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FERIA DE JULIO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cartagena, primera puerta grande

Cortó dos orejas, por una Leonardo Hernández Sergio Galán sorteó el lote más deslucido

El rejoneador Andy Cartagena con su primer toro.
El rejoneador Andy Cartagena con su primer toro.Kai Forsterling (efe)

Al toro que abrió plaza Andy Cartagena le sacó todo el partido posible. Fue un buen toro ese primero, distraído de salida pero muy cumplidor después y solo al final, muy al final, algo paradito. Cartagena brilló sobre todo en banderillas y, ante todo, en sus salidas del embroque: templando de costado, a dos dedos de los pitones del noble animal. Una banderilla al violín y un par a dos manos, más a la grupa, dieron paso a las cortas y dejaron para la sentencia una labor que no tuvo pausas. La rúbrica, un rejón de muerte certero aunque algo trasero y bajo.

Hasta que se agotó, el cuarto fue un toro con son y calidad. Muy buen toro. Cartagena, fiel a sus principios de faena, lo templó se salida y lo despachó con una sola farpa, como en el primero. Dejó todo lo demás para banderillas. Y el espectáculo comenzó. Hubo de todo, incluso cierto abuso en el bailoteo ante la cara del toro. Certero en banderillas normales, con las cortas dio su versión a la rueda y al violín, sin solución de continuidad. El par a dos manos entregó más a la gente. El toro, muy gastado, nunca perdió ese punto de distinguida calidad que tienen los “murubes”. Cartagena pinchó una vez, pero al segundo intento certificó su excelente actuación.

TERRÓN / CARTAGENA, GALÁN, HERNÁNDEZ

Toros de Luis Terrón, el sexto lidiado como sobrero sustituto del titular, despuntados reglamentariamente. Correctos de presencia. Buenos primero, tercero y cuarto. Mansos y de poco juego segundo y quinto. Parado el sobrero.

Andy Cartagena. Un rejón (oreja); pinchazo y un rejón (oreja).

Sergio Galán. Un rejón trasero, pinchazo –aviso- y rejón (silencio); dos pinchazos, rejón y, pie a tierra, dos descabellos (silencio).

Leonardo Hernández. Un rejón (oreja); un rejón y, pie a tierra, un descabello (saludos).

Plaza de Valencia, 20 de julio. Segunda de Feria. Un cuarto.

No estuvo por la labor el segundo de la tarde. Con poco celo, parado o de trote cansino, no le dio muchas opciones a Sergio Galán. Tuvo que llegar mucho a la cara de ese toro Galán, para sacar mínimo partido. Montando a “Titán” y “Artista”, Galán lo intentó, pero ni con alardes logró encender la mecha. Luego, el de Terrón tampoco se le ofreció en el tercio final y la cosa acabó diluida.

Tampoco el quinto fue un toro ideal. Galán lo recibió en boca de toriles, pero el toro ya dijo que no estaba muy por la labor: distraído y mansito ya de salida. Todo lo tuvo que poner Galán a cambio de poca entrega del de Terrón. A lomos de “Ojeda” luchó en banderillas, pasó algún apuro y a base de arrimarse animó el cotarro. Arriba de “Apolo” tuvo que llegar mucho para clavar y echó el resto en dos pares a dos manos, con laboriosa preparación. Finalmente, con “Oleo” remató su meritoria actuación con un manojo de rosas. Pero la suerte no estaba con Galán, que pinchó más de la cuenta y, de nuevo, enfrió a la gente.

Bravo sin reservas el tercero de la tarde. Muy buen toro para el toreo a caballo y respuesta al mismo nivel de Leonardo Hernández. Mucho gas de salida en el toro y temple elegante de Hernández para moderar tal ímpetu. Tras dos farpas de correcta ejecución, en banderillas llegó lo más redondo y logrado. Un primer palo a la grupa, pero los siguientes con más ajuste y al estribo. Así fue el par a dos manos, de muy buena ejecución y colocación. Después vinieron tres cortas, en rueda y las tres al violín. Certero con el rejón, aunque el toro se resistiera un poco.

Devuelto el sexto, saltó un sobrero que respondió a medias de principio: a veces con entrega y otras algo remiso, para pararse luego. Leonardo Hernández tuvo que fajarse para sacar partido. Una farpa de inicio para luego volcar todo con las banderillas. Un primer palo al quiebro le salió redondo, mientras que los que siguieron fueron cumplidores. Ya con el toro negado, Hernández le anduvo a vueltas en busca de un objetivo cada vez más lejos. Hecho un marmolillo el toro, aceptó las rosas muy a regañadientes y en terrenos de adentro. Allí lo mató Hernández, dos horas y 50 minutos después de comenzar el festejo.

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