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Picasso íntimo y cotidiano

El museo barcelonés del pintor expone la segunda parte de las fotografías donadas por David Douglas Duncan en 2013

José Ángel Montañés
Picasso con una espina de lenguado, antes de realizar un impresión en barro para aplicarlo a una de sus cerámicas.
Picasso con una espina de lenguado, antes de realizar un impresión en barro para aplicarlo a una de sus cerámicas.david douglas duncan

“Picasso había fileteado un lenguado a la meunière con precisión casi quirúrgica y acababa de servirse las espinas para mordisquear los restos. Entonces soltó el esqueleto y desapareció por el pasillo que daba a la entrada de la mansión. Cuando regresó, traía en la mano un pedazo de arcilla fresca de alfarero. Se había comido el lenguado y ahora se disponía a inmortalizar sus restos”. Lo explica David Douglas Duncan (Kansas City, 1916) que también inmortalizó con su cámara este acto íntimo y cotidiano que acabó formando parte del proceso creador de una de las obras de Picasso. La secuencia, como si fuera una película, desde que el artista se come el pescado hasta que produce uno de sus “platos españoles”, puede verse en la segunda exposición con las imágenes donadas por Duncan en 2013 al Museo Picasso de Barcelona. Lo asombroso es que junto a estas fotografías se expone uno de estos platos, que donó Jacqueline en 1982 durante una visita a la ciudad.

No es la única vez que el vello se pone de punta durante la visita a esta muestra con las fotografías que durante 17 años realizó el fotoperiodista y amigo de Picasso. Desde que se conocieron el 8 de febrero de 1956, tras presentarse en La Californie, la enorme casa-taller situada cerca de Cannes donde Picasso y Jacqueline vivían —el año pasado Duncan recordó que el artista no tuvo inconveniente en que lo fotografiara desnudo en la bañera, donde le acababa de recibir por primera vez—, hasta el fallecimiento de Picasso en 1973. En total, más de 25.000 imágenes, todas llenas de pequeños detalles de vida, en la que el pintor aparece de forma desinhibida, sin protocolos ni corsés, la mayoría de las veces descalzo y en ropa interior, lejos del genio que realmente era: cariñoso con Jaqueline, a la que abraza o con la que coquetea; con sus hijos, como Paloma, con la que pinta en la misma mesa; en uno de los rincones preferidos del artista, en el palomar del segundo piso de La Californie; disfrazado para entretener a sus hijos con máscaras de chimpancé o búho en los que destacan sus impresionantes ojos bajo el papel, o con una de sus muchas mascotas, Lump, un perro salchicha que le regaló el propio Duncan con el que aparece jugando en muchas de las fotografías y que el pintor utilizó como imagen en su serie de Las Meninas que puede verse en otra de las salas de este museo que visitan cada año casi un millón de personas.

Uno de los 'platos españoles' creado por Picasso con la impronta de la espina del lenguado adosada.
Uno de los 'platos españoles' creado por Picasso con la impronta de la espina del lenguado adosada.Museo Picasso Barcelona

Pero también documenta el proceso de trabajo de Picasso convirtiéndose en imprescindibles para entender a este artista. No solo con el famoso lenguado de la cerámica; también con obras relacionadas con otras de sus pasiones como son los toros. Duncan captó a Picasso viendo corridas de toros, realizando las aguatintas o supervisando las pruebas de impresión. Las fotografías son retratos, pero también reportajes de valor incalculable.

La virtud de la exposición —hasta el 11 de enero— comisariada por el director del museo Bernardo Laniado-Romero, la conservadora Malén Gual y el propio Duncan es haber intercalado las 87 imágenes (del total de 163 imágenes donadas por el fotógrafo) con 24 obras realizadas por Picasso que conserva el museo, y que muchas veces aparecen retratadas en las fotografías. En el caso de La Tauromaquia se puede ver una de las planchas de 1957 y la fotografía en la que Picasso realiza el dibujo.

Picasso y Jacqueline abrazándose en La Californie.
Picasso y Jacqueline abrazándose en La Californie.david douglas duncan
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También destaca la muestra en la disposición de las fotografías. En una de las esquinas se pueden ver cuatro imágenes impactantes. En una aparece un grupo de soldados que corren en la primera línea del frente de la guerra de Corea, en otra uno de los soldados muertos. “Cuando Picasso vio la fotografía de mi amigo que había caído muerto, tendido en la colina, se sobrecogió, como si el proyectil hubiera impactado en él”, recuerda Duncan. Y así lo vemos, con los ojos llenos de vida de Picasso, una de sus mayores características físicas, llenos esta vez de lágrimas y con un gesto lleno de dramatismo.

La exposición tiene dos joyas extras y a todo color. Son dos enormes imágenes (de más de un metro de alto) de Picasso que Duncan trajo bajo el brazo en noviembre cuando inauguró la primera exposición con sus fotografías y que ahora ven la luz por primera vez: En una de ellas el pintor luce un alegre albornoz amarillo y en otra parece un indio Apache al fotografiarse tocado con enormes plumas y gesto guerrero.

La presentación de la muestra contó con las explicaciones de la fotógrafa Consuelo Bautista, premio Ciutat de Barcelona 2007, que ilustró sobre la técnicas, los encuadres y la intencionalidad del fotógrafo artista.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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