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“Hemos durado 50 años por la perseverancia”

El grupo canario Los Sabandeños vuelve a Madrid “con su pasión por el folclore”

Juan Cruz
Elfidio Alonso.
Elfidio Alonso.ÁLVARO GARCÍA

Los Sabandeños, grupo folclórico que combina su raíz canaria y atlántica con la herencia latinoamericana, dura ya medio siglo; han cambiado sus voces, claro, pero al frente sigue quien los creó, Elfidio Alonso (Tenerife, 1936), periodista y folclorista, hijo de Elfidio Alonso Rodríguez, que fue director del Abc republicano y de izquierdas durante la guerra civil. Este viernes actuarán Los Sabandeños en Madrid, en el Teatro Nuevo Alcalá; acaban de recibir el principal galardón de La Sociedad de Artistas, que agrupa a intérpretes de toda España y que ganó antes Plácido Domingo. Ellos celebran este premio y su medio siglo. De las razones de su perdurabilidad habla aquí Elfidio Alonso.

Pregunta. ¿Cuáles son las claves para que Los Sabandeños hayan durado tanto?

Respuesta. Presumo que tiene algo que ver la constancia, el haber sabido amoldarnos a situaciones complicadas que otros grupos no han sabido superar; y un sentimiento poderoso que nos ha permitido subsistir y permanecer.

P. Al repertorio canario de origen ustedes incorporaron el hispanoamericano. ¿Qué hace que los dos repertorios sean concomitantes?

R. Todos los géneros populares, folclórico y tradicionales del mundo derivaban de seis o siete troncos, lo que quiere decir que entre uno y otro debe existir empatía, que la gente pueda relacionarlos fácilmente con su tema vital. En Andalucía cantas una malagueña canaria y la entienden perfectamente, de la misma manera que una seguidilla castellana, que también existe en Canarias, como ocurre con la jota y con la isa. En este tipo de música hay una base que permite dar pistas para identificarla vivas donde vivas. Ese es el gran invento de la música popular, es la menos artificiosa.

P. Si hubiera que ponerle ahora un termómetro a la música popular en España, ¿qué momento estaríamos viviendo?

R. La música popular siempre ha existido. Depende de cómo la revistas o la presentes entra en juego la interpretación. No es lo mismo escuchar a un tocador de Ravel en solitario, que puede emocionar a 10 o 20 personas, que interpretar esa melodía con 35 voces; se enriquece de otra manera.

P. Los Sabandeños son 35 voces que han ido variando a lo largo del tiempo. ¿Cómo han conseguido que sean equivalentes con las variaciones estéticas que han tenido que hacer?

R. Desde el primer momento hubo un arquetipo, un molde, y a pesar de que se hayan cambiando los elementos y los componentes, el modelo se ha mantenido. Puede ser que la sonoridad sea más completa o vistosa en determinada época: depende también de la calidad de los solistas. Ahora tenemos cinco o seis solistas jóvenes de una categoría que antes no teníamos, como Besay Pérez, de 22 años, que ha ganado este año el concurso de solistas del Carnaval de Tenerife. Ha enriquecido mucho la cobertura y el ropaje que se inventó en su momento Quique Martín y los que seguimos en pie. De alguna manera hemos condicionado lo que ha venido después. Es posible que los arreglos sean ahora más académicos, porque Benito Cabrera, nuestro director, es un músico de escuela. Yo lo hacía de oído y no es lo mismo; aun así hay una afinidad entre uno y otro a pesar de que quizá él sea más perfecto y más impecable desde el punto de vista musical que antes, que era más parrandero.

P. Ha pasado casi medio siglo desde la presentación de Los Sabandeños en el Ateneo de La Laguna. ¿Cuáles son los picos en esta carrera?

R. Con las lógicas variaciones que dan el tiempo y los cambios generacionales, el espíritu y la intención de ir a contracorriente siempre han prevalecido. No nos hemos apoltronado; ese sentimiento del amor al arte y a la música nos sigue manteniendo, así como el respeto al folclore que representa a Canarias.

P. Ustedes han incorporado al repertorio la música hispanoamericana, y muchos artistas de allí los han acompañado en sus canciones. ¿Eso ha desatado novedades para la música propia?

R. Hemos tenido una gran suerte al poder contar con mucha gente valiosa a la que no se le han caído los anillos por colaborar con nosotros. Pasó con Alfredo Kraus. Lo mismo ocurrió con Mercedes Sosa, Eduardo Falú, Horacio Guaraní, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Soledad Bravo… La nómina de las colaboraciones que hemos recibido de distinguidos intérpretes ha sido también un espaldarazo muy importante para nosotros.

P. De los fundadores de Los Sabandeños queda prácticamente usted. ¿Cómo le afecta personalmente esa soledad?

R. Alguien tiene que desempeñar ese papel de superviviente, de rara avis; es cierto que han ido desapareciendo los más veteranos, unos por ley de vida y otros por cansancio. Creo que a mí me ha salvado el haber compartido con Quique Martín el invento de la criatura y sentir que soy un progenitor de algo que no puedes abandonar a pesar de que en estos momentos ya soy consciente de que se me aproxima la fecha de caducidad y que hay gente que me puede reemplazar con muchas más garantías de las que yo pueda sospechar. Está Benito Cabrera, la gente joven, no sólo imbuidos del espíritu del grupo sino que también tienen conocimientos musicales superiores a los míos. Eso puede permitir una continuidad y supervivencia a Los Sabandeños más garantizada que la que yo le puedo dar.

P. Llevan muchos años actuando en Madrid. ¿Cómo los reciben aquí?

R. Hemos actuado en casi todos los teatros de Madrid, hasta en salas de fiestas, no tenemos ninguna queja, todo lo contrario. Había una sala de fiestas cerca de la Plaza de España que se llamaba Don Julián, ahí actuamos cuatro o cinco días seguidos y un canario, importador de frutas, nos invitó a Segovia a comer el primer cochinillo. Cándido nos hizo la ceremonia y todavía tiene la foto en su establecimiento. España y América son nuestro público; la música canaria y la latinoamericana tienen aquí una de sus grandes capitales, y a este público nos debemos con mucha emoción.

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