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Muerte o cambio de estado

La coreógrafa María Cabeza de Vaca revisita un texto de Louise Bourgeois sobre el suicidio

María Cabeza de Vaca durante una escena de 'Una forma fácil de acabar con todo'.
María Cabeza de Vaca durante una escena de 'Una forma fácil de acabar con todo'.Marta Morera

“1. Ahórcate.

2. Salta de un puente.

3. Toma veneno (pastillas para dormir).

4. Córtate las venas…”.

Esta lista salió de la mano de la artista francoamericana Louise Bourgeois (1911-2010), como parte de las notas para sus sesiones de psicoanálisis, a las que acudió durante toda su vida adulta. Seven easy ways to end it all (Siete maneras sencillas de acabar con todo) es una fría enumeración de métodos de suicidio. En el cuerpo de la bailarina y coreógrafa María M. Cabeza de Vaca (Madrid, 1969), la macabra lista se convierte casi en un gag. El solo de danza contemporánea Una forma fácil de acabar con todo (viernes 5 y sábado 6 en la sala La Usina) es, más que un ejercicio de aniquilación, uno de supervivencia.

“Ella es más dramática que yo”, admite Cabeza de Vaca. La bailarina, asentada en Sevilla después de danzar por Córdoba y Barcelona, no estaba interesada en la oscuridad evidente que desprende la lista de Bourgeois, sino en el humor ácido que se adivina en el texto. “No quiero frivolizar, para nada, el drama de los suicidios. Pero mi trabajo va por esta línea: de forma payasa o estúpida se puede acceder a algo más profundo”, explica. Parece funcionar. La obra, estrenada en 2011 y representada ahora en Madrid por primera vez, ganó el premio del Festival de Danza de Sevilla (los PAD, otorgados por los profesionales del sector) al mejor espectáculo y mejor intérprete femenina.

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La ingenuidad era también el punto de partida de su anterior trabajo como coreógrafa, el solo Try to be happy. En él se esbozaba lo naif, lo aparentemente intrascendente, como “forma inteligente de encontrar la felicidad” y, algo narcotizados, “viajar a paisajes interiores menos amables”. Sobre escena, elementos que dan cuenta de esa ingenuidad: globos, papel, rotuladores, agua. “No sé si quise llenar todo de cosas por hórror vacui, porque me sentía sola...”, se plantea la bailarina.

El texto que dio lugar a la pieza apareció en una de las polvorientas cajas llenas de notas manuscritas que se descubrieron en casa de la artista en 2007 y tras su muerte en 2010. María M. Cabeza de Vaca copió la lista (“no sé de dónde la saqué”) durante el proceso creativo de Días pasan cosas su último trabajo con la compañía de Guillermo Weickert, con quien colaboró entre 2007 a 2011. Cuando se puso a encontrar su propia voz como coreógrafa, Louise Bourgeois apareció de nuevo.

Cabeza de Vaca es consciente de que la situación política y económica ha dado a su discurso de resurrección, de cambio de estado, una vigencia más allá de su experiencia personal. “Mi vida se anticipó a la crisis. acababa de dejar de trabajar con Guillermo, me planteaba un nuevo camino profesional...”. En la danza, explica, las cosas ya no son como antes: los circuitos han cambiado, los teatros han cerrado. Pero no se trata de dejarse morir: “Hablo del suicidio como cambio de forma. De que los cambios hay que forzarlos”.

La sala, por ejemplo, se ve transformada durante la pieza, cercana a la danza-performance. La bailarina tarda cuatro horas en montar la escena y 50 minutos en echarla abajo: “Rompemos, ensuciamos, destruimos. Pero para construir después”.

Una forma fácil de acabar con todo. Coreografía e interpretación: María M. Cabeza de Vaca. Sala La Usina (Palos de la Frontera, 4). Viernes 5 y sábado 6 de diciembre, 20.00. 13 euros.

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