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Libros antiguos para recuperar los recuerdos

La Feria del Libro Viejo celebra en el paseo de Recoletos su edición número 26

Un librero, en una edición anterior de la feria.
Un librero, en una edición anterior de la feria. GORKA LEJARCEGI

Hay un lugar en Madrid donde ejemplares de la revista Hola con una joven Marisol en la portada conviven en perfecta armonía con antiguas ediciones del Quijote o catálogos de arte casi imposibles de encontrar. Es en el paseo de Recoletos, donde hasta el próximo 19 de octubre se celebra la edición número 26 de la Feria del Libro Viejo y Antiguo. Como cada otoño, 40 librerías ponen a la venta durante dos semanas medio millón de ejemplares, en un año que se vive con "menos alegría de la debida" por la crisis en el mundo editorial, según Juan Molina, presidente de Libris, la Asociación de Libreros de Viejo que organiza el evento.

"¿Tiene revistas?". "¿Tiene algo de Salvador de Madariaga?". "¿Tiene un libro que se llama Recibir en casa?". Los lectores van buscando de todo y de todo encuentran. Libros, por supuesto, pero también mapas, carteles de películas, cómics, recortables o postales. Algunos, auténticos bibliófilos y coleccionistas, llegan los primeros días con mil ojos puestos sobre los títulos, en busca de esa joya que no pueden dejar escapar. Una clientela "fiel" que, según Molina, les ha ayudado a mantener la "magia" del libro viejo desde que la feria comenzara su andadura en 1989.

"Renovamos ejemplares todos los días y hay quien se pasa por aquí varias veces al día. Lo mejor es venir sin una idea fija", cuenta José Luis Sánchez de Vivar, de la librería Mío Cid. Los libreros se pasan el año entero buscando ejemplares con los que sorprender en la feria; él guarda con celo un libro de repostería del siglo XVIII que piensa llevar a su caseta en los próximos días. "Solo en un stand podrías pasarte una mañana entera", asegura el presidente de Libris, dueño también de la librería Vitorio.

La feria invita a tocar, hojear e incluso oler el perfume de los libros. "El otro día una chica jovencita me pidió si podía tocar una primera edición de Lorca, dedicada por él. Me dijo: 'Para mí va a ser la mayor ilusión porque sé que ha estado en sus manos'", recuerda Molina. En una de las casetas, un viejo libro escolar de religión lleva el nombre de su antiguo dueño, Enrique, escrito en el lomo. Aguarda un comprador junto a la Lolita de Nabokov, que aún conserva un sello de la biblioteca de Zaragoza. "Vienen buscando sus recuerdos, épocas de antaño y cosas curiosas. Para algunos será el libro con el que estudiaron y para otros, una edición ilustrada o un libro con grabados", explica Begoña González, de la librería Lance, en Bilbao, que lleva 25 años acudiendo a su cita en Recoletos.

Ahora a la gente le da más respeto entrar en una librería. Pero en la calle, el libro es alegría. Y se les quita un poco la vergüenza Juan Molina, presidente de Libris

"Es muy gratificante ver que la feria no solo atrae a mayores de 50 años, sino que también viene gente joven", dice la librera, "aunque ellos curiosean mucho, eligen más al comprar". Jóvenes como Blanca Martínez, de 24 años. Recorre las casetas preguntando por un título muy específico, ya descatalogado: Aceros especiales, de José Apraiz Barreiro, editado en 1982. Lo necesita para sus estudios de ingeniería industrial y, aunque tiene acceso a la edición digitalizada, asegura: "No es lo mismo que tener el libro en papel. Algunos los encuentras incluso con anotaciones de sus anteriores dueños".

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"La feria es una oportunidad única, la mejor de las que se hacen en la calle en España y de las mejores de Europa", asegura el responsable de Mío Cid. Señala a su espalda la Biblioteca Nacional, que en esta edición es su vecina, pues han tenido que cambiar su ubicación tradicional por las obras que afectan a la parte del paseo de Recoletos donde colocaban siempre las casetas, en la zona más cercana a Cibeles. "Aquí puedes tocar y llevarte incunables de 1400, algo que en la Biblioteca Nacional solo podrías hacer con una vitrina de por medio".

La mayoría de las casetas mezclan géneros, temáticas y precios, que los libreros han tenido que rebajar por la crisis; uno, cinco y diez euros son las cifras más repetidas. Pero encontrar la ganga o la joya lleva su tiempo. Javier Álvarez es coleccionista de arte y recorre las casetas, como cada año, en busca de bibliografía y catálogos de arte contemporáneo. En cada edición se deja caer por el paseo de Recoletos al menos dos veces: la primera para comprar y una segunda por si ha pasado algo por alto. La feria es una oportunidad para acercarse al cliente asiduo y al ocasional, dice el presidente de Libris: "Antes la gente entraba mucho más en las librerías, ahora les da más respeto. Pero en la calle, el libro es alegría. Y se les quita un poco la vergüenza".

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