‘Soul’ a la antigua, que no anticuado
James Hunter, el hombre al que Van Morrison proclamó hace dos décadas tesoro oculto del soul británico, exhibe su sólida carrera en Madrid
Playa de piedras y gaviotas, la de Brighton, en el sur de Inglaterra. Kilómetro cero vital para James Hunter (Colchester, Essex, 1962) a mediados de los ochenta: “Había justo dejado mi trabajo de siete años como ferroviario para mudarme a Londres, me sentía músico. Bajé con mis colegas a la costa para participar en una competición de bandas. Y tras reunir monedas tocando en la calle me senté en el paseo marítimo, café y hamburguesa en mano, con el alivio del que se acaba de escapar”. Aquel Hunter veinteañero se convirtió poco a poco, a fuego lento, en el nombre aventajado del soul británico que recorre estos días España de gira, con parada el viernes en Madrid.
Su prestigio se ha cimentado aún más con su último álbum, quinto ya de estudio, el incontestable Minute by minute. “En abril entraré con mi grupo a grabar nuevas canciones, queremos aprovechar incluso las pruebas de sonido de esta gira para ir ensayándolas. Pero sí, no pude quedar más contento con ese disco, el primero que registramos de facto en Estados Unidos pese a nuestros años de relación con dicho mercado”. Hunter optó para ello por ponerse en manos de Gabe Roth. El músico y productor estadounidense es el cerebro del sello Daptone (paladín desde Brooklyn del vintage soul) y el líder de los fabulosos Dap-Kings que acompañan a Sharon Jones e hicieron en su día lo propio con la malograda Amy Winehouse.
Todo en el estudio de Roth se graba en analógico y con los músicos tocando al unísono. “No se trata de sonar antiguos sino de sonar bien, y nunca nuestra música había sonado tan plena”, apunta Hunter, autor e intérprete de grandes canciones atemporales que le apartan del mero revival. “De algo que es, ya de por sí, un error: algunos intentan ser tan auténticos que eso les lleva a destruir el espíritu real de la música, con un exceso de mística y reverencia”, remata.
Hunter, que en 2014 compartió cartel con Sharon Jones (“ella y los Dap-Kings te hacen sentir casi en familia”), quiere aclarar algo sobre Amy Winehouse: “Es totalmente falso cuando se dice que nosotros le allanamos el camino a Amy, aunque su repercusión en Estados Unidos, mucho mayor, fuera precedida por la nuestra. No lo necesitaba”. El cantante y guitarrista se refiere a su candidatura a un Grammy en 2006 por People gonna talk, tercer trabajo del británico. “Optamos sin suerte al premio al mejor álbum de blues tradicional, no había una categoría propiamente de soul”.
Quizá verse bajo dicho epígrafe le recordó a Hunter sus pinitos en el Londres ochentero, cuando actuaba (y grababa) al frente de Howlin’ Wilf & The Vee-Jays: “Perseguíamos una suerte de blues soul, un poco al estilo del sello Chess en los cincuenta.” Y sobre su acceso en la infancia a viejos vinilos de música negra se ha fabricado una preciosa leyenda, que él mismo desinfla: “Cierto que vivíamos a duras penas en una caravana en medio de un campo de cebollas, tras regresar la familia de Australia. Y que escuchábamos discos de 78 revoluciones en el gramófono de mi abuela, pero la mayoría eran de crooners blancos. Solo había uno de Jackie Wilson”.
Wilson fue aquel gran cantante negro al que Van Morrison dedicó una canción. El mismo Morrison que ejerció de apologista de Hunter con una frase lapidaria: “Es el secreto mejor guardado del R&B y el soul británicos”, soltó a principios de los noventa. Y contó con él como guitarrista en directo y en un par de discos (A night in San Francisco y Days like this). Nuestro interlocutor ironiza: “Ya sabes, un trabajo: entras y sales. Visité por primera vez la Costa Oeste gracias a él, algo que también le agradezco. Hace tiempo que no le veo. Aún no me ha pagado una colaboración vocal. Suele hacerlo, pero esta vez mis oídos no han tenido noticias suyas. Me estaré quedando sordo”. Y tras la queja en tono jocoso, un detalle: “Me fijé mucho en su técnica ante el micro, capaz de mantener la voz a un nivel uniforme. Como si llevara un compresor en la boca”. El león norirlandés compartió además con Hunter, como invitado de este en su estreno en solitario (Believe what I say, 1996), dos covers de Bobby Bland.
La vitalidad de Bland figura entre los espejos en los que Hunter se miró como cantante de voz irresistible, “tipo la de Sam Cooke [dulce] con un añadido de papel de lija”, según el propio interesado, admirador de otras gargantas negras: Johnny Guitar Watson, Bobby Womack… Con la guitarra se luce en solos contundentes pero concisos. No rehúye el humor ni en las letras ni en los videoclips que él mismo crea para sus temas, alguno con sus grabaciones caseras en 16 milímetros. “Empecé a aficionarme al ver ese documental sobre Peter Sellers que desvelaba su obsesión por grabar el día a día”. Y piensa mantener el nombre de The James Hunter Six que adoptó en 2013 en reconocimiento a la fidelidad de su banda de veinte años, incluidos los dos de parón tras el fallecimiento de su mujer. “Salvo que alguno se vaya o se deshagan de mí”, bromea.
The James Hunter Six actúan el viernes 13 de febrero en Ocho y Medio (sala But), 20:00 h
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