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Condenas de entre 6 y 12 años por el secuestro del hijo de un narcotraficante

El chico, que entonces tenía 11 años, relató en el juicio que le amenazaron con cortarle la lengua

La Audiencia de Barcelona ha condenado hoy a penas de entre 6 y 12 años y medio de prisión a seis de los siete imputados por secuestrar al hijo de un narcotraficante encarcelado con la intención de cobrar 5 millones de euros por liberar al menor. El chico secuestrado, que tenía entonces 11 años de edad, relató durante el juicio el calvario de su cautiverio, durante el que le amenazaron con cortarle la lengua y le drogaron con fármacos.

En la sentencia hecha pública hoy, la Audiencia absuelve a Alberto M. del delito de secuestro y condena a Marta C. a siete años de cárcel por el secuestro y un año y seis meses más por robo con intimidación, mientras que impone la condena más elevada a Iván Ramon F., al que condena a un total de doce años y seis meses de cárcel: nueve por secuestro y tres años y seis meses por delito contra la salud pública.

A Fernando B., que durante el juicio negó totalmente su participación en los hechos, el tribunal le impone diez años de cárcel por el secuestro y le absuelve del delito contra la salud pública, mientras que a otro de los acusados, Manuel A., le impone nueve años por secuestro y a Ricardo V. le condena a ocho años de cárcel.

La sentencia también condena a los seis condenados a pagar una indemnización de 30.000 euros a la madre del menor por los daños morales sufridos. El tribunal considera probado que Fernando B. conoció en julio de 2012 al padre del menor en la prisión de Valencia, donde este cumple condena por un delito de narcotráfico y, pensando que tenía mucho dinero, "se ganó su confianza y amistad e ideó un plan para obtener dinero del mismo".

Así, el presunto cerebro de la trama ofreció al narcotraficante realizar gestiones para conseguir la nacionalidad española para su esposa y su hijo de 11 años, asegurándole que tenía "contactos" con la policía española, y obtuvo los datos personales para perpetrar el secuestro, que concertó con el resto de condenados.

La madre del menor y su hijo fueron engañados para acudir a la plaza Cerdà de Barcelona el 25 de septiembre de 2012 con el pretexto de hacer los trámites para la nacionalización. Pero los llevaron a un descampado de Viladecans (Barcelona), donde amenazaron a la madre con una pistola y secuestraron al menor, exigiendo a la mujer un rescate de 5 millones de euros porque supuestamente su marido debía dinero a narcotraficantes de Colombia.

"Si no pagas, tu hijo morirá", le amenazaron, mientras introdujeron al menor, atado con bridas de pies y manos, en el maletero de un coche, donde le inyectaron un sedante. El niño, de 11 años, permaneció durante dos días en manos de sus captores, sedado con narcóticos, hasta que los Mossos d'Esquadra lograron liberarlo en 27 de septiembre de 2012, tras irrumpir en un piso situado en la calle Traja de Barcelona, donde la procesada Marta C. lo tenía custodiado y sedado "suministrándole gotas de Rivotril diluidas en los zumos y por vía intramuscular".

El fallo considera probado que Fernando B. fue el supuesto cerebro del secuestro y había dado instrucciones precisas al resto de los acusados para llevar a cabo el rapto del niño, lo que incluía desde golpear al menor si éste ofrecía resistencia hasta "trocear el gato" -es decir, matarlo- si en algún momento el plan se frustraba.

Durante el juicio, el niño rompió a llorar cuando recordó el calvario de su cautiverio, durante el que le amenazaron con cortarle la lengua y le drogaron con fármacos que lo mantenían adormecido. El menor, que ahora tiene 13 años, declaró por videoconferencia para evitar su confrontación visual con los acusados, y explicó cómo los secuestradores lo metieron en el maletero de un coche, sujetándole brazos y piernas con bridas, y lo llevaron a un piso de Barcelona en el que permaneció dos días sobre una cama, en una pequeña habitación, sin luz natural y con la ventana cerrada. El menor explicó que durante el secuestro le obligaron a ingerir pastillas y le inyectaron líquidos con una jeringuilla que le dejaban adormecido durante casi todo el día.

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