Tinta venenosa

Aunque Estricninalleva ya meses a la venta, y a pesar de que esta noche (a las 20.00, en Costello Bar) se presenta en Madrid, su autor, Rafa Cervera, reconoce no es capaz de analizar en detalle los textos que contiene. “Tengo que ser sincero: no he releído nada. Son cosas que escribí entre los 17 y los 20 años, y me da pudor enfrentarme de nuevo a ellas”, dice el periodista.

La idea de recopilar en un tomo los tres números de aquel fanzine punk que un adolescente Cervera realizó entre 1982 y 1984, partió de Juan Puchades, director de la revista y ahora editorial Efe Eme. “Él me contactó. Pensaba que el fanzine tiene un interés y una importancia. Yo me quedé perplejo. Es algo que forma parte de mi bagaje, pero nunca creí que tuviera ningún valor documental”.

El principal valor de estas 150 páginas es que son una fotografía de un momento concreto tal y como se veía en ese momento concreto. Entonces solo tuvieron acceso a ellas unos centenares de iniciados. Eran tiradas minúsculas, que se vendían por correo, desde Valencia, donde vivía su autor. Lo que se ve es una amalgama de pequeñas escenas independientes entre sí que con el tiempo se unieron gracias unos referentes comunes. “Ahora todo el mundo considera a Warhol un artista relevante, pero eso no era así entonces. Cuando conocí a Carlos Berlanga [componente de Los Pegamoides y Dinarama fallecido 2002] teníamos muchas cosas en común. Por ejemplo, Warhol, y eso parecía algo especial”, recuerda.

Cervera era un adolescente valenciano que encontró refugio en una de las escasas tiendas de discos de su ciudad en las que se vendían los discos que le gustaban. “El underground valenciano estaba copado por los progres y los hippies mediterráneos, cosas valiosas pero muy aburridas para un chaval de 16 años. A mí me gustaban el punk, el post punk, la new wave”. Allí conocería a los futuros componentes de la banda local Glamour, con la que se introdujo dentro del incipiente círculo de grupos que compartían sus gustos. Buscando su sitio en aquella escena terminó siendo el cronista de lo que le rodeaba. “Estricnina era básicamente eso. Escribir de las cosas que nos gustaban y de la gente que era como nosotros. Yo cuando entrevistaba a Alaska, Almodóvar, Eduardo Benavente o Derribos Arias, lo hacía con muchísima ilusión y muchísimo respeto. Era gente que hacía cosas parecidas a otras que se hacían a miles de kilómetros y que nos encantaban. Hablábamos el mismo idioma”.

Esas entrevistas eran presenciales. Nada de usar el teléfono. “En el verano de 1982 fui a Madrid y contacté con todos los artistas. Resulta curioso pensar en lo sencillo que resultaba conseguir un número de teléfono. Cómo un contacto te llevaba a otro”. Era un mundo anterior al de los agentes de prensa y las oficinas de comunicación que actualmente sirven de muro infranqueable y que hacen que el contacto con un músico sea prácticamente imposible a no ser que tenga algo que vender. “Se hablaba con una soltura y una sinceridad que ahora no son muy comunes”.

En estos 30 años Rafa Cervera se ha convertido en uno de los periodistas y críticos musicales más reconocidos de España. Colaborador en multitud de medios, —entre ellos EL PAÍS desde los noventa, cuando se fundó el suplemento Tentaciones—, ha escrito varios libros, entre los que destaca una biografía de Alaska que describe con minuciosidad y conocimiento de causa lo que fue la España de los ochenta. Esta noche le acompañarán en la presentación del libro el músico Alejo Alberdí, el locutor Jesús Ordovás, “uno de los grandes valedores de Estricnina desde su programa de radio”, y la cantante Ana Curra, que, en una imagen tomada por el mismo Cervera en los ochenta, es la portada del tomo de Estricnina.