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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El ‘arte Vilaseca’

Sin decir nada, Josep Lluis Vilaseca sabía poner en la pista de la noticia a los que hacían un buen uso de la información

Ramon Besa
Josep Lluis Vilaseca, en su despacho, el pasado miércoles.
Josep Lluis Vilaseca, en su despacho, el pasado miércoles.JOAN SÀNCHEZ

No me tengo por un buen periodista, más que nada porque nunca he sacado grandes exclusivas, acaso alguna de vez en cuando, seguramente porque prefiero estar enterado de las cosas que pasan para comprenderlas y contarlas con tiempo a soltarlas sin más explicación que la inmediatez, circunstancia que me ha hecho arrimar a las personas que no te dan noticias sino que te ayudan a encontrarlas. Si aprendí a descifrar un poco el deporte fue a partir de Josep Lluís Vilaseca. Jamás me dio una primicia y, sin embargo, me facilitó la tarea y se ganó mi admiración, nada que no le pasara a otros compañeros, como se vio en la presentación del libro Que consti en acta, unas memorias de Vilaseca editadas por Genís Sinca, experto en biografías (Proa).

Hubo que habilitar una sala contigua a la central del Palau de Pedralbes para poder dar cabida a los muchos asistentes, prueba de la estima que se tiene por un señor que fue decisivo en la vertebración del deporte en Cataluña. Quería Vilaseca (Barcelona, 1930) que el encuentro, sin ser grandilocuente, fuera correcto y estuviera presentado por Jordi Basté de la misma manera que estaba ilusionado en que el prólogo de la obra lo escribiera Pep Guardiola. Ambos atendieron su deseo y el acto resultó multitudinario y también cálido, en consonancia con la gratitud que se merecía la figura del que fue directivo del Barça (1970-1978), miembro y presidente de la Comisión de Control y Disciplina de la UEFA (1978-2006), secretario general del Deporte de la Generalitat (1980-1995) y diputado en el Parlament por CiU.

Asegura Vilaseca que una vez retirado trabajó más que nunca, de manera que cuando “me jubilé de la jubilación” —así lo definió— buscó un editor para un libro en el que contaría aquellas historias que nunca, explicó, contó en público ni a la prensa. Agradeció la pluma de Sinca, por ser un periodista no vinculado al deporte, y relató cosas no sabidas, algunas intuidas y otras medio conocidas, como que el Barça quiso fichar en 1973 a Gerd Muller antes que a Johan Cruyff en tiempos de la presidencia de Agustí Montal, años de divulgación de la causa catalana desde el Camp Nou.

Nunca quiso aspirar a la presidencia del Barça, por más que se lo propusieran, y a cambio prefirió tenérselas muy tiesas con el secretario de Estado para el Deporte, Javier Gómez Navarro. “Me llegó a decir que si el Barça no aceptaba transformarse en una sociedad anónima deportiva, bajaría a Segunda. No pude resistirme y la respondí que antes de que ocurriera algo así, él ya no estaría en el cargo”. Los dueños del Barça siguen siendo sus socios y si Vilaseca no consiguió con la ayuda de Evarist Murta que en tiempos de Cortés Elvira se eliminaran los avales para cubrir posibles pérdidas que hoy tantos pleitos generan en el club fue porque al final no quiso Núñez.

A la que tuvo un buen interlocutor en el Consejo Superior de Deportes (CSD) como Romà Cuyàs, Vilaseca fue capaz de implicar al Gobierno central a favor de la candidatura olímpica de Barcelona-92. El informe que en su día encargó Jesús Hermida, presidente del CSD, y que calificaba de “inviable” el proyecto catalán, se convirtió en “viable” a la que intervinieron Cuyàs y Vilaseca. Tiempos de negociaciones, de objetivos comunes, de influencia catalana en España, de personajes hábiles en el arte de la diplomacia y el saber estar como Vilaseca, una figura con poder porque siempre tuvo trato directo con presidencia de la Generalitat.

El traspaso de competencias a las comunidades autónomas favoreció que en el mandato de Vilaseca se construyeran más de mil instalaciones, mejoraran el INEF y la Blume y se creara el CAR de Sant Cugat. No solo fue decisivo en la modernización de las infraestructuras del país, sino que consiguió que la UEFA utilizara las imágenes de video como prueba para las sanciones.

Agradable e inteligente, tenía una especial habilidad para ser influyente sin ser visto. “Pasaba inadvertido, camuflado entre las personalidades”, escribe Guardiola, que siempre asoció su figura con la gabardina beige que vestía Vilaseca. “Aquella elegancia sobria y atenta (…) que remataba la imagen de eficacia y control (...) de omnipresencia, absolutamente discreto, hasta cierto punto distante, casi nórdica, pero jamás altiva y totalmente modesta”.

Asegura el periodista Paco Aguilar que Vilaseca se inscribía a veces como Guasch, su segundo apellido, para que no le localizaran en los hoteles, y se sabe también de su ironía para tutear a figuras que pedían trato protocolario como la de Alfonso de Borbón, presidente del Comité Olímpico Español. Fue, en cualquier caso, lo que en la jerga española se denomina “un caballero del deporte” y, a ojos de sus amigos, “un hombre recto, riguroso y honesto”. Evarist Murtra le retrata de manera precisa: “Siempre ha tenido gran capacidad de trabajo, ha buscado el consenso con diplomacia y ha sido persona de fuertes convicciones. Nunca se ha precipitado sino que ha administrado el tiempo con una gran inteligencia”.

Abogado, entendió muy bien el funcionamiento de las sociedades mixtas, quizá por su tiempo de presidente de la Agrupació Mútua, cargo posterior al de secretario del consejo de administración de Banca Catalana. Vilaseca, que nació en una vivienda de la calle Urgell en cuya escalera vivía Marta Ferrusola, siempre se creyó y practicó el fer país, una manera de hacer que ha estado en consonancia con su amistad con Pujol. Nadie habló, sin embargo, de política en el Palau de Pedralbes. A sus 84 años, Vilaseca se ha ganado el respeto y la credibilidad de la gente y el aplauso periodístico, sobre todo porque sin decir nada sabía poner en la pista de la noticia a los que hacían un buen uso de la información, la mejor manera de ser fiel a la entidad que servía y atender a los periodistas. Los entendidos le llaman el arte Vilaseca.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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