nueva dirección del IVAM ha decidido derribar.
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