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Nuevos actos de violencia en Sants en protesta por el desalojo de Can Vies

El Ayuntamiento de Barcelona tilda la reacción de los ‘okupas’ de ‘kale borroka’

Las protestas violentas por el desalojo policial de la casa okupada de Can Vies, en el barrio barcelonés de Sants, volvieron a reanudarse ayer a la caída de la tarde. Unos 700 manifestantes —muchos de ellos muy jóvenes y embozados— tomaron de nuevo las calles en los alrededores de Can Vies, quemaron contenedores, apedrearon sedes bancarias y, a la hora del crepúsculo, pegaron fuego a un elemento con alta carga simbólica: la máquina excavadora que el lunes empezó a derribar Can Vies, un edificio de propiedad pública —el dueño es a empresa Transports Metropolitans de Barcelona—, que llevaba 17 años okupado y proporcinando actividades sociales a los vecinos del barrio.

Los antidisturbios de los Mossos tardaron más de una hora en llegar a la zona de los incidentes, en la calle y la plaza de Sants, donde quemaban los contenedores y algunas entidades bancarias y cabinas telefónicas había sufrido ya el paso desconsiderado de los manifestantes.

Una decena de furgonetas de los antidisturbios intentó dividir sin demasiado éxito a los concentrados. Las piedras volaban, los Mossos disparaban pelotas viscoelásticas, los contenedores ardían y las sirenas ululaban en un escenario en el que llegaban a sobresalir por encima del ruido gritos y consignas como: “Sants será el nuevo Gamonal [en alusión al barrio de Burgos cuyas concentraciones vecinales impidieron la construcción de un aparcamiento subterráneo auspiciado por el Ayuntamiento]” o “Quien siembra odio, recoge rabia”. Mientras, algunos vecinos, desde sus balcones y provistos de cacerolas que hacían sonar, mostraban su apoyo a los manifestantes.

Avanzada la noche, el conflicto se extendió a otros barrios de la ciudad. Un centenar de embozados se plantó ante la sede de Convergència, en la calle Córsega, y apedreó la fachada. Después se dirigieron hacia Gràcia continuando con sus acciones violentas. En barrios como Sant Andreu y Poblesec también se registraron actos violentos. Ya de madrugada los Mossos habían realizado seis detenciones entre los alborotadores.

Las piedras volaban, los Mossos disparaban pelotas viscoelásticas, los contenedores ardían y las sirenas ululaban

La misma rabia que estalló el lunes por la noche tras el desalojo del centro social Can Vies en Sants y que sorprendió a mucha gente, a pesar de que todas las partes implicadas sabían de antemano que tras 17 años de ocupación y de haber suspendido hace pocos días las negociaciones con el Ayuntamiento era más que posible una respuesta violenta por parte de los okupas. La contundencia policial también dejó imágenes violentas con golpes de porra y cargas a personas que no participaban en los disturbios y terminó —una vez más— con las críticas de algunos diputados de la CUP, de ERC y de ICV-EUiA.

Antes de los incidentes de ayer, el concejal del distrito de Sants-Montjuïc, Jordi Martí (CiU), había considerado que la reacción de los okupas fue de “kale borroka”, pero se mostró abierto a poder seguir negociando con el colectivo: “Tendremos tiempo de hablar de futuro. Es bueno abordar las problemáticas, pero en un clima de paz, no de kale borroka”. Pero el colectivo difícilmente se conformará con una alternativa. El diputado de la CUP, Quim Arrufat, que estuvo el lunes en Sants para solidarizarse con Can Vies, pidió la dimisión de Martí y denunció la “histeria” de los Mossos durante su actuación.

Los okupas habían organizado ayer a través de Twitter un escrache contra el concejal Martí, que tenía que participar en un Consejo de Barrio en La Bordeta. El político, ante la convocatoria, optó por aplazar el encuentro. Los okupas mantuvieron sus protestas y organizaron una manifestación que en principio fue pacífica, pero que al final acabó en los graves incidentes descritos.

Fuentes del colectivo okupa aseguraron que las movilizaciones continuarán y que no tienen ninguna intención de quedarse de “brazos cruzados”. Durante el día de ayer también se concentraron en la puerta de Can Vies, mientras los operarios seguían con el derribo del edificio que empezó el mismo lunes.

Entre los disturbios del lunes se produjo también un insólito ataque contra los periodistas que cubrían la manifestación y los okupas llegaron incluso a quemar un vehículo de TV-3. El Colegio de Periodistas de Cataluña emitió ayer una nota condenando los hechos y lamentando la “agresión y persecución” a los informadores.

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